Nadie va a hablar mierdas de Renny, no en mi presencia. Odiaba a gente como él, me recordaban a Adam, maldito Adam. Como lastimó a mi hermanita, seguramente todo empezó con palabras, no quería esperar a ver si Brat le pegaría después.
Mi puño dio directo en su mandíbula. Brat se hizo para atrás por el impacto, pero un golpe no era suficiente. Estrellé mi codo en su ojo metiendo el pie por detrás para que perdiera el equilibrio. Este se dio de bruces en el suelo, quedándose completamente inmóvil. Todos gritaron un «Ouch» y un «Ohhh, estás en problemas», pero me importó poco.
—Llama a Renny «sexo fácil» otra vez y te juro por mi vida que te mato. ¡Hijos de pu…!
—¡Race! —la voz de Renny me trajo a la realidad. Me estaba observando con esos ojos verdes llenos de miedo. Se rehusó y pensé por un minuto que se lanzaría a mis brazos como si fuera su superhéroe. Una vez más, las cosas no son como las películas de Marvel. Me tenía miedo, eso no era bueno.
—Voy a tener que pedirle que se retire, señor —dijo el guardia de seguridad.
—Pero él era el que…
—Race —Renny se acercó a mí—. Vete, por favor, necesito este trabajo, no puedes venir y pegarle a cualquier persona que hable de mí.
—¡Claro que puedo! —me acerqué a ella escuchando las quejas de este gran imbécil.
—¡Madura, Hamilton! Ahora sal de mi lugar de trabajo antes que le pida al guardia que realmente te saque. No puedes criticarlo por hablar de mí cuando tú literalmente hiciste lo mismo ayer.
¡Por la mierda! Sinceramente me había portado como un imbécil ayer por la mañana. En mi mente seguía siendo una pequeña broma, pero a los ojos de Renny fue completamente una falta de respeto. Sonreí, asintiendo, tenía razón en todo lo que dijo, la diferencia era que yo sí podía ser un caballero, podía merecerla, pero Brat jamás lo haría. Ella iba a ser mía costara lo que costara y al parecer esta no me la perdona fácil.
Querida paciencia
La profesora estaba hablando de historia de Inglaterra, algo relacionado con los reyes y reinas a través de los siglos, enfocándose en Isabel i. Para ser sincero, me encanta saber sobre nuestros antecesores y cómo manejaban todo en el siglo xviii. No es de extrañarse que fuera un método severo para mantener el orden político. Nos damos cuenta cómo la política ha ido decayendo a lo largo del tiempo y cómo el respeto a la autoridad en países latinoamericanos y algunos europeos eran una mierda.
Lo único que no me agradaba de esa época eran los trajes incómodos que utilizaban. Por un minuto me imaginé con esos cuellos de acordeón y sentí lástima por todos ellos, eran espantosos y ridículos.
Intenté poner atención a lo que decían, pero no podía concentrarme en la clase, estaba perdido en mis pensamientos, en mi reacción de ayer. ¿Acaso me estoy volviendo violento? No puedo creer que le pegara a Brat. Solo esperaba que no vinieran a acusarme otra vez de comportamiento agresivo, la última vez logré quitarme la ley de encima por mi padre, advirtiéndome que sería la última vez que me perdonarían ese comportamiento, la siguiente vez tendría repercusiones.
La ley era la ley, y si algún día quería ser un político exitoso, tendría que seguirla a capa y espada para ser un ejemplo para las demás personas. Tendría que empezar a controlar mi temperamento para no hacer algo de lo cual me pudiera arrepentir de por vida.
Cerré los ojos unos segundos, recordando la cara de Renny, tan seria y sincera al decirme que yo también le había faltado el respeto. Lo peor es que era verdad, nunca debí decirle eso, no cuando consideraba que ella era diferente a lo que le mostraba a la gente.
—¿Rees Hamilton? —levanté la cabeza para ver a la profesora viéndome con ojos de «Pon atención».
Me encogí de hombros regresando la vista a la pizarra donde la imagen de Isabel i estaba en su máximo esplendor con ese traje antiguo y ridículo, apretado y nada cómodo a los ojos. Doy gracias al cielo por la evolución de la moda.
—¡Rees! —la mujer volvió a llamarme. Giré para ver a mi hermana viéndome con ojos de «¡Te hablan, Rees!», pero no me percaté de que me estaba hablando hasta que volvió a preguntarme. ¡Vaya mierda! Sí estaba distraído.
—¿Puede repetirla? —pregunté algo nervioso, odiaba que me preguntaran cosas.
—Ana Bolena, la madre de Isabel i. ¿Por qué la mataron? —El tono de la profesora era exhausto, como si me hubiera hecho la pregunta al menos unas siete veces.
¡Carajo! Intenté bajar de mi cabeza cada detalle de las hermanas Bolena, recuerdo haber visto la película y leído acerca de ellas para un examen la semana pasada. Natalie Portman lucía bastante bien el traje, fue una escena dramática donde al final la mataban de forma trágica.
—Fue ejecutada por no tener hijos varones. Aunque si se pone a pensar es algo estúpido que la mataran a ella. ¿No se supone que es el hombre el que determina el sexo del bebé? Y en todo caso sus hermanos murieron y así fue como la hija ilegítima queda como Reina del Reino Unido e Irlanda, Isabel i. Es algo enfermo que siempre tenía que estar un hombre al frente.
—¡Marica! —gritó uno de mis compañeros en la parte de atrás, no tenía que ser un genio para saber que había sido Sebastián. Sospechaba que todo empezaba por mi comentario sobre las mujeres, pero era verdad.
Esto no era ni un secreto, me gustaba la igualdad de género. Siempre la defendía dentro de las clases. La profesora intentó callarlo, pero era demasiado tarde, yo ya estaba abriendo la boca para defender mi postura.
—¿Cuál es el problema y qué tiene de marica eso? ¿Acaso no fue tu madre la que te dio a luz? ¿La que te cambió los malditos pañales cagados? Cierra la boca, Sebastián, y respeta a tu madre y a las mujeres en tu familia.
—Regresando al tema… —la profesora intentó regresar a la clase, pero yo ya estaba molesto y cuando estaba molesto, quién me cerraba la boca.
—Sí, regresando al tema… Ella no tiene la culpa que le cortaran la cabeza y la acusaran de bruja, si se ponen a pensar, las brujas ahora son sexys y no estamos cortándoles la cabeza por creencias estúpidas.
Respiré hondo cuando escuché las risas de mis compañeros, debía aprender a cerrar la boca. Tomando asiento vi cómo Holly se retorcía en su silla haciendo gestos de desaprobación, su risa era contagiosa, la única que me importaba en este lugar. Le sonreí de regreso guiñándole un ojo. Una de sus amigas soltó un suspiro de deseo, lo sabía muy bien, las volvía locas a todas.
Pensé en Renny y en que hubiera pensado de mi postura, era estúpido pensar en ella en algo tan trivial y extraño como Ana Bolena e Isabel i. Mi vida se había vuelto tan extraña gracias a Renny y no estaba contento de cómo se estaba tornando mis pensamientos y mi forma de actuar.
La semana pasó como debía pasar, iba al Royal University, estudiaba en las mañanas, iba al bar en la tarde para ver a Renny, me rechazaba como siempre y paraba en casa maldiciéndome por haber ido a buscarla. De miércoles a viernes fue la misma historia. Lo único bueno, terminé las tediosas clases y ahora no quedaba nada más que la entrega de proyecto final antes de la graduación.
Por ser viernes, estábamos todos por reunirnos en The Royal Center para celebrar que esto se había acabado para muchos de nosotros, aquellos que seguimos religiosamente con las clases y en mi caso y el de Holly, sacamos todo en tiempo récord. Ella en Comunicación y yo en Ciencias Políticas.
Realmente este fin de semana sería una locura en la élite.
Me observé en el espejo viendo el traje negro que tenía puesto. Era bastante formal, pero todo en la élite era de este modo. Me gustaba vestir como era debido, me gustaba mantener el protocolo, aunque muchas veces me daba dolor de