Es posible ser grises, pero honestos; grises, pero buenos; grises, pero llenos de fervor. Pues bien, honorable Andreotti, esto es lo que a usted le falta.
Aldo Moro a Giulio Andreotti, del «Memorial Moro», mayo de 1978
NOTA DEL AUTOR
Los hechos reconstruidos en este libro están descritos en las actuaciones judiciales y en las fuentes de archivo citadas en el texto. Algunos podrían no haber sido definitivamente fijados en sentencias firmes, de modo que, en relación con sus protagonistas, en términos generales, prevalece la presunción de inocencia y, cuando ni siquiera han sido objeto de decisiones definitivas, la de total ajenidad a aquellos. Esto no impide que, siendo tales hechos reconducibles a las fuentes citadas, sea legítima la facultad de referirse a ellos, cuando menos en el plano de la reconstrucción histórica, en el que la averiguación está siempre sujeta a progresivos y a veces imprevisibles ajustes y revisiones. Del mismo modo, las valoraciones, argumentadas y basadas en circunstancias que se tienen por ciertas o lógicamente verosímiles, siguen siendo válidas también en el plano histórico y, a su vez, están sujetas a revisión cuando cambian los hechos de referencia.
PRELIMINAR
Este es un libro de historia contemporánea basado, con clara prevalencia, en fuentes judiciales. Contempla un periodo bastante breve de la historia de Italia, a caballo entre los años setenta y los años ochenta del siglo pasado, pero se trata de un periodo terrible, rico en misterios y delitos particularmente crueles. Un fragmento de historia tan profundamente ligado a fenómenos criminales y antiinstitucionales de devastadora peligrosidad como para poner en riesgo el mismo equilibrio constitucional del país. Se ha observado, no sin razón, que Italia es la nación en la que el entrelazamiento de política y criminalidad, de instituciones e ilegalidad, de poder oficial y poder oculto ha sido a tal punto estrecho «que probablemente no existe en Europa y en el llamado ‘primer mundo’ otro país en el que esa clase de relación se haya dado de una forma tan constante y arraigada»1.
Este pedazo de historia, también, se ha hecho deliberadamente el más oscuro, sibilino e indescifrable para los ciudadanos «normales»; constelado de una exorbitante cantidad de secretos y de verdaderas y propias mentiras, por obra de ambientes y personajes que, de un modo cínico e interesado, perpetraron esa mastodóntica sustracción de consciencia en perjuicio de la población. Este libro se dirige a cualquiera que se sienta parte perjudicada por aquella.
Las nuevas generaciones son las que han sufrido el mayor daño debido a esa sustracción de consciencia histórica. Quien frecuente a los veinteañeros de hoy sabrá bien lo desorientados que están frente a los misterios de la historia reciente de su país, y cuántos son sus deseos de conocer y entender el sentido de ciertos acontecimientos perturbadores, acaecidos veinte años antes de su nacimiento. Este libro está especialmente dedicado a ellos y ha sido escrito, por tanto, con un particular esfuerzo de claridad expositiva, sin dar nunca por conocidas circunstancias que es muy posible que aquellos ignoren.
Por lo demás, solo si las nuevas generaciones toman conciencia de tales eventos nefastos —y captan su significado histórico— podrán a su vez transmitir su conocimiento y comprensión a las generaciones futuras. Lo que es importante, porque «la Memoria, custodiada y transmitida, es un antídoto indispensable contra los fantasmas del pasado»2.
La utilización de las fuentes judiciales es muy importante para la reconstrucción de la historia de un país, pero, como se ha visto, lo es de un modo particular en el caso de Italia. Son fuentes preciosísimas sobre todo las sentencias, es decir, los actos que cierran los procesos, pero son muy útiles también los documentos judiciales que contienen el material probatorio, por ejemplo, el interrogatorio de un imputado, la declaración de un testigo, o bien una pericia balística.
Las sentencias son fuentes privilegiadas porque ofrecen una síntesis meditada de aquel material y porque representan la verdad oficial sobre determinadas vicisitudes. Pero si nos limitásemos a considerar las sentencias, nos veríamos constreñidos a detenernos en las conclusiones que se han impuesto en sede judicial y esto perjudicaría la indagación crítica del historiador.
La clave está en que el objetivo de la decisión judicial es distinto del propio de este último. La decisión del juez tiene la finalidad de verificar si cierta acusación dirigida a un imputado es fundada más allá de toda duda razonable, o bien infundada; de verificar, pues, si cierto imputado debe ser declarado responsable del delito o absuelto. Además, en el ámbito judicial rigen reglas muy rigurosas sobre la admisibilidad de los medios de prueba, la posibilidad de utilizar lo aportado por estos, la valoración de tales resultados, la nulidad de las actuaciones, los límites de las impugnaciones, etc., precisamente porque para poder aplicar una pena al imputado, la acusación ha de ser probada sin atisbo de duda y en el respeto de todas las garantías previstas por la ley.
Al contrario, el historiador, examinando una vicisitud procesal de interés histórico, no debe aplicar sanciones ni establecer si la decisión del juez sobre la posición de este o aquel imputado puede o no compartirse, y menos aún ha de emitir juicios de culpabilidad o inocencia sobre determinadas personas. El historiador puede y debe solamente reconstruir circunstancias de hecho, que no hayan sido suficientemente aclaradas en un determinado proceso, pero que podrían serlo a partir de otros datos fácticos disponibles, en aquel mismo proceso o en otro asociable al primero.
Situaciones de este tipo se presentan con frecuencia en las páginas que siguen. Por ejemplo, en relación con el grave ataque judicial sufrido por el Banco de Italia en marzo de 1979, el lector encontrará una inédita reconstrucción histórica obtenida poniendo en relación algunos datos contenidos en las agendas de Giulio Andreotti, incorporadas al proceso seguido en Perugia por el homicidio de Pecorelli, y algunas resultancias del proceso Sindona3.
1.Giovanni Tamburino, «Ricerca storica e fonti giudiziarie», en Cinzia Venturoli (ed.), Come studiare il terrorismo e le stragi. Fonti e metodi, Marsilio, Venecia, 2002, p. 75.
2.Así el presidente de la República, Sergio Mattarella en su intervención en la celebración del «Día de la Memoria», Palacio del Quirinale, Roma, 25 de enero de 2018 (www.quirinale.it/elementi/Continua.aspx?tipo=Discorso&key=781).
3.Infra, cap. VIII, § 3. Para profundizar en el tema de las diferencias entre prueba histórica y prueba judicial, véase G. Tamburino, «Ricerca storica e fonti giudiziarie», cit., pp. 75-81; así como Angelo d’Orsi, Piccolo manuale di storiografia, Bruno Mondadori, Milán, 2002, pp. 49-53.
I
EL TRIENIO 1978-1980. LA PRESENCIA INQUIETANTE DE LA LOGIA MASÓNICA P2
1. Los tres peculiares factores históricos que están en la base de la Italia oculta
Algunos factores históricos ciertamente singulares han hecho de Italia un país sensiblemente distinto de todas las demás democracias de Europa occidental.
Sobre todo, las mafias históricas. Según algunos estudiosos, entre ellos Nicola Tranfaglia, tienen una matriz común que ha experimentado un lento desarrollo iniciado hace siglos, cuando la Italia meridional estaba fundamentalmente dominada por potencias extranjeras con capitales localizadas a mucha distancia y cuyos dominios territoriales eran muy extensos: los bizantinos, los árabes, los españoles. Estos Estados absolutos del pasado tenían también su legalidad y, más o menos, la capacidad de hacerla respetar. Pero con notables excepciones, pues solo conseguían dotar de efectividad a sus leyes en los territorios