Disrupción tecnológica, transformación y sociedad . Группа авторов. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Группа авторов
Издательство: Bookwire
Серия: Derecho, innovación y tecnología: fundamentos para una lex informática
Жанр произведения:
Год издания: 0
isbn: 9789587906042
Скачать книгу
Pineda, 2015a: 42; Petroski, 1994; Hodges y Tayor, 2005: 13 y ss.).

      Las modalidades a través de las cuales se ha puesto –y se pone– en marcha, son variadas. Mediante diversas técnicas implementadas por la industria, ha logrado extender sus efectos y modular los comportamientos de consumo. Vale la pena atender a dichas tipologías con el objetivo de desgranar poco a poco cuál es su verdadero alcance.

      A partir de la técnica empleada por los fabricantes para la limitar la vida útil de los productos y estimular el consumo repetitivo es posible distinguir entre dos tipos de obsolescencia programada: i) la obsolescencia programada subjetiva, enfocada en incidir en la percepción que el propietario tiene del producto, y ii) la obsolescencia programada objetiva, enfocada en intervenir directa o indirectamente en la funcionalidad del producto con la finalidad de que el consumidor lo reemplace.

      En materia tecnológica la obsolescencia programada se aplica mediante las dos modalidades enunciadas. No obstante, las empresas buscan –y hallan– con mayor asiduidad el incremento de la tasa de reposición de los productos al implementar alguna de las modalidades de obsolescencia, mediante la aplicación de técnicas de detrimento objetivo y escalonado del desempeño del hardware y del software, sin desmerecer con ello el impacto del marketing y los desarrollos empresariales análogos en las influencias subjetivas que también dinamizan el deshecho de los productos y su consecuente restitución. Veámoslo.

      De acuerdo con la concepción de Packard (1950: 55), la obsolescencia programada subjetiva se produce en aquellos casos en los que el producto, a pesar de estar en buenas condiciones de calidad y funcionamiento, sufre una especie de desgaste que le hace menos apetecible desde el punto de vista del consumidor, en virtud de los cambios estéticos y “evoluciones” que presentan las nuevas versiones.

      Por su parte, Slade (2006: 5) señala que es el mecanismo mediante el cual a través de cambios de estilo se induce a los consumidores a realizar compras repetitivas, en virtud de que las “innovaciones” vinculadas con la apariencia de los productos provocan un estado de ansiedad en el consumidor, basado en la creencia de que todo aquello que está desgastado “deviene indeseado, poco funcional o descompuesto, si se compara con algo nuevo” (Slade, 2006: 50).

      De acuerdo con un sector de la doctrina (Soto Pineda, 2015b: 335), la obsolescencia subjetiva de estilo debe entenderse como la estrategia mediante la cual se introducen nuevas formas y diseños, creados para dirigir a los consumidores hacía un nuevo estilo o hacia la desaparición del anterior. El elemento fundamental de la obsolescencia subjetiva –también denominada psicológica– corresponde a la alteración intelectual del consumidor mediante técnicas involucradas con el marketing (Soto Pineda, 2015b: 335), y dirigidas a incidir en la conciencia del individuo y a integrar en él la idea de que el producto que ya posee se ha vuelto obsoleto o desactualizado –sin importar su funcionamiento– toda vez que de ese modo le puede surgir la necesidad de cambiar su antiguo producto por uno más actual.

      Uno de los primeros ejemplos del uso de esta técnica, como lo expone Slade (2006: 29-55), lo encontramos en la introducción del modelo de automóvil Chevy de 1923, el cual superaría en ventas a su contrincante, el modelo T de Ford, con una simple estrategia: rediseño estético anual, siendo la misma pieza de ingeniería mecánica con variaciones exclusivamente estéticas. Esta tendencia ha trascendido en la industria automotriz hasta el día de hoy, mediante la introducción de nuevos modelos cada año, que en muchas ocasiones no aparejan mejoras o cambios técnicos en la motorización, estructura o aditamentos de los vehículos4.

      Un ejemplo paradigmático y vigente de ese tipo de obsolescencia, es el que se presenta en la industria textil y de accesorios, en la cual, pese a que los bienes conservan su funcionalidad y calidad in integrum, los consumidores se ven alentados y seducidos a comprar los productos más recientes que son presentados en épocas específicas del año, asegurando la existencia de demanda cíclica, para estar a la par con los arquetipos de la moda vigente (Soto Pineda, 2015b: 357).

      Sin perjuicio de lo anterior, se debe anotar que este tipo de obsolescencia no es exclusivo de ninguna industria o mercado concreto pues, de hecho, está presente en todas las industrias de manufactura en la medida en que, con la introducción de cambios a los productos, sin importar si son funcionales o estéticos, se crea un nuevo modelo del mismo, provocando en el consumidor, a través del desarrollo de campañas publicitarias, la idea de que debe adquirir el más reciente, simplemente por la novedad, lo cual, resulta mucho más barato y fácil de implementar5 para los productores, que invertir en investigación y desarrollo de nuevas tecnologías que generen cambios técnicos y funcionales sustanciales en los bienes.

      La obsolescencia programada objetiva se puede definir como el conjunto de técnicas utilizadas por los fabricantes para incidir en la duración, funcionalidad, rendimiento o utilidad de los bienes producidos y comercializados, con el fin de asegurar que tengan una vida útil limitada, que una vez alcanzada, provoca que sean desechados y sustituidos.

      Este tipo de obsolescencia se puede desarrollar en variados formatos, vinculados con la técnica utilizada en su implementación, así como con el momento en que esta genera el efecto de inutilidad del bien.

      Fue definida por Soto Pineda (2015b: 336) como “la obsolescencia configurada desde el momento inicial de diseño, mediante la inclusión de los elementos que sean necesarios para garantizar que el producto ajustará su vida útil a la proyectada por la empresa productora”. También denominada por según Slade (2006: 5) como obsolescencia absoluta o de calidad, constituye la fase más desarrollada de la figura. Este método se empezó a implementar cuando los productores de bienes desarrollaron las técnicas necesarias para determinar la vida útil de los bienes desde el momento mismo de su producción.

      Al establecer la duración de los productos desde su concepción, los productores garantizan que mediante las técnicas de diseño y el uso de materias primas, la vida útil de los bienes se ajuste a sus ciclos productivos, garantizando la permanencia y funcionamiento de las empresas. Lo cual se refuerza mediante la adopción de conductas complementarias que consolidan y robustecen (Soto Pineda, 2015b: 337) esta técnica, por ejemplo, creando barreras que dificulten la reparación de los bienes, como: i) no comercializar, no producir o descontinuar piezas de repuesto; ii) no dar a conocer al público instrucciones de reparación, o los diagramas o planos de diseño; iii) dificultar la sustitución de piezas de los productos mediante la implementación de diseños intrincados; iv) ofrecer servicios de reparación y piezas de recambio a alto costo, y v) impedir que terceros diferentes a sus agentes presten servicios de reparación.

      Es una especie de la obsolescencia programada objetiva técnica o de calidad en la que, al momento de adquirirlo y durante su utilización, los productores anuncian la vida útil y/o el momento en el cual el producto deberá ser reemplazado por uno nuevo.

      Ejemplos de esta práctica los encontramos en los bombillos que anuncian su vida útil, en los cartuchos de impresora no recargables que anuncian el número de páginas que pueden imprimir, y en productos como las cuchillas de afeitar desechables, que tras un determinado tiempo anuncian al usuario que se han desgastado mediante la decoloración de una goma presente en ellas.

      La obsolescencia programada objetiva funcional o tecnológica es considerada la primera fase en el desarrollo de la obsolescencia (Slade, 2006: 4), y se refiere a la situación en la que “un producto existente se