La siguiente teoría que probaremos es la de los valores saludables y no saludables. Esta sostiene que los valores que promueven el enriquecimiento psicológico, o intrínseco, tienen un efecto positivo sobre la felicidad, por lo que los consideran «saludables»; mientras que valores que promueven lo material, o extrínseco, son perjudiciales para la felicidad, por lo que los denominan «no saludables» (Vansteenkiste, Duriez, Simons, & Soenens, 2006). Resulta importante tratar de responder una pregunta básica de partida: ¿qué valores son considerados saludables y por qué? Autores como Jensen y Bergin (1988), y Strupp (1980), representantes de la literatura psicológica, califican los valores de universalismo, benevolencia, autodirección, logro y estimulación como saludables, ya que promueven el enriquecimiento intrínseco. Tomando como ejemplo el segundo valor, para un individuo benevolente que presente la constante necesidad de ayudar a los demás, su generosidad no es una reacción a una circunstancia, un sujeto u objeto externo, físico, tangible y manifiesto. Más bien, proviene de un profundo lugar en su ser, autónomo, propio, intrínseco, que lo impulsa al desarrollo personal evidenciado en sus acciones bondadosas y clementes hacia los demás. Esto es lo que lo vuelve un valor saludable.
Por otro lado, los valores de obediencia, tradición, seguridad y poder son considerados por esta particular teoría como no saludables porque no promueven el enriquecimiento personal. Tomando el poder como ejemplo, la búsqueda incansable por dinero y control representa una continua e insaciable persecución por objetos y posiciones de dominio, que son externos al sujeto6. La realización personal, impulsada por la propia subjetividad, pierde cabida en el día a día para dar paso a una existencia materialista reflejada en bienes, dominios y seguidores. El abandono del desarrollo interior a cambio de lo externo, lo material, lo extrínseco, es lo que vuelve al poder un valor no saludable. Es necesario acotar que esto no es suficiente para concluir que tal o cual valor promueve la felicidad de las personas, ya que no se ha discutido el proceso causal que tienen estos valores sobre la felicidad (Sagiv & Schwartz, 2000).
Una tercera teoría es el enfoque de los valores y las necesidades humanas. Bilsky y Schwartz (1994) relacionan los valores con las necesidades. Los autores argumentan que algunos valores promueven la satisfacción de las necesidades y, de acuerdo con la teoría de Maslow (1970), estos representan el camino a convertirse en la expresión máxima de uno mismo; en otras palabras, ser una persona realizada. Aquí es necesario hacer un paréntesis al tema de la felicidad y los valores para recordar qué es aquello que sostiene Maslow con respecto a la realización personal.
De acuerdo con el orden de la pirámide de Maslow, la máxima aspiración de una persona, luego de haber satisfecho todas sus necesidades físicas y sociales, es la autorrealización. Los valores que impulsan el alcance de esta meta son, a saber, la autodirección, el universalismo, la benevolencia, el logro y la estimulación (Bilsky & Schwartz, 1994). Ello es compatible con la teoría de valores saludables (Jensen & Bergin, 1988; Strupp, 1980). Ser capaces de guiar nuestros destinos, preocuparnos por el bienestar ajeno, perseguir nuestras metas y sueños, e incursionar en nuevas aventuras parecen ser buenos signos de que estamos un paso más cerca de autorrealizarnos y, en consecuencia, alcanzar la felicidad.
Por otro lado, los valores de obediencia, seguridad y poder representan limitantes en la satisfacción de necesidades. Según Bilsky y Schwartz (1994), poner énfasis en estos es más común en gente que se siente insegura, que no controla su vida y que no disfruta de su relación con otras personas. Estos sentimientos generan limitantes en el logro de la felicidad. Para entender mejor esta afirmación, imaginemos un individuo que sufre de privaciones y carece de las condiciones mínimas necesarias para satisfacer sus necesidades básicas; además, se desarrolló en un ambiente inseguro y lleno de carencias afectivas7. ¿Cómo es que este individuo podrá alcanzar la autoestima –amor propio– y autorrealización? Parece un camino pedregoso el que tendrá que recorrer para llegar a la cima de la pirámide. En resumen, algunos valores ayudan a escalar la pirámide de necesidades; mientras que otros, no (Bilsky & Schwartz, 1994). Cabe resaltar que el valor de hedonismo no es clasificado en ninguna categoría.
Cabe mencionar un cuarto enfoque: el de la cadena causal de valores de Welzel e Inglehart (2010). Su modelo considera una cadena de factores de cuatro partes. La primera representa las condiciones del ambiente en el que se vive; a saber, condiciones sociales, económicas, culturales, etc., que definen las oportunidades que se tienen. La segunda parte considera que a partir de estas condiciones se desarrollan los valores y se definen qué oportunidades seguir. La tercera parte corresponde al efecto de los valores, esto es, los autores indican que los valores inspiran y legitiman ciertas estrategias para perseguir las oportunidades. Por último, la cuarta parte es la felicidad que se adquiere cuando se logra desarrollar la oportunidad. Esta concepción de valores difiere sustancialmente de los valores humanos de Schwartz (1992) que adoptamos en esta investigación, por lo que no se analizarán los datos en este marco.
Ahora que hemos visto las explicaciones plausibles para la relación entre valores y felicidad, podemos decir que, en síntesis, en el debate académico, algunos autores sostienen que hay valores que promueven la satisfacción de necesidades y otros que tienen el efecto contrario y limitan el desarrollo de las personas. De las cuatro teorías expuestas, solo utilizaremos dos: la diferenciación entre valores saludables y no saludables, y la teoría de valores y necesidades humanas. A continuación, la tabla 3 resume las teorías expuestas que serán desarrolladas en el capítulo 3.
Tabla 3 Teorías sobre valores y felicidad
Teoría | |
Valores saludables y no saludables (Vansteenkiste, Duriez, Simons, & Soenens, 2006) | Los valores y las necesidades humanas (Bilsky & Schwartz, 1994) ¡ |
Valores que promueven lo intrínseco corresponden a la felicidad y son, por lo tanto, saludables. En oposición, los valores que promueven lo extrínseco son no saludables. | Valores que promueven la satisfacción de necesidades de acuerdo con la teoría de Maslow (1970). Las necesidades básicas son físicas y sociales, es decir, extrínsecas; mientras que en la cima de la piramide se encuentra la autorrealización, relacionada con factores intrínsecos. |
Fuentes: Vansteenkiste et al. (2006); Blisky & Schwartz (1994). Elaboración: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.
A partir de estas teorías, analizaremos cómo se vinculan los valores a nivel personal con la felicidad de los jefes de hogar de los dos Perúes. Dichas teorías serán complementadas con el enfoque de la teoría de la autodeterminación de Deci y Ryan (1995). De acuerdo con este, la autonomía, la capacidad de hacer cosas por cuenta propia y la relación con las personas son necesidades psicológicas básicas. Por naturaleza, el ser humano busca satisfacer estas necesidades; no obstante, existen dos formas distintas de satisfacerlas que se deben tomar en cuenta (Deci & Ryan, 1995). Por un lado, la satisfacción extrínseca relacionada con bienes como dinero, fama y poder, que solo satisfacen las necesidades momentáneamente y requieren actividades más estresantes (Ryan, Koestner, & Deci, 1991). Por otro lado, la satisfacción intrínseca, que está relacionada directamente con el bienestar psicológico de las personas (Deci & Ryan, 1995). Estas tres teorías nos ayudarán a entender por qué algunos valores promueven la satisfacción intrínseca y no momentánea de las necesidades psicológicas de los seres humanos, mientras que otros valores van en la dirección contraria.
En resumen, tanto la teoría de los «valores saludables» como la de «la satisfacción de necesidades» ofrecerían, en principio, razones válidas que explicarían el porqué de la diferencia de felicidad entre los jefes de hogar pobres y ricos, más allá