Schwartz (2012) toma en cuenta el componente cultural en relación con la preferencia por valores en los grupos sociales. Para explicar esta relación, se parte de la premisa de que al vivir en sistemas sociales particulares los individuos experimentan los valores normativos de la cultura de su sociedad como una prensa cultural a la que están expuestos, y que influencia sus actitudes, creencias, comportamientos y pensamientos (Berger & Luckman, 1969). Esta prensa cultural, como la llama Schwartz (2012), se expresa de distintas formas: las interacciones cotidianas; los patrones de lenguaje (Kashina & Kashima, 1998); las posibilidades de acción en un grupo social (Norman, 1988); las posibilidades o restricciones de acuerdo con el rol que se cumple en el grupo social; entre otras. En suma, el medio en el que se desenvuelven los individuos influencia su preferencia por determinados valores. En este libro, consideramos los 10 valores de Schwartz (1992), que a su vez son agrupados en cuatro cuadrantes: conservación, autotrascendencia, apertura al cambio y automejora. Desde este enfoque, nos preguntamos lo siguiente: ¿cuáles prefieren los jefes de hogar ricos y cuáles prefieren los jefes de hogar pobres? ¿A qué se deben sus elecciones? Y ¿cómo se relacionan estos valores con sus puntajes de felicidad?
En el primer libro, Los números de la felicidad en dos Perúes, nos enfocamos en dos grupos sociales extremos del Perú que, por sus diferencias, pueden ser vistos como distintas culturas, a pesar de habitar el mismo territorio. Entonces, encontramos, en un extremo, que los jefes de hogar del Perú rico son mayoritariamente hombres (66,54%), con 51 años de edad promedio y con educación superior (78%). Se dedican a actividades laborales en las siguientes áreas: empresarial (19,46%), ingeniería (6,16%), medicina (5,67%), urbanismo (5,67%), docencia (4,68%), negocios (3,94%) y leyes (3,45%). Estos jefes de hogar residen en los distritos más ricos del Perú (INEI, 2015): San Isidro (Lima), Miraflores (Lima), San Borja (Lima), Wánchaq (Cusco) y Pacocha (Moquegua); y gozan de acceso a servicios básicos de agua (80,94%) y desagüe (99,98%) (INEI, 2015). De acuerdo con la escala de Mateu et al. (2020a), del 0 al 20, tienen un nivel de felicidad de 14.
Con este perfil, nos centramos en el plano de sus valoraciones, y entramos a una dimensión difícilmente observable y cuantificable: los valores. Para comprender sus preferencias es necesario conocer sus circunstancias de vida, que, como las llama Schwartz, son la prensa cultural a la que están expuestos los jefes de hogar del Perú rico. Sobre la base de nuestros hallazgos, presentados en el primer volumen, ellos expresan que la familia, los amigos y el apoyo que estos brindan son determinantes para su felicidad, mientras que los problemas sociales, el sufrimiento de otros y la pobreza les causan infelicidad. ¿Cómo pueden ser leídas estas fuentes de felicidad o infelicidad desde el enfoque de Schwartz? ¿Con qué valores se identifican estos intereses por la familia, la amistad y las problemáticas sociales? ¿A qué se deben tales preferencias?
En el otro extremo, describimos a los jefes de hogar pobres mayoritariamente como mujeres (54,23%), con una edad promedio de 41 años. El 91% de estos jefes de hogar alcanzó un nivel de educación por debajo de la secundaria, y sus actividades laborales principales son la agricultura (57,73%) y las labores del hogar (29,98%). Viven en los distritos más pobres del Perú (INEI, 2015): Chetilla (Cajamarca), Curgos, Huaso, Condormarca (La Libertad) y José Sabogal (Cajamarca), y participan sobre todo del mundo de la sierra rural del norte, donde el acceso a servicios básicos como agua (33,26%) y desagüe (13,35%) es escaso. Su puntaje de felicidad en la escala de Mateu et al. (2020a) es de 11 puntos.
Nos encontramos en un espacio muy distinto al de los jefes de hogar ricos. Hemos pasado de una zona urbana a una rural, donde la principal actividad económica es la agricultura y donde los servicios básicos son aún precarios. Naturalmente, el medio en el que viven repercute en su cultura y, por lo tanto, en sus valores. En el primer libro, resaltó la pertenencia de los jefes de hogar pobres (36,69%) a la organización social de base de las rondas campesinas, principalmente por la necesidad de mantener el orden social en su territorio y la seguridad de sus medios de vida (Rodríguez, 2007; Piccoli, 2009). Esto concuerda con los hallazgos de Yamamoto, Feijoo y Lazarte (2008), quienes sostienen que el bienestar subjetivo de las comunidades andinas de nuestro país está conformado por cuatro elementos: necesidades, recursos para satisfacerlas, percepción del logro de estas y un componente cultural (los valores).
Además, en contraste con los jefes de hogar del Perú rico, los jefes de hogar de la zona rural norte del Perú mencionan que la buena salud de ellos y sus familiares, así como tener trabajo y una casa, son motivo de felicidad; mientras que la enfermedad de ellos o sus familiares, la ausencia de trabajo, la carencia de recursos para mantener a sus familias y la precaria infraestructura de servicios básicos (agua y desagüe) repercuten en su infelicidad. Estas preocupaciones nos brindan una idea de sus circunstancias de vida, muy distintas de las de los jefes de hogar del Perú rico. A partir de estas declaraciones, nos preguntamos, sobre la base de la teoría de valores universales de Schwartz: ¿qué valores son más importantes para los jefes de hogar del Perú pobre? ¿Cómo puede ser leída la preocupación por la salud, la familia, el trabajo y la vivienda? ¿De qué manera se relacionan la cultura y las circunstancias de vida de los jefes de hogar pobres con sus preferencias de valores?
Entonces, mientras que los jefes de hogar ricos muestran sensibilidad por la familia, los amigos y el bienestar social, los jefes de hogar pobres manifiestan preocupaciones más inmediatas y materiales, correspondientes a las circunstancias que viven, marcadas por múltiples carencias, abordadas en esta investigación desde la pobreza multidimensional. ¿Cómo podemos comprender realidades tan distintas desde el enfoque de valores de Schwartz? En este libro, ahondamos en las circunstancias de vida de cada grupo para comprender sus preferencias por determinados valores, y cómo se encuentran estos entrelazados con la felicidad.
El presente libro está distribuido en seis partes. En el primer capítulo, presentamos el marco teórico de la investigación. Como en el libro primero (Vásquez et al., 2021) se introdujeron los conceptos y metodología de la felicidad y la pobreza multidimensional, acá nos concentramos en la teoría de los valores y sus métodos. Principalmente, introducimos la teoría de los 10 valores universales de Schwartz (1992) y su agrupación en cuatro cuadrantes. Con estas herramientas, en el resto del libro exploramos los valores y sus cuadrantes para los jefes de hogar de los dos extremos del Perú, y cómo estos se encuentran relacionados con la felicidad.
En el segundo capítulo, presentamos los números de los valores de cada Perú y los cuadrantes que resaltan para cada uno. Además, presentamos algunos supuestos que dan sentido a las preferencias de valores de los jefes de hogar de estos extremos. En el tercer capítulo, exponemos las diferencias que marcan la distancia entre los dos Perúes y cómo estas se traducen en la preferencia por determinados valores. Cabe resaltar que también notamos los valores que los acercan. En este capítulo, también presentamos las teorías que vinculan la felicidad con los valores.
En el cuarto capítulo, presentamos la relación entre los valores universales y variables como la edad, el sexo, la religión, el estado civil, el tamaño de familia, entre otros. Sobre la base de una revisión de estudios de alrededor del mundo, ahondamos en la relación que existe entre la preferencia de ciertos valores, el grado de felicidad y las circunstancias de vida de las personas. En el quinto capítulo, desde la mirada de las circunstancias de vida y la preferencia por determinados valores, nos centramos en los jefes del Perú menos privilegiado y ahondamos en las relaciones entre las variables presentadas en el capítulo 4 con determinados valores y lo que ellos implican para la felicidad de los jefes de hogar. En el sexto capítulo, nos centramos en su contraparte: los jefes de hogar ricos, y realizamos el mismo ejercicio de relacionar variables con la preferencia de valores y la felicidad. Por último, concluimos con unas reflexiones sobre los valores y la felicidad en los jefes de hogar de ambos Perúes.
El equipo de investigadores y coautores de esta obra no hubiera podido arribar a buen puerto de no contar con el valioso concurso de numerosas personas, amigos y colegas. En primer lugar,