Extrañas criaturas. José Güich Rodríguez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José Güich Rodríguez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9789972454691
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por otra parte, en sus microrrelatos destaca no solamente la precisión de la expresión sino el rigor con que se revela la absurda condición de algunos de sus personajes. Díaz Herrera, en cambio, apela a la ironía para cuestionar el carácter inmutable de ciertas versiones de la Historia así como esboza un mundo por momentos sórdido e implacable. Por último, los textos de Julio Ortega expresan su singularidad a partir de la reflexión acerca del significado de los vestigios de las culturas precolombinas, así como el significado de ciertos acontecimientos decisivos en la historia de nuestro país como la muerte de José María Arguedas y la tragedia de Uchuraccay.

      A continuación, pertenecientes a lo que podría denominarse la Generación de los 80, se sitúan Alejandro Susti, Enrique Prochazka, Carlos Herrerra y Fernando Iwasaki. A diferencia de sus contemporáneos, Susti incursiona en el microrrelato después de haber publicado principalmente textos poéticos. La ironía, el sarcasmo, el absurdo y el lirismo aparecen representados en sus textos a través de situaciones cotidianas en las que los personajes se ven minimizados por las circunstancias que les toca vivir. Escritor que ha preferido apartarse del círculo mediático, Prochazka, por su parte, revela en sus textos un manejo muy hábil de la intertextualidad, así como la plena coherencia de un universo ficcional en el que se recrean las tribulaciones de personajes históricos como Plinio o Gandhi. Por su parte, Carlos Herrera también evidencia en sus textos un constante diálogo con la tradición literaria así como un pleno dominio del lenguaje y el diseño estructural de sus microrrelatos. Por último, los textos de Fernando Iwasaki recurren al humor en base a la relectura y actualización de ciertos tópicos literarios como el horror.

      El grupo final de narradores de esta selección también se reúne en fechas muy cercanas y está conformado por José Donayre, Daniel Salvo, Ricardo Sumalavia, Alberto Benza González y Carlos Enrique Saldívar. En el caso de Donayre y Sumalavia, se trata de dos escritores que no solo han producido ya una significativa obra dentro de la ficción breve, sino que han alentado los esfuerzos de otros escritores a formar parte de este universo narrativo. En la obra de Donayre, por momentos resulta sorprendente el acopio en sus textos de referentes no únicamente humanísticos sino también científicos e, incluso, artísticos, mientras que en la de Sumalavia vemos un diseño riguroso de la anécdota así como la presencia de la paradoja en situaciones cotidianas y aparentemente intrascendentes. Daniel Salvo, por su parte, incursiona en el microrrelato trayendo consigo su experiencia con el relato de ciencia ficción —modalidad que, en nuestra literatura, despierta actualmente un interés cada vez mayor— ciñéndose siempre a formatos hiperbreves, rasgo que comparte con Alberto Benza González quien introduce en sus textos referentes absolutamente familiares en el imaginario de un lector peruano.

      Referencias

      Abril, X. (2006). Poesía soñada. Edición y estudio universitario de Marco Martos Carrera. Fondo Editorial de la UNMSM – Academia Peruana de la Lengua – Universidad San Martín de Porres.

      Gallegos Santiago, O. (2015). El microrrelato peruano. Teoría e historia. Prólogo de Harry Belevan. Lima: Micrópolis.

      Loayza, L. (1974). El avaro y otros textos. Lima: Instituto Nacional de Cultura.

      Vallejo, C. (1983). Obra poética completa. Lima: Mosca Azul.

Capítulo 3

       Sebastián Salazar Bondy

      (1924-1965)

      A lo largo de su corta pero prolífica producción literaria y periodística, Sebastián Salazar Bondy supo darse tiempo no solo para convertirse en el más importante promotor cultural de su época —a través de su labor en diarios como La Prensa, El Comercio y la revista Oiga, entre otros—, sino cultivar la mayoría de los géneros literarios: poesía, teatro, ensayo y narrativa. En este último ámbito, publicó Náufragos y sobrevivientes (1954 y 1955), Pobre gente de París (1958), El Señor Gallinazo vuelve a Lima1 (1961), Dios en el cafetín2 (1964) y dejó una novela inconclusa (Alférez Arce, Teniente Arce, Capitán Arce…) publicada póstumamente en 1969. En 1965, al inicio de su participación en el “Primer Encuentro de Narradores Peruanos”, Salazar Bondy supo esbozar el carácter temático de su narrativa:

      No soy especialmente un narrador; por lo menos hasta ahora no soy especialmente un narrador. He escrito algunos cuentos que no han tenido muchos elogios, pero creo que en ellos he puesto algo que me interesaba poner: esa pequeña mitología del mundo de la clase media, ese entretejido sutil de relaciones, cosido, hilvanado con prejuicios y sentimientos muy profundos, con ideas recibidas, heredadas y aceptadas irracionalmente y con aspiraciones incumplidas, con esperanzas siempre frustradas y con terrores al hundimiento en la masa anónima del proletariado. (Casa de la Cultura, 1969, p. 62)

      Estas breves palabras, sin embargo, eluden el hecho de que en sus relatos el autor abordó realidades que hasta ese entonces habían permanecido al margen de las preocupaciones de los narradores peruanos: una de ellas, quizá la principal, se vincula con la condición social de la mujer (piénsese, por ejemplo, en los cuentos “Soy sentimental”, “Recuperada”, “Volver al pasado” y “Pájaros”, todos incluidos en Náufragos y sobrevivientes).

      Por otro lado, si bien la opción por una narrativa de corte realista está claramente representada en los relatos de Salazar Bondy, también es cierto que existen algunos testimonios —pocos, es cierto— de un interés tangencial por el modo de lo fantástico, tal como se expresa en el microrrelato “Visita a mi propia estatua” que apareció originalmente en el primer y único número de Cuadernos de Composición en 19553. A él hemos agregado dos que fueran publicados en la desaparecida revista Mar del Sur en 1949, cuyo acercamiento a un cierto lirismo y acento subjetivo los vincula al poema en prosa, pero en los cuales también puede reconocerse un componente narrativo. Por último, el hallazgo probablemente más valioso sean cuatro textos inéditos del archivo personal del autor, testimonios que pueden contribuir a completar la figura de uno de los escritores peruanos más importantes del siglo XX.

       VISITA A MI PROPIA ESTATUA

      Ha transcurrido un siglo desde la triste fecha de mi muerte, ocurrida afortunadamente a los 100 años de edad, y he retornado, tras la prestigiosa apariencia fantasmal, con una sola finalidad al tedioso mundo de los vivos: ver mi propia estatua y regocijarme con ella. Debo aclarar, no obstante el honor que significa ser objeto de un tan notorio homenaje público, que me hallo un tanto decepcionado.

      Nunca fui un individuo semejante a esa absurda figura. Jamás, en primer término, me peiné con raya al medio, ni mi cabello constituyó esa flotante pelambre que pide a gritos un eficaz peluquero. Luego, y simplemente por comodidad, frecuentemente rehusé a caminar con libros voluminosos bajo el brazo. Además, siempre me jacté de no usar esa ociosa prenda llamada chaleco.

      Todo ello, sin embargo, pudiera ser pasable en mérito a que el Estado es regularmente torpe en la elección de los escultores oficiales, pero, ¿a quién diablos se le ocurriría que alguna vez adopté una postura tan convencional y ridícula? La mirada altiva, el mentón arrogante, el pecho explosivo, el brazo derecho recriminatorio y el izquierdo moderadamente amenazador. A fin de cuentas, un horror. Y más abajo, para completar el esperpento, una pierna tensa y la otra, en flexión, colocada en un subpedáneo que fluctúa entre piedra y almohadilla. La boca, por cierto, entreabierta, como sorprendida en el instante de pronunciar un portentoso discurso electoral.

      Puedo disculpar todos estos dislates estatuarios, mas creo imposible mostrarme indulgente con dos detalles falaces de esta réplica de mi ser terreno: aquellos que aluden a mis más sobresalientes características físicas. El artista —si así puede llamársele a tan conspicuo animal—, abusando de la libertad creadora y de la ignorancia general, de la cual participan, a lo que parece, mis nietos y sus hijos, me ha presentado calumniosamente flaco y aparatosamente narigón. Ello demuestra en