Universos en expansión. José Güich Rodríguez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José Güich Rodríguez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9789972454899
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los sectores medios y populares, quienes se benefician con la construcción de viviendas de bajo costo (las llamadas unidades vecinales) y una serie de obras públicas que modernizan a la capital y a otras ciudades. Esto crea adhesiones y genera el fortalecimiento del odriismo como fuerza política, aunque esto nunca se reflejara en el plano electoral, ya que la Unión Nacional Odriista (UNO), el partido fundado por el dictador, no ganó ninguna de las elecciones en las cuales participó —incluso aliado con sus antiguos enemigos apristas—.

      Y en las postrimerías del régimen, antes de las elecciones de 1956 que gana Manuel Prado, un nuevo medio de comunicación se instala en los hogares, como gran modelador de gustos y mecanismo de control ideológico que los primeros broadcasters intuyeron como futura industria: la televisión, cuyas primeras transmisiones de prueba —para un flamante canal del Estado— se emitirán desde el último piso del Ministerio de Educación, el primer rascacielos construido en el Perú y que cambiaría el perfil de la ciudad. La elevación del poder adquisitivo de las nuevas capas medias hace factible que esta tecnología, en un mundo hasta entonces dominado por la radio y el cine, transforme la visión acerca del mundo y establezca nuevos parámetros en el imaginario colectivo, esencialmente hollado por la penetración del mercado norteamericano y sus productos6.

      No es, precisamente, un escenario abundante en obras y creadores. Llama ciertamente la atención de que ninguno de los autores pertenecientes a la llamada generación del 50 se interese por la ciencia ficción en el momento al que hacemos referencia.

      Debe tomarse en cuenta que escritores nacidos después de 1920 solo darán a conocer sus textos en las cuatro décadas posteriores, como José B. Adolph, Juan Rivera Saavedra y Enrique Congrains Martin7, respectivamente. En otras palabras, los miembros de la llamada generación del 50 no se constituyen en agentes protagónicos de inmediato, pues estaban dedicados al periodismo o a la producción literaria de otra naturaleza. La actividad correrá a cargo de autores nacidos muchos años antes. El consenso señala a Héctor Velarde (1898-1989) —arquitecto de profesión y escritor que cultivó el humorismo con mucho éxito— como uno de los pocos autores interesados por las posibilidades de la ciencia ficción, pero desde un punto de vista cáustico o irónico, enfocado sobre todo en las transformaciones de las costumbres y la influencia de un modo de vida cada vez más artificial en los habitantes de Lima.

      El aporte de Velarde se concentra en Un hombre con tongo (1950) y La perra en el satélite (1958). A decir de Salvo (2004), estamos ante el caso aislado de un autor de tono crepuscular, quien utiliza los recursos del humor a la manera de una barrea contra la inevitable extinción de un mundo que parecía inalterable, donde todo estaba en su lugar y cada elemento era parte de una tradición sin fisuras. Honores (2010), por su parte, destaca la condición especulativa de estos libros respecto de la lenta inserción de la tecnología en la vida cotidiana8.

      En los dos libros de Velarde es visible la preocupación por una suerte de crisis y un descontento frente a la pérdida de la identidad y del arraigo a elementos del pasado que la modernidad, cual vendaval, avasalla sin remedio. Entre líneas, subyace la nostalgia por el paraíso perdido: la ciudad que el autor conoció y en la que vivió toda su existencia está cambiando sin remedio.

      Otro autor representativo de esta fase es Eugenio Alarco (1908-2005), historiador y ensayista, quien también exploró algunas de las temáticas más identificadas con el género en las novelas La magia de los mundos (1952) y Los mortales (1966). En ellas, este autor perfila la existencia de una humanidad futura dividida entre aquellos que han alcanzado la vida eterna y los que han quedado postergados respecto de esta posibilidad. Más allá del valor literario, poco apreciado por Abraham (2012, p. 415), quien se refiere a un estilo sobrecargado de adjetivos, el interés de estas novelas —a pesar de sus limitaciones artísticas— radica principalmente en los planteamientos distópicos: los hombres siguen estableciendo jerarquías entre ellos, a pesar de la desaparición de los conflictos sociales y de las guerras devastadoras. Y un grupo se arroga el derecho de decidir quiénes merecen alcanzar la inmortalidad.

       La Edad de Oro: 1968 a 1977

      En la siguiente década, ya en plena era espacial, un nombre es casi excluyente de cualquier otra propuesta vinculada con la CF. Es, obviamente, el de José B. Adolph (Stuttgart, 1933 - Lima, 2008). A diez años de su muerte, el consenso acerca de su importancia para el género en el Perú se ha visto consolidado gracias a una copiosa proliferación de artículos, ponencias y tesis universitarias en torno de su obra.

      Trasplantado a Sudamérica desde la cultura europea, en un periodo de crisis que culminaría con la Segunda Guerra Mundial desatada por el Tercer Reich, la obra de Adolph se inicia con la publicación del libro de cuentos El retorno de Aladino (1968) y, a lo largo de cuatro décadas, explorará las diversas posibilidades ofrecidas por la CF en un medio que hasta entonces no la había desarrollado más allá de ciertos tratamientos temáticos o coincidencias, sin estar necesariamente conectado con los grandes centros de producción, principalmente los Estados Unidos.

      A diferencia de sus contemporáneos, como Velarde o Alarco, que publican varios años antes, Adolph es un autor que decide inscribirse en los confines adultos y problemáticos, a la manera de creadores modernos como Asimov, Bradbury, Ballard, Heinley, Clarke, Leiber, Lem o Vonnegut, algunos de los cuales parecen haber sido sus principales referencias durante su formación como escritor. Esa visión cuestionadora de la civilización y de sus problemas vía el lenguaje de la CF se prolongará durante toda la primera parte de su obra, que alterna esta corriente con tratamientos afines a la tradición de la literatura fantástica, terrenos en los cuales también es calificado como uno de los contribuyentes de rol protagónico en el Perú.

      Daniel Salvo (2010), uno de los más enterados conocedores de la obra de Adolph, intenta una caracterización de lo que él denomina, en un detallado artículo, “La Edad de Oro de la ciencia ficción peruana”. Para el escritor e investigador iqueño, Adolph practica una modalidad “que lo hermana con la vertiente más especulativa del género, no basada en el regodeo tecnológico o aventurero, sino en especulaciones sobre el sentido último de la vida, la inteligencia, la humanidad, la religión” (p. 138). A lo largo de su producción, sobre todo en los cuatro volúmenes de cuentos que siguen a El retorno de Aladino, Adolph, quien fue más reconocido fuera de su país de adopción, abordará la CF como un medio capaz de transmitir reflexiones teñidas de escepticismo e ironía acerca de la sociedad de su época. En otras palabras, el corpus principal de estos relatos se halla en Hasta que la muerte (1971), Invisible para las fieras (1972), Cuentos del relojero abominable (1973) y Mañana fuimos felices (1975). En ellos se instala el núcleo exploratorio de Adolph y su visión de los asuntos tratados anteriormente por el género. Relatos como “Tesis”, “El complejo de Caín”, “El falsificador” “Los mensajeros”, “Hasta que la muerte”, “Inauguración” o “Artemio y Multical”, remiten a unos precedentes más o menos codificados, como Asimov o Clarke. Sin embargo, no estamos frente a un autor simplemente epigonal, sino ante alguien que utiliza los tópicos con el propósito de moldear abordajes originales que no se limiten a la mera imitación o al tributo a las fuentes inspiradoras.

      Adolph propone una visión muy personal de la sociedad y de los seres humanos bajo una pátina de ironía y velado sarcasmo acerca de las múltiples contradicciones: una especie imperfecta y temerosa a pesar de sus grandes conquistas tecnológicas. Ello permanecerá latente incluso en obras tardías, como Los fines del mundo (2003). No hay duda de que este escritor marcará un hito en el hasta entonces inseguro e incipiente territorio de la CF escrita en el Perú. Con su obra perdurable, extendida a novelas distópicas como Mañana las ratas (1984) —en esta plantea un futuro sombrío en el cual una corporación global se ha entronizado para ejercer el control sobre las muchedumbres pauperizadas en ciudades derruidas como Lima—, la CF de factura nacional parece anunciar los primeros síntomas de una madurez posible.

      José Manuel Estremadoyro, incluido por Abraham y Salvo en sus respectivos panoramas, es autor de dos novelas aparecidas a comienzos de la década que, de algún modo, cancelarán