Las formas del saber en torno a la comunicabilidad universal. Harald Bluhm. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Harald Bluhm
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561709539
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que es parte del conocimiento en general, se basa en algo universalmente válido. Volveremos sobre este punto en detalle una vez que abordemos el problema del humor. Las incongruencias y la insensatez, o lo que se supone como deficiente, es entonces totalizado, es decir, se refiere a todo el mundo, como se expresa Jean Paul en su Vorschule. Con ello, lo deficiente se hace universalmente válido, y, así nuestra tesis de la mano de Jean Paul, y más allá de Baumgarten, se hace además universalmente comunicable, de tal manera que el humor puede ser así concebido dentro de nuestras determinaciones, como una forma del saber. Estamos convencidos al respecto que en sus reflexiones sobre el humor radica el aporte esencial de Jean Paul al debate estético del siglo dieciocho.

      Otro gran debate del siglo dieciocho que fue reflexionado y comentado por Kant y Jean Paul fue la así denominada controversia del panteísmo, iniciada por el escrito de Friedrich Heinrich Jacobi con el título Cartas sobre la doctrina de Spinoza al Señor Mendelssohn del año 1785 (segunda edición ampliada 1789). Allí, Jacobi comunica a Mendelssohn, en diversas cartas, que Lessing se declaró a favor del panteísmo de Spinoza, cuestión que provocó primeramente un debate entre Jacobi y Mendelssohn, y que más tarde inició un debate fundamental sobre el racionalismo y el Idealismo trascendental.127 Según Jacobi, para Spinoza una fe revelada sería innecesaria porque la naturaleza trabaja por sí sola en forma divina (deus sive natura). Jacobi ve en esta postura una filosofía mecánica que conduce finalmente al ateísmo. A esto habría que oponer una fe necesaria, la cual lleva más bien a una mecánica de la naturaleza. El concepto fundamental en la interpretación de Spinoza por Lessing es el Ἓν καὶ Πᾶν (Hen kai Pan), la unidad absoluta, lo que significa de suyo la unidad inseparable del ser, y con ello, la unidad inseparable de la naturaleza, el hombre y la divinidad. El hombre es así uno con el universo. Pero para Jacobi y Mendelssohn este concepto no es apropiado para describir la relación entre el hombre y la naturaleza, entre el sujeto y el objeto. Al amplio concepto de libertad en Spinoza, además, se opone de esta forma el concepto de la autonomía del individuo. Sobre la base de este debate se entiende mejor el énfasis que Kant pone en el concepto de autonomía en su filosofía práctica y en su filosofía de la religión.128

      Kant queda involucrado en el debate cuando Jacobi publica en el año 1787 su texto David Hume sobre la creencia, o idealismo y realismo. Una conversación, en donde acusa finalmente, desde el lado de Spinoza, también indirectamente a Kant de ateísmo.129 Jacobi se refiere en su texto a los Prolegómenos de Kant del año 1783, y concluye allí que para Kant la fe tiene su ubicación más allá de la teoría del conocimiento, mientras Jacobi pretende pensar al conocimiento y la fe simultáneamente. En el fondo se trata del conocido reproche contra Kant que señala, por un lado, que éste habría destruido la metafísica, para después reinstalar, “por la puerta trasera”, una fe de la razón (Vernunftglauben) en su filosofía práctica. Sin embargo, esta fe de la razón habría que entenderla como una fe que se distingue estrictamente de los procedimientos teoréticos del conocimiento. La filosofía de la fe de Jacobi se construye al contrario sobre el concepto del sentimiento. Las cosas que son inalcanzables para los sentidos son reconocidas en el sentimiento como algo verdaderamente objetivo. Y también el saber se relaciona de este modo con el sentimiento: “Cuando alguien dice, él sabe, entonces preguntamos con razón, ¿de dónde sabe? Inevitablemente tiene que remitirse a uno de los dos: o al sentimiento de los sentidos o al sentimiento del espíritu”.130 Este saber que surge de un sentimiento del espíritu, es en Jacobi la fe: “Sólo se puede creer en la virtud, por lo tanto, en la libertad, por lo tanto, en el espíritu y en Dios.131 En ello, este saber por fe no se subordina a un saber que se constituye a través de la intuición sensible y que, según Jacobi, llamamos “el verdadero saber”: “El sentimiento, sin embargo, que funda el saber en la intuición sensible (el llamado verdadero saber), se encuentra tan poco por encima del sentimiento que funda el saber en la fe, como la especie de animales por encima de la especie del hombre, el mundo material por encima del intelectual, la naturaleza por encima de su autor creador”.132 La ausencia de sentimiento en el hombre lleva al completo repudio del mismo, en tanto que al animal se le puede perdonar cuando carece del conocimiento de lo bueno, lo verdadero, lo bello. Pero en el hombre, al contrario, la ausencia de tal conocimiento es “contranatural” (widernatürlich) y nosotros vemos tal hombre “como una repugnante criatura deforme, (…) con horror o como un ser satánico (…)”.133 Sentimiento y razón están en el hombre en una relación indisoluble. Donde falta el sentimiento objetivo puro, tampoco está presente la razón. Pero si están presentes los sentimientos objetivos, ella también está presente. El sentimiento puro, es decir, él junto con la razón son el fundamento de la “libertad, [la] virtud, [el] conocimiento de Dios, [la] sabiduría y [el] arte”. Con ello, el sentimiento se convierte en Jacobi en un órgano de lo suprasensible.134 También cuando no puede darse ninguna convicción de nuestra existencia por pruebas racionales, de igual manera podemos ser convencidos como hombres de nuestra existencia y nuestro Dasein. Tal certeza ya está en nosotros como la fe, antes de todo saber racional. A este respecto, Jacobi escribe a Mendelssohn: “Todos nosotros hemos nacidos en la fe, y debemos quedarnos en la fe, tal y como todos hemos nacidos en sociedad, y debemos quedarnos en sociedad”.135 Algunas líneas más tarde, Jacobi explica su principio de fe de la siguiente manera:

      “Por la fe sabemos que tenemos un cuerpo, y que fuera de nosotros existen otros cuerpos y otros seres que piensan. ¡Una verdadera revelación! Pues sólo sentimos nuestro cuerpo, hecho así o hecho distinto; y mientras lo sentimos hecho así o distinto, no sólo nos damos cuenta de sus cambios, sino que además de algo muy distinto de ello, que ni es mero sentimiento ni pensamiento; nos damos cuenta de otras cosas reales, a saber, con la misma certeza con la cual nos damos cuenta de nosotros; pues sin el Tú, el Yo es imposible. Recibimos, entonces, todas las representaciones simplemente por cualidades que presuponemos, y no hay ningún otro camino de un conocimiento real; pues la razón, cuando pare cosas, [ellas] son entonces quimeras”.136

      La fe sensible para Jacobi es entonces una fe, propia de la revelación. Aquello que se revela debe ser, según él, una fuerza creadora que es responsable de la formación de la existencia. La filosofía de Jacobi como filosofía de la fe se opone, por consiguiente, a un idealismo del entendimiento. Y si después de todo parte de una objetividad de nuestras representaciones, entonces ésta sólo puede ser postulada en base a la fe. La fe sensible es el fundamento de todo conocimiento posible. ¿Pero cómo puede llevar dicha fe a una certeza? Ya que sólo con ello se nos revelan las cosas fácticamente, esta revelación sólo puede ser un milagro. No tenemos, entonces, más que la existencia de una cosa, pero aquello que podemos percibir es algo del todo inexplicable. Sin embargo, llegamos a la convicción de que podemos percibir la existencia de las cosas, justo así, como ellas se nos revelan.137 La así denominada fe en Jacobi es, por lo tanto, una fe en la revelación como fe en Dios, es decir, religión. La fe sensible se posiciona en contra del idealismo, la fe de Dios en contra de cualquier nihilismo. En ello, la fe es una fe del corazón que ni el idealista ni el ateísta puede destruir. El corazón cree. El entendimiento cuestiona la fe. La fe es una capacidad crucial que da sentido y está sujeta a nuestra capacidad de percibir. Y es justamente este sentido el que Jacobi denomina en su Introducción a todos los escritos filosóficos como “sentimiento” o “razón”.138 El sentimiento es el fundamento del conocimiento humano que no puede ser alcanzado por el conocimiento del entendimiento. Es verdad que el entendimiento posibilita los conocimientos dentro de la naturaleza, pero el punto es que Dios no entiende. El hecho de que haya una primera causa de todo, es una cuestión que al entendimiento le resulta imposible pensar, pues lo originario está lejos de su capacidad de comprensión. Sin embargo, el hombre es capaz de sentir esta originalidad y la convierte así en una certeza. Por encima del entendimiento, el hombre se destaca por esta originalidad y se destaca frente a todos los otros seres. Con ello, Jacobi se distingue de los programas filosóficos de Spinoza y Leibniz, entre otros; éstos diferencian el hombre sólo gradualmente de otros seres naturales. Desde el punto de vista de Jacobi, estos filósofos permanecen como naturalistas puros, cuestión que se caracteriza por la concepción de la originalidad humana.

      Ahora bien, es interesante que Jacobi, en su crítica a Kant se refiera preferentemente a la primera edición de la Crítica de la razón pura y a los Prolegómenos. El punto principal