A pesar de haber sido perseguido por el Gobierno anterior –con un reciente secuestro gubernativo el 12 de mayo de 1975–, Cambio 16 muestra cierta esperanza ante el primer Gabinete de la Monarquía también presidido por Arias. A diferencia de las declinantes revistas ilustradas, el semanario crítico despide a Franco con un número extraordinario en el que destacan la frialdad de una portada en negro con dos únicas palabras –«La muerte»– y los artículos de dos historiadores: el hispanista británico Hugh Thomas, autor de una celebrada historia de la Guerra Civil por entonces aún no traducida al castellano, y Manuel Tuñón de Lara, radicado en la universidad francesa de Pau. Pero la esperanza se transforma en decepción con el secuestro gubernativo del número siguiente por un editorial de claro apoyo al mensaje del nuevo Rey y un expediente administrativo posterior por un artículo de Alejandro Muñoz Alonso titulado «En el umbral del cambio».
La primera revista de información del país, con una tirada superior a los 300.000 ejemplares semanales y con más de un millón de lectores, fue secuestrada en la primera semana de este nuevo reinado que tantas esperanzas ha suscitado [...] El optimismo, a pesar de todo, no decae; pero se impacienta.7
La respuesta de Cambio 16 es la portada de la segunda semana de diciembre, en la que el Rey trata de zafarse del peso aplastador de un elefante, y el cuestionamiento sistemático de la voluntad reformadora de Arias en portadas, editoriales e informaciones. Aun así, el año 1976 puede ser saludado con el deseo de un «Feliz año libre»8 y el reconocimiento de que el nuevo es un Gobierno «como el que no habíamos tenido en cuarenta años» y que «tres años de guerra atroz y treinta y tantos años de postguerra sin remedio están llegando a su fin», con la apertura de «una puerta, una amplia puerta, al futuro y la esperanza».
Pero las portadas y los editoriales de los meses siguientes muestran una desconfianza y una invitación insistente a un cambio rápido: «Democracia, que se vea»,9 «Desafío al Gobierno»,10 «Bunker, bunker»,11 «Frenazo Arias»,12 «Todos contra Arias»,13 «Contra violencia, libertad»,14 «Está que arde»,15 «Semana trágica» y «Se acabó el tiempo»,16 «El Gobierno se rompe»,17 «Hipocresía de los reformistas de papel»,18 «El búnker no se rinde» y «Elecciones, por favor»,19 «A votar, ya»,20 «Socialistas, aquí estamos»,21 «El Rey se preocupa: Arias lo para todo».22 El editorial de este primer número de mayo motiva el secuestro de la primera edición y en la segunda se recomienda la lectura de Newsweek por unas palabras del rey descalificadoras de Arias:23 «Si sabe inglés, compre Newsweek».
Las portadas y los editoriales continúan siendo críticos: «Europa desconfía»,24 «A pesar de Arias, el Rey con la oposición»,25 «Violencia en España. Libertad que no llega»,26 «Don Juan no se fía»,27 «El rey que viajó» y «La dictablanda».28 Una caricatura del rey Juan Carlos bailando a lo Fred Astaire en Nueva York, firmada por Didot + Ortega, causa un gran enfado al presidente del Gobierno, que pretende suspender la revista por cuatro meses y ordena la retirada de publicidad oficial a la prensa crítica, según el testimonio de la discusión habida en el Consejo de Ministros, legado por el titular de Asuntos Exteriores, José María de Areilza (1977: 195-197). Cambio 16, que ya había pedido la supresión del Ministerio de Información y Turismo,29 defiende la necesidad de una prensa libre sometida tan solo a los tribunales ordinarios.30
En estas circunstancias, los apoyos internacionales son de gran relieve (Díaz, 2012: 9, 161). Además de Le Monde, tiene mucha relevancia que The Washington Post, recientes los ecos de su victoria sobre el presidente norteamericano Richard Nixon en el caso Watergate, dedique un editorial a Cambio 16. La editora Katharina Graham, que lo es también de Newsweek, aprovecha una visita a España por esos mismos días para ir a la redacción de la revista, que ya se presenta como la quinta de esas características, después de Time y Newsweek, la alemana Der Spiegel y la francesa L’Express.31
El estupor y la decepción con que se recibe el nombramiento por el rey de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno, en España y en el extranjero, dejan paso a una expectativa sobre lo que pueda hacer. Reconociendo muy pronto su voluntad reformista, Cambio 16 le muestra un apoyo pragmático acompañado de una crítica vigilante y un apoyo visible a la actividad creciente de la oposición. La amnistía «dentro de un orden», que Arias se había negado a considerar, fortalece a ese Gobierno «nacido con mal pie».32 «Suárez pasó la prueba»,33 pero se le reclama una gestión más eficaz de la desarticulación del terrorismo de ETA y los GRAPO, así como un cambio en las fuerzas de orden público, tras las 30 víctimas mortales –cifra que irá creciendo– acumuladas en pocos meses y dos oleadas de bombas sin explicaciones.34 Hay que cambiar de arriba abajo la política de orden público, reformar la policía y la Guardia Civil,35