La reconstrucción más completa de esas normativas y estallidos de represión estatal en Elizabeth Lira y Brian Loveman, Las suaves cenizas del olvido. Vía de la reconciliación política, 1814-1932. Santiago, 1999; Las ardientes cenizas del olvido. Santiago, LOM, 2000; Arquitectura política y seguridad interior del Estado. 1811-1990. Dibam, 2002; Poder Judicial y conflictos políticos en Chile (1925-1958). Santiago, LOM, 2013.
2 Hugo Frühling. «Fuerzas armadas, orden interno y derechos humanos». En Hugo Frülingh, Carlos Portales y Augusto Varas. Estado y Fuerzas armadas en el proceso político chileno. Santiago, Flacso, 1982, p. 35.
3 Verónica Valdivia Ortiz de Zárate. Subversión, coerción y consenso. Creando el Chile del siglo XX (1918-1938). Santiago, LOM, 2017.
4 Esta tesis fue inicialmente planteada por Norbert Lechner en La democracia en Chile, Santiago, Flacso, 1970, pero está también en aquellos que han suscrito la idea de estado de Compromiso, como por ejemplo Tomás Moulian, «Desarrollo político y estado de Compromiso: desajuste y crisis estatal en Chile», Estudios Cieplan, No. 8, 1982 y en Las contradicciones del desarrollo político chileno, Santiago, LOM, 2009.
5 Verónica Valdivia O. de Z. Subversión, coerción y consenso, op. cit., cap. VII.
6 Camilo Plaza. «El Servicio de Investigaciones y la policía política en Chile (1933-1973)». Manuscrito inédito.
7 Ibid., caps. II y VII.
8 Esa es la mirada clásica, a pesar de las tensiones. Sofía Correa et. al. El siglo XX chileno. Santiago, Sudamericana, 2000; Arturo Valenzuela. El quiebre de la democracia en Chile. Flacso, 1978.
9 Marina Franco. Un enemigo para la nación. Orden interno, violencia y subversión, 1973-1976. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2012, la cita en p. 17.
10 Mariana Iglesias. «La excepción y la regla. Estado, partidos políticos y Medidas Prontas de Seguridad en Uruguay, 1946-1963». Tesis de Maestría, Buenos Aires, Universidad del General Sarmiento, 2010; una síntesis en «La excepción como práctica de gobierno en Uruguay, 1946-1963». Contemporánea, No. 11, Montevideo, 2011, pp. 137-156; Leandro Kierszenbaum. «Estado peligroso y Medidas Prontas de Seguridad: violencia estatal bajo democracia (1945-1968)». Contemporánea, No.12, Montevideo, 2012, pp. 97-114.
11 Tomás Moulian. Democracia y socialismo. Santiago, Flacso, 1983; Paul Drake. Socialismo y populismo en Chile. Valparaíso, Ediciones UCV, 1993; Sofía Correa. Con las riendas del poder. Santiago, Sudamericana, 2000 y Marcelo Casals. El alba de la revolución. La izquierda y el proceso de construcción estratégica de la «Vía chilena al socialismo», 1956-1970. Santiago, 2010 y, del mismo autor, La creación de la amenaza roja: del surgimiento del anticomunismo en Chile a la campaña del terror de 1964. Santiago, LOM, 2016. Una versión alternativa sobre las derechas en Verónica Valdivia O. de Z y Julio Pinto V, «Repensando a la derecha chilena, 1925-1932», Moscú, Istoriya, No. 5, 2020.
12 Gilbert Joseph y Daniela Spenser (editores). In from the Cold. Latin America’s New Encounter with the Cold War. Durham, Duke University Press, 2007, p. 20; Frederick Katz. «La Guerra Fría en América Latina». En Daniela Spenser (coordinadora). Espejos de la Guerra Fría: México, América Central y el Caribe. Ciesas, 2004, pp. 18-20; Greg Grandin. The Last Colonial Massacre. Latin America in the Cold War. The University of Chicago Press, 2004, pp. 5-8; Piero Gleijeses. La esperanza rota. La revolución guatemalteca y los Estados Unidos, 1944-1954. Guatemala, Editorial Universitaria-Universidad de San Carlos de Guatemala, 2008, p. 307.
13 Alberto Aggio. Frente Popular, radicalismo e revolução passiva no Chile. São Paulo, Anna Blume/FAPESP, pp. 152-153.
14 Jody Pavilack. Mining for the Nation: The Politics of Chile”s Coal Communities from the Popular Front to the Cold War. The Pensylvania University Press, 2011. Una revisión más pormenorizada de la bibliografía existente en el capítulo II.
15 Carlos Huneeus. La Guerra Fría chilena. Gabriel González Videla y la Ley Maldita. Santiago, Debate, 2009.
16 Alfonso Salgado. «Exemplary Comrades: The Public and Private Life of Communist in Twentieth-Century Chile», Columbia University, 2016.
17 Volodia Teitelboim. Pisagua. La semilla en la arena. Santiago, LOM, 2002. La primera edición es de 1973.
18 Rodrigo Patto Sá Motta. Em guarda contra o perigo vermehlo. Sao Paulo, Editora Perspectiva S.A., 2012.
19 Marcelo Casals, op. cit.
20 Genaro Arriagada. El pensamiento político de los militares. Santiago, Cesoc, 1981, p. 54; Alfred Stepan Repensando a los militares en política. Cono Sur: un análisis comparado. Buenos Aires, Planeta, 1988.
21 Carlos Portales. «Instituciones políticas y fuerzas armadas». En Frühling, Portales y Varas, op. cit., p. 12.
Capítulo I Pisagua, 1948
1.- «Traslados»
«A Óscar me lo mandaron relegado a Pisagua. Y tanto que habíamos trabajado por él [Gabriel González Videla] en la campaña; yo hasta subí a la tribuna para proclamarlo»22; «Fueron años muy duros. González Videla cometió muchas barbaridades. El pretexto fue la huelga del carbón que, según decía, era “la primera batalla de la tercera guerra mundial”. Por orden del gobierno, los carabineros detuvieron a cientos de mineros y los metieron junto con sus mujeres y sus niños en carros de carga del tren, que se usaba normalmente para transporte de animales y de mineral. Por crueldad o torpeza, al llegar a Chepe desengancharon a esos vagones de la locomotora y ahí quedaron botadas muchos días esas familias, sin alimentos, sin servicios higiénicos, sin agua. Había vigilancia a cargo de carabineros armados… El traidor, empeñado en aplicar a toda costa su política represiva, ordenó mandar a todos aquellos mineros con sus familias al puerto salitrero de Pisagua, recién habilitado como campo de concentración»23.
Semanas antes de los primeros «traslados», el Presidente había solicitado al Congreso facultades extraordinarias en nombre de la democracia y la salvaguardia de las instituciones: «El actual gobierno […], celoso guardador y mantenedor de las tradiciones democráticas del país, es contrario, por principio, a la adopción de aquellas medidas que tiendan a coartar esas libertades y derechos, pero tampoco puede aceptar […] que ciertos sectores extremistas, abusando de las garantías que a todos los ciudadanos otorga la democracia, quieran hacer escarnio de aquellos mismos principios y pretendan socavar el normal desenvolvimiento de nuestra institucionalidad […] un plan atentatorio a la economía nacional que se traduce en numerosas huelgas de carácter ilegal, que son mantenidas y alentadas en los centros de producción, tales como las que se realizan en las zonas cupríferas, salitreras y carboníferas»24.
Instalando el conflicto interno en el marco de la naciente Guerra Fría, el Presidente Gabriel González acusó a los comunistas de preparar una huelga revolucionaria: «Un vasto programa concebido por el totalitarismo ruso, que realizaban simultáneamente en el mundo entero todos los núcleos comunistas […]una huelga general revolucionaria […] Los antecedentes reunidos, provenientes de todo el país, me señalaron que esta huelga debía empezar en las minas de carbón de Lota y Coronel, lo que traería como consecuencia inmediata e inevitable, la paralización de los Ferrocarriles del Estado, de todas las industrias y de la empresas de electricidad y gas»25. Esta reconstrucción muy posterior a los hechos –incluso cruzada por el Golpe de septiembre de 1973– alude al estallido de una huelga en la zona del carbón, a comienzos de octubre de 1947, cuando las relaciones entre el gobierno y el Partido Comunista estaban rotas y este se encontraba, prácticamente,