Si bien el Campo de Pisagua estaba muy aislado, no estaba completamente cerrado ni era inaccesible, pues durante un cierto tiempo fueron posible visitas, las que debían ser autorizadas por el Ejército, considerando la Zona de Emergencia, como fue el caso, incluso, de un periodista del diario El Siglo: «Esta Comandancia Particular de la Guarnición autoriza para que el señor JOVINO TRONCOSO JAQUE pueda visitar el puerto de Pisagua»88. Considerando que tales visitas quedaban a discreción del Jefe de la Zona de Emergencia, fueron denegadas al senador Elías Lafertte y al diputado Víctor Contreras Tapia, ambos comunistas, quienes pretendían visitar a los detenidos y llevarles los auxilios que se reunieron con la llegada de los primeros trasladados89. Hasta comienzos de febrero de 1948, los detenidos en el Campo de Pisagua podían ser visitados por sus familiares, prerrogativa que fue suspendida por el Jefe de Zona de Emergencia, debido a la ausencia de las condiciones requeridas para ello: «En vista de que en Pisagua no se cuenta con locales para el alojamiento de los trasladados por decreto del Supremo Gobierno y que existe en dicho puerto solo alimentación para el número exacto de personas trasladadas y familiares autorizados por el gobierno, prohíbese la afluencia de familiares para visitar a sus parientes trasladados, salvo aquellos que tengan recursos tanto en alojamiento como en alimentación por su propia cuenta, comprobados ante la Jefatura de la Zona de Emergencia»90. A partir de esta fecha, cualquier persona que quisiera visitar Pisagua debería contar con un salvoconducto emitido por la Jefatura de Zona de Emergencia.
En ese sentido, la autoridad del campo correspondía al Ejército, pero el funcionamiento interno, a Carabineros.
El desayuno, que era a las 6.a.m., consistía en un tarro de café, sin leche, y un pan, duro según el informe enviado por los detenidos, aunque según la información gubernamental, a fines de 1947 se habilitó una panadería, en la que trabajaba personal militar. El almuerzo era preparado también por el servicio del Ejército, en ocho cocinas de campaña de su propiedad, y parece haberse servido a mediodía, porque se hacía referencia a que ocurría en «las horas del sol más inclemente», para el cual debían ordenarse de a dos en la fila, debido a la insuficiencia de tiestos, compartiendo la comida: «Uno solicita un plato y el compañero el otro. Si el interesado desea servirse ambos platos, debe permanecer en la cola hasta que se le entregue uno. Enseguida lo come parado a todo sol o en cuclillas. Después debe colocarse nuevamente en la cola para esperar el otro plato, que se servirá en idénticas condiciones. En el suelo abundan los desperdicios. El pan es sucio. Abundan además los lagartos y las sabandijas»91. Según el Jefe de Zona, el Ejército dispuso de cincuenta mesas y bancas para ochocientas personas, además de fuentes, jarros, platos y servicios. El «rancho» constaba generalmente de un plato de porotos y uno de cazuela, aunque había quejas contra la carne descompuesta, por su transporte a través de la pampa en camiones sin las condiciones adecuadas. Según el General Aldana, en cambio, el rancho era variado, incluyendo tallarines, carne argentina enlatada, avena y leche condensada para los niños. Los detenidos solicitaron a los Jefes del Campo participar en la elaboración y distribución de la alimentación y que las cocinas se instalaran cerca de la plaza, para no tener que bajar y subir, considerando la topografía del terreno, a lo que las autoridades accedieron «y las cocinas fueron instaladas en un lugar más adecuado que el hospital donde funcionaban»92.
En materia de salud, según las Memorias de Gabriel González, un médico de Iquique visitaba semanalmente el Campo, aserto que coincide con la información oficial y de los opositores, la cual señala que dos veces por semana viajaba uno o dos médicos desde Iquique. El Jefe de Zona afirmó que se trataba de médicos y dentistas de las fuerzas armadas, los que hacían turnos cada tres días. No obstante, muchos de los detenidos y sus familiares, en los casos en que ellos se encontraban en Pisagua, estaban enfermos: «Un obrero de apellido Gaitán está enfermo del corazón. El alcalde de Calama, Ernesto Meza Jeria, padece de una seria bronquitis. Hay una mujer tuberculosa postrada en cama. Se generaliza una epidemia de sarna». A esto colaboraba, tal vez, la calidad del agua, salobre y con cloro. Según se denunciaba, al comienzo los detenidos, aproximadamente 300, contaban solo con una llave de agua, situación que luego mejoró. De igual manera, se indicaba que «A excepción de dos baños que hay en el hospital, no existen otros baños, salvo los de mar. Las duchas que hay en la cárcel, a las cuales los obreros habían conseguido acceso, les están nuevamente vedadas [a quienes] no soliciten un permiso especial de la Dirección General de Prisiones. Prácticamente, ya no podrán hacer uso de las duchas, puesto que dicha Dirección General se encuentra en Santiago»93. La información de Aldana, Jefe de Zona y del Campo, sostenía que personal de tropa y obreros contratados por la Zona de Emergencia construyeron dormitorios y «baños de lluvia»94.
Apenas organizado el campamento de Pisagua, un médico viajó para examinar a los detenidos, según informó la Prefectura de Tarapacá No. 1, de Carabineros, al Intendente de la provincia: «Radiograma 496, de 27 de los corrientes, dirigido a esta Prefectura: Remiradio 490. Visto que médico contó con medios de locomoción, trasladóse (sic) ayer a Pisagua y examinó relegados dicho punto con siguiente diagnóstico: Ramón Ferrer Salas, úlcera gástrica en período de evolución; Salvador Riumallo Pla, aortitis crónica, hipertensión arterial, crisis anginosas, bronquitis aguda; Senén Castaño G., apendicitis crónica reagudiada (sic), hepatitis; Rafael Salgado Fernández, amigdalitis aguda; Enrique González del Nacimiento, amigdalitis crónica, úlcera cicatricial pierna derecha. Médico estima conveniencia cambio de sitio relegación a lugar donde puedan tener atención inmediata tanto médica como higiene-dietética. Atención médica que puede prestarse en Iquique. – Comandante Muñoz»95.
Los informes de Intendentes, Prefectos de policía y militares daban cuenta constante de la existencia de numerosos enfermos en Pisagua, los que en casos graves debían ser llevados al Hospital de Iquique, porque en Pisagua no existían las condiciones para su sanación, sino al contrario96. Tal fue el caso de Eduardo Reinoso Pérez, quien, según el informe del delegado del Jefe de Emergencia en el Departamento de Pisagua, teniente Coronel Víctor Beltramí Silva: «Ayer fue trasladado al Hospital Regional de Iquique el trasladado en Pisagua Eduardo Reinoso Pérez por padecer de pleuro pulmonar basal derecho, quien ha quedado hospitalizado en observación»97. En plena movilización de detenidos por el país y casi recién llegados a Pisagua, un grupo de ellos debió ser llevado al Hospital de Iquique, lo que Carabineros informó a la intendencia de la provincia: «Prefectura de Tarapacá No. 507. Resuradio 26. Ayer llegaron a esta localidad procedentes de Pisagua relegados Enrique González del Nacimiento, Senén Castaño González, Ramón Ferrer Salas, Rafael Salgado Fernández, Salvador Riumallo Pla y José Olivares Cáceres. Adoptándose medidas de vigilancia correspondiente. –Comandante Muñoz–»98. El radiograma referido fue direccionado a la ayudantía General de la Dirección General de Carabineros, en Santiago.
Existía, asimismo, la fórmula del «retrasladado», sacado del Campo de Pisagua y reenviado a su lugar de origen por razones médicas: «Ayer 14, a las 12 horas, por disposición de esa Jefatura de Zona de Emergencia, la 2ª Comisaría de esta Prefectura procedió a hacer entrega del “trasladado” JOSÉ TRISTÁN BARRERA, que se encontraba enfermo en el Hospital Regional de Iquique, al Detective 3º de Investigaciones Gilo Infante, a objeto de ser retrasladado a Caldera»99.
Si bien efectivamente los presos eran visitados de manera permanente por médicos, las condiciones de vida en el Campo de Pisagua no eran las mejores y abrían la posibilidad para el agravamiento de los enfermos o quienes sufrieran alguna emergencia, como de hecho ocurrió. En Pisagua murieron Ángel Veas, exdiputado