La confrontación directa entre imágenes y palabras y el debate sobre las limitaciones y alcances de unas y otras serán tratados a lo largo del Capítulo 3 de este trabajo. Pero es pertinente hacer ahora una referencia a esta cuestión. Adam Schaff sostiene la primacía del pensamiento en palabras:
a) El proceso del pensamiento abstracto es siempre verbal, aunque el individuo pensante no siempre se dé cuenta de ello. Se trata, por tanto, de una unidad específica de lenguaje y pensamiento.
b) Todos los procesos mentales y todos los procesos de la transmisión de ideas vienen acompañados, de una u otra forma, de procesos linguísticos.
c) Toda la subclase de signos extralingüísticos, dentro de la clase de los signos propios, sólo abarca —en relación con el lenguaje y sus signos— medios meramente derivados de la transmisión del pensamiento humano, y en este sentido son signos de expresión derivativa. En otras palabras: mientras que los signos lingüísticos pueden funcionar sin recurrir a la ayuda de señales o símbolos, el funcionamiento de las señales o símbolos presupone en cambio su traducibilidad a signos lingüísticos.[80]
Afirma, pues, que lenguaje verbal y pensamiento están unidos porque el pensamiento abstracto es verbal. Pero podemos preguntarnos: ¿no hay acaso pensamiento no abstracto? Sí lo hay, y no depende de la verbalización. Dice también que todo tipo de comunicación de ideas está acompañada de verbalizaciones. Mas hay que aclarar que eso sucede si por ideas entendemos únicamente razonamientos formulados en enunciados.
Schaff se preocupa por no identificar en exceso lenguaje y pensamiento. Son como «las dos caras de un papel», pero no son lo mismo:
El pensamiento humano es verbal y, precisamente por ello, abstracto y generalizador: toda palabra generaliza. Pero el pensamiento también opera con medios de orientación prelingüística en el mundo, con imágenes sensibles concretas y sus asociaciones. [...] Las imágenes sensibles concretas […] no poseen, empero, naturaleza lingüística. Al menos por este motivo, el pensamiento no es idéntico al lenguaje, es más rico que este último.[81]
La tesis de que las imágenes sensibles y sus asociaciones son también pensamiento parece contradecir lo que afirma Schaff en la cita anterior, donde ubica a las señales no lingüísticas como derivaciones del lenguaje articulado. Pero luego continúa de esta manera:
¿Puede aparecer el lenguaje sin el pensamiento? [...] Si se acepta que la orientación del recién nacido en el mundo es idéntica al pensamiento, entonces se debería sacar la consecuencia de que los animales piensan; o sea, poner en entredicho el carácter específico del pensamiento humano. [...] No he encontrado ningún defensor de la tesis de que existe un lenguaje […] sin un pensamiento. Puesto que el lenguaje es una unión del portador material —es decir, el sistema de símbolos— y de los significados de esos símbolos —sin lo cual los símbolos dejan de ser lenguaje— no puede existir sin pensamiento. [Ibíd., pp. 180-182]
Como vemos, despacha rápidamente la cuestión del pensamiento en los animales: simplemente, el pensar es privativo de los humanos. Y agrega argumentos que remiten a Locke o a la «lingüística cartesiana»: puesto que los animales y los niños no hablan, entonces no piensan; por tanto, no hay pensamiento «específicamente humano» sin lenguaje. En cuanto al lenguaje, si existe, es porque hay pensamiento: hablo, luego pienso. Por tanto, lenguaje y pensamiento, aunque no son lo mismo, van juntos necesariamente. Y más adelante:
El verdadero problema sólo comienza cuando preguntamos: «¿Es posible un pensamiento sin lenguaje, averbal?» Naturalmente, las distintas formas de intuicionismo filosófico proporcionan una respuesta positiva, según la cual el pensamiento alinguístico no sólo es posible, sino que, además, este pensamiento debe ser precisamente la fuente del «verdadero conocimiento». Sin embargo [...] los argumentos presentados [...] son fruto de la especulación pura, basada en supuestos totalmente arbitrarios. A los hechos de la experiencia cotidiana, a los argumentos de la ciencia experimental [...] se opone mera metafísica e irracionalismo puro. [Ibíd., pp. 183-184]
En primer lugar, es evidente que para Schaff las imágenes o cualquier otra forma no verbal de razonamiento no son en ningún sentido pensamiento. Aunque él mismo ha afirmado que «el pensamiento también opera con medios de orientación prelingüística», [loc. cit.., p. 206] esto no implica para él que puede haber pensamiento sin palabras. El otro argumento es una crítica a los enfoques que proponen la existencia de un pensamiento no verbalizado. Los considera especulativos y sin bases experimentales, «mera metafísica», «irracionalismo puro».
La posición soviética oficial hizo de su lucha contra la noción de “pensamiento prelingüístico” una verdadera cuestión de militancia ideológica. Demostrar la inexistencia de un pensamiento sin lenguaje era derrotar en este terreno a los «filósofos burgueses». Entre los argumentos esgrimidos hay algunos claramente enmarcados por la ortodoxia marxista, como éstos de Panfilov:
El carácter secundario de la conciencia, del espíritu y el carácter primario de la materia, se manifiestan [...] en que el pensamiento, al darse en indisoluble conexión con los procesos fisiológicos materiales del cerebro […] no puede darse al margen del lenguaje, que lenguaje y pensamiento son indisolubles entre sí tanto en su génesis como en su existencia. [...] ¿Ha existido una etapa en el desarrollo del pensamiento humano en que éste se verificara enteramente a base de percepciones y representaciones en imágenes y careciera en absoluto de la capacidad de formar conceptos?[82]
Después de poner así en tela de juicio que haya habido una etapa en que el pensamiento humano se realizara en imágenes y sin conceptos, se centra en sus ataques a la tesis de que existió filogenéticamente o de que puede existir un pensamiento averbal o prelingüístico, v. gr., en imágenes:
Los partidarios de la tesis de que el pensamiento de los antecesores primitivos del hombre tenía un carácter sensorial y se verificaba en forma de imágenes […] suelen argüir tan sólo que en las imágenes de la representación, a diferencia de lo que ocurre con las imágenes de la percepción, pueden omitirse algunos rasgos o propiedades secundarios del objeto. Es obvio, empero, que […] no podemos representarnos una casa o un perro en general. [Ibíd., p. 117]
Recurre este autor al argumento de Berkeley en contra de la doctrina de las ideas abstractas y lo utiliza aquí para sus propios fines, es decir, para demostrar que no hay pensamiento sin palabras: las imágenes son incapaces de representar de manera general a un objeto. Por eso, rechaza que «en el desarrollo del pensamiento humano existe un estadio en que éste tiene un carácter sensorial y en imágenes», dando algunos ejemplos, como el gran número de nombres para la morsa, para la nieve o para el trineo en la lengua esquimal, junto a un nombre general para cada uno de esos objetos. [Ibíd., pp. 125-130]
Es decir, en las lenguas “primitivas” que actualmente se hablan hay una capacidad de generalización y abstracción igual a la de lenguas como el alemán. De modo que estas investigaciones de tipo etnológico no pueden apoyar la idea de que hay un pensamiento en imágenes o concreto, puesto que sencillamente éste no existe. En síntesis, se concluye que el “primitivo” no está incapacitado para el cómputo abstracto ni para la generalización basada en el lenguaje, y por ello es falso que su lenguaje esté atado a lo concreto y sea pobre en abstracciones, o que exista un pensamiento prelingüístico, imaginal.
§ 16. El encuentro entre pensamiento y palabras, según Vygotsky
Uno de