Filosofía de la imagen: lenguaje, imagen y representación. Fernando Zamora Águila. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Fernando Zamora Águila
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9786073048330
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y de lenguaje no verbales:

      Vygotsky admite la existencia de un pensamiento no verbal, declarando que «se ve forzado» a ello, seguramente porque la fuerza de las pruebas experimentales lo llevó a aceptarlo. Una vez que se han encontrado el lenguaje y el pensamiento (hacia los primeros años escolares del niño), se abandona la percepción sin palabras y se desarrolla una percepción verbalizada, que se puede describir en términos de significados, y ya no de meras impresiones. A partir de entonces la introspección se verbaliza y el niño se hace consciente de sus procesos mentales. Pensamiento y lenguaje, que al inicio existían con independencia uno del otro, se condicionan mutuamente una vez que se encuentran, pero no por eso son lo mismo.

      El autor clasifica tres grandes enfoques de la relación pensamiento-lenguaje:

      a) identificación total;

      b) separación radical;

      c) asociación.

      Aunque ha admitido [Cfr. loc. cit., p. 76] la posible existencia de un pensamiento puro, Vygotsky concluye que éste sería totalmente inocuo, pues su existencia sería irrelevante. Por ello critica la concepción de que pensamiento consiste en contenidos independientes de las palabras. Por lo demás, recalca que la relación entre pensamiento y lenguaje está sujeta a constantes cambios, el principal de los cuales es que el sonido del lenguaje deja de ser un mero «medio» para organizar y formar conceptos y se convierte en un elemento central para el pensamiento: se convierte en signo. Es cuando las funciones intelectuales ya no pueden realizarse sin el concurso de la palabra, que las dirige y acaba por controlar su curso. [Ibíd., pp. 87-90]

      En su lucha contra el asociacionismo, Vygotsky subraya la dinámica de la significación:

      La relación entre pensamiento y palabra no es un hecho, sino un proceso, un continuo ir y venir del pensamiento a la palabra y de la palabra al pensamiento. […] El pensamiento no se expresa simplemente en palabras, sino que existe a través de ellas. [...] Pensamiento y palabra no están cortados por el mismo molde; en cierto sentido existen entre ellos más diferencias que semejanzas. La estructura del lenguaje no refleja simplemente la del pensamiento; es por eso que las palabras no pueden ser utilizadas por la inteligencia como si fueran ropas a medida. El pensamiento sufre muchos cambios al convertirse en lenguaje. No es una mera expresión lo que encuentra en el lenguaje, halla su realidad y su forma. [Ibíd., pp. 165-167. Cursivas de F.Z.]

      Tenemos aquí una explicación satisfactoria de por qué el lenguaje no siempre corresponde al pensamiento: a veces se trata de un ropaje inadecuado (un disfraz, decía el Wittgenstein del Tractatus), a veces obliga a que el pensamiento se modifique demasiado para poder comunicarse... Son más sus diferencias que sus semejanzas, sí, pero gracias al lenguaje articulado es que el pensamiento «halla su realidad y su forma».

      Por mi parte, extraigo de todo esto un resultado: en virtud de que pensamiento y lenguaje discursivo no son lo mismo, y de que ha quedado demostrado que en algún punto del desarrollo ontogenético se encuentran, es justificado plantear que el pensamiento también se encuentra con la imagen visual. Ello destrona al lenguaje de la palabra, y lo ubica como uno más de los lenguajes en los cuales adquiere existencia social el pensamiento.

       del pensar entre otras, según Wittgenstein

      La tríada pensamiento-lenguaje-realidad es indisoluble para el Wittgenstein del Tractatus. No podríamos decir nada de los nexos entre pensamiento y realidad sin mencionar al lenguaje, que establece una relación entre ellos. La unión entre lenguaje y realidad, por otro lado, sería un mero juego vacuo sin el sustento del pensamiento. Por último, la conexión entre pensamiento y lenguaje (la más difícil de esclarecer, a mi juicio), requiere de un punto de referencia que nos indique si es correcta o no, si tiene o no algún sentido. Y este punto de referencia no puede ser otro que la realidad misma. Así es como se establece en el Tractatus la amalgama de lo ontológico con lo lógico-lingüístico.

      2.18 Lo que cada imagen, de cualquier forma, debe tener en común con la realidad para po-der representarla —justa o falsamente— es la forma lógica, esto es, la forma de la realidad.

      2.22 La imagen representa lo que representa, independientemente de su verdad o falsedad.

      2.223 Para conocer si la imagen es verdadera o falsa debemos compararla con la realidad.

      2.224 No se puede conocer sólo por la imagen si es verdadera o falsa.

      Si no hay imagen verdadera a priori es porque el pensamiento no mantiene nexos «directos» o intrínsecos con la realidad. Necesita confrontarse con ella, y para hacerlo tiene que adquirir forma con el lenguaje. De estas aseveraciones se deriva que Wittgenstein no concibe al pensamiento como una entidad o actividad que yace intacta y pura en la mente. Al mismo tiempo, entiende que el lenguaje no es un mero vehículo inerte al servicio de las ideas, sino un factor que garantiza y asegura la relación entre el pensamiento y el mundo.

      Esta concepción de la pareja lenguaje-pensamiento, aunque despojada posteriormente por el propio Wittgenstein de sus adherencias ontológicas y metafísicas, es mantenida en lo esencial a lo largo de sus escritos de madurez. En el volumen de reflexiones reunidas como Zettel, rechaza las concepciones asociacionistas, específicamente la idea de que “en” la mente (sea en el cerebro, en la cabeza o en algún lugar indeterminado) se encuentran las ideas y que éstas se exteriorizan por medio del lenguaje. Tanto el “decir” como el “pensar” suelen ser explicados como «actividades» que ocurren “internamente” y que son “externadas”:

      El querer decir se representa como una especie de designar mentalmente algo.

      Una de las ideas más peligrosas filosóficamente hablando es que pensamos en la cabeza o con la cabeza.

      Surgen varias preguntas: “¿si no se piensa en la cabeza, en dónde se piensa?”, “¿el lenguaje es o no es la forma externa del pensamiento?” Wittgenstein propone