27 Aunque bien es cierto que la propia reina Isabel le contesta: «La mujer no es débil. Hay en nuestro sexo almas fuertes», cfr. Cansinos y Tamayo, 1973: 793.
28 Friedrich von Schiller: Obras selectas: Los bandidos. Intriga y amor. Wallenstein. Don Carlos (ed. José Mínguez Sander, trad. de José M.ª Claramunda Bes), Barcelona, Bruguera, 1969, p. 504.
EL PROCESO DE TOMA DE DECISIONES EN LA TRADUCCIÓN LITERARIA: DIE RÄUBER DE FRIEDRICH SCHILLER
José Antonio Calañas Continente
Universitat de València
INTRODUCCIÓN
La complejidad de la actividad del traductor está determinada tanto por factores inherentes al texto como por factores externos, puramente extratextuales, que convergen y han de ser tenidos en cuenta a la hora de tomar decisiones de traducción. Las diferencias existentes entre las lenguas de partida y de llegada, la conceptualización distinta y específica de cada una de ellas, los horizontes de expectativas que abre el uso de una u otra expresión en cada idioma sólo son conjuntos de factores que deben valorarse a la hora de hacer una buena traducción.
Si a toda esa pléyade de factores se le añade el hecho de que el texto que hay que verter de su lengua original a otra diferente es un texto literario, la complejidad aumenta de manera exponencial: a todo lo mencionado en el párrafo anterior se añade la función estética propia del uso literario del lenguaje y el respeto que se debe a la voluntad creadora del autor. Este contexto de trabajo se complica todavía más cuando el original que debe traducirse es una obra de la importancia de Die Räuber de Friedrich Schiller.
En este artículo, tras contextualizar la obra original y hacer un recorrido por sus diferentes ediciones en castellano, nos detendremos en algunos de los problemas de traducción que han precisado de una reflexión más profunda con el fin de ejemplificar los procesos seguidos en la toma de decisiones de traducción.
1. EL TEXTO DE PARTIDA
La primera edición de Los bandidos (Die Räuber) se publica en 1781 en Frankfurt y Leipzig sin dejar constancia de los datos del autor, probablemente para eludir problemas con la censura y para esquivar en lo posible las consecuencias de herir la susceptibilidad de ciertas personas de relevancia que pudieran sentirse aludidas por el contenido de la obra.
Tras el exitoso estreno teatral en Mannheim, se publicó en 1782 la versión escénica con las modificaciones sugeridas por Dalberg, director artístico del teatro, una edición que se conoce como el Libro del apuntador de Mannheim (Mannheimer Soufflierbuch). Esta versión es más fiel a la idea original de Schiller, quien se vio forzado a hacer para la versión teatral demasiados cambios, más de los que él hubiese deseado.
La versión definitiva (de la que parten las ediciones canónicas) se recoge en la segunda edición de la versión de Stuttgart, la conocida como «edición del león» (Löwenausgabe) por el grabado de la portada. Esta figura de león lleva escrito el lema «In tirannos», frase que al parecer contribuyó a consolidar la fama de revolucionario de Schiller.
Con Los bandidos, Schiller da un nuevo impulso al tema del bandido noble, un tema visto en personajes como Robin Hood y que en Alemania sirvió para dar vida a un subgénero novelístico: las novelas de bandidos (Räuberromane). Este subgénero surge a finales del siglo XVIII y contribuye a la ampliación del mercado literario, una consecuencia inmediata del abaratamiento de los libros, de la mejora de las técnicas de reproducción y, por supuesto, de la consolidación en las ciudades de un sector de población interesado por la lectura como una actividad de esparcimiento más. Estas circunstancias contribuyen al surgimiento de la literatura ligera (Trivialliteratur), dentro de la que se encuadrarían en primer término las novelas de bandidos.
Sin embargo, Los bandidos superará de inmediato los límites de la literatura de entretenimiento para convertirse en un símbolo de la lucha contra la sociedad establecida. Sus proclamas, en boca de Spiegelberg, dirigidas a «abolir la Biblia» (II, 1),1 a «proclamar la república» (I, 2; variante de I, 2) o a «reconquistar Tierra Santa para dedicarse al chalaneo con los turcos» (I, 2), son interpretadas casi desde el primer momento como una invitación a sublevarse, o si no como soflama revolucionaria, sí al menos como una indicación expresa de la necesidad de cuestionarse el poder establecido del emperador (poder casi inexistente, estamos muy cerca de las invasiones napoleónicas, de la abdicación en 1806 del último emperador del Sacro Imperio Romano Germánico) y de los muchos señores territoriales que hacían de Alemania un mosaico de jurisdicciones y territorios soberanos de distinto tipo (en esta época se cuentan más de mil entidades territoriales o jurisdiccionales en el territorio del Imperio), cada uno de ellos con sus leyes, su moneda, su sistema de unidades de medida, etc.
La actitud revolucionaria de la época, que puede resultar lógica desde la perspectiva actual, tuvo diversas manifestaciones cuyo análisis excedería el marco de este artículo. Debe resaltarse, no obstante, que esa actitud fue crucial en la génesis de una obra como Los bandidos y que parte de los planteamientos ideológicos que encontramos en el personaje central, Karl Moor, son producto directo de ella, aunque nos encontremos con afirmaciones más tajantes y de carácter más incendiario en el personaje del Spiegelberg de Leipzig, cuando toda vía era amigo y compañero de correrías del líder de los bandidos.
2. EL TEXTO DE LLEGADA: TRADUCCIONES DE DIE RÄUBER AL ESPAÑOL2
La primera traducción al español de este drama de Schiller se publica en 1869: se trata de la traducción que hace José Fernández Matheu para la antología de «Teatro selecto antiguo y moderno, nacional y extranjero». En 1881, Eduardo de Mier y Barbey publica Los ladrones en una selección de obras dramáticas editada en la Biblioteca Clásica de la Librería de Pelayo, Páez y Cía. Esta traducción va precedida de un prólogo extenso dedicado a la vida y obra de Schiller y fue reimpresa en numerosas ocasiones (1904, 1906, 1907, 1909-1910, 1913 y 1925-1928) aunque, a pesar de esta gran difusión, no logró imponerse el título Los ladrones.
La primera traducción independiente al español que encontramos es de 1878. La realiza Desiderio Corchón y se publica en la Biblioteca Universal (con reediciones en 1902, 1918 y 1927). Posteriormente, en 1930, aparece una traducción anónima de Los bandidos en la colección «Las cien mejores obras de la literatura universal», dentro de las «Bibliotecas Populares Cervantes»; la que sigue cronológicamente también es anónima y aparece en 1947 en la Revista Literaria, una publicación que combina textos consagrados de la literatura universal con otros más ligeros o de entretenimiento. Después de estas ediciones habrá que esperar a 1960 para encontrarnos una nueva versión española del drama de Schiller, esta vez a cargo de María Josefa Lecluyse y Antonio Clement dentro de la colección «Obras maestras» de la Editorial Ibérica. En 1969, se incluye también Los bandidos en la selección de dramas publicada por Bruguera, Libro clásico. La traducción corrió a cargo de José M.ª Claramunda, edición que antecede a la edición completa en 1973 de toda la obra dramática de Schiller a cargo de Rafael Cansinos Assens y Manuel Tamayo Benito (que es quien realiza la traducción de Los bandidos).
En suma, Los bandidos no es una obra que haya sido ignorada en el mercado editorial en español: a las traducciones mencionadas antes se añaden también otras ediciones, bien en antologías o bien publicadas fuera de otras colecciones. Sin embargo, la última traducción al castellano data de 1973 (la más reciente al catalán es de 1983) y por eso pareció interesante acometer la tarea de realizar una nueva traducción más acorde con el uso actual del castellano.
3. EL PROCESO DE TRADUCCIÓN DE LOS BANDIDOS
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