m) La Nueva Geografía Económica. Esta perspectiva proporciona una explicación sobre la formación de una gran diversidad de formas de aglomeración (o concentración) económica en espacios geográficos. Fujita y Krugman afirman que “La aglomeración de la actividad económica tiene lugar en distintos niveles geográficos y presenta una variedad de formas distintas” (2004, p. 179). Estos autores proponen algunos elementos clave, el primero es el modelo de equilibrio general de una economía espacial, considerada en su conjunto, el segundo es el de los rendimientos crecientes que conducen a una estructura de mercado caracterizada por la competencia imperfecta, la tercera son los costos de transporte (que hacen que la localización sea importante) y por último el movimiento locacional de los factores productivos y los consumidores que constituyen elementos a considerar en el estudio de la aglomeración (Fujita y Krugman, 2004, p. 180).
Además, sostienen que la estructura geográfica de una economía es determinada por la tensión existente entre las fuerzas centrípetas (enlaces, densidad de mercados, difusión del conocimiento y otras externalidades económicas puras) que concentran la actividad económica (la aglomeración) y las fuerzas centrífugas (inmovilidad de factores, renta de tierra, desplazamientos, congestión y otras deseconomías puras) que la separan (op. cit. p. 196).
n) Geografía Socio-Económica e Industrial. En esta perspectiva teórica el espacio no es el plano homogéneo e isotrópico, sino la dimensión material de las relaciones sociales, las cuales constituyen la sustancia misma del espacio, es un campo de fuerzas en donde interactúan factores históricos y físicos, con la acción múltiple de los agentes sociales (Moncayo, 2001, p. 31, citando a Benko, Georges y Alan Lipietz, 2000, p. 13).
A continuación, en el cuadro 1.1 se presenta un resumen de las teorías económicas y de los factores que consideran determinantes para el crecimiento económico, para posteriormente profundizar en el Enfoque del Desarrollo Territorial.
Como puede apreciarse, existen distintas respuestas en torno a las causas o factores que pueden detonar un crecimiento económico, o bien en la actualidad, conseguir la competitividad de los territorios, pero lo que es un hecho es que los países más desarrollados son los que han obtenido las mayores ganancias de la economía global, en la cual se han insertado de manera competitiva y aprovechado sus ventajas competitivas no sólo de sus lugares, sino también de otros territorios, siendo así los ganadores, garantizando el éxito en los mercados globales, mientras que los países en vías de desarrollo no han logrado aprovechar las oportunidades presentadas en el juego contexto global-local para insertarse de manera ventajosa en la economía global y lograr su desarrollo.
De acuerdo con Boisier (1998), en el juego de la globalización, en el desarrollo territorial confluyen dos escenarios: el contextual y el estratégico. El primero se refiere a la apertura externa económica y a la apertura interna (política, proceso de descentralización). Respecto al escenario estratégico, el desarrollo depende de las nuevas modalidades de configuración regional (pivotales asociativas, virtuales), y el otro vinculado a la interpretación entre los bienes públicos y privados, es decir, con un modelo de gestión regional basado en criterios de gestión privados, que incluyan la flexibilidad (aumentar posibles respuestas a las demandas del entorno), la velocidad (aprovechar oportunidades para salir y entrar rápidamente de acuerdos y redes), maleabilidad (capacidad de adaptación estructural a los intersticios del entorno y a las características del medio regional ), y la imaginación creativa (condición para poder hacer más con menos). El desafío consiste en ayudar a que los territorios ocupen nichos que sean a la vez modernos, competitivos, participativos y equitativos con la finalidad de posicionarse en ese escenario global como entidades ganadoras (pp. 758-759).
Es por ello, que los territorios buscan incorporarse en una buena posición, revalorizando todos sus bienes patrimoniales e identificando aquellos recursos que les confieran ventajas competitivas y con ello lograr una buena posición en la economía global. Incorporarse de manera competitiva en el mercado global implica desarrollar una capacidad innovadora que les permita aprovechar y utilizar de manera imaginativa, racional y equilibrada sus recursos locales en aras de su desarrollo (Caravaca, 1998, p. 6) (Ver figura 1.1).
Competitividad de los territorios en el contexto global
Como hemos visto, la globalización económica ha modificado las reglas del juego del mercado internacional generando nuevas condiciones para el libre comercio como la superación progresiva de las barreras legales, geográficas (distancia y acceso) y culturales. En este contexto de libre comercio los productos locales, elaborados en los países en vías de desarrollo, tienen que competir con aquellos productos similares, pero elaborados en los países desarrollados, los cuales gozan de menores costos de producción o incluso subsidios, o son de mejor calidad, por lo que ingresan a los mercados locales en mejor posición.
En las condiciones establecidas para el libre mercado, los territorios tienen que afrontar una competencia, ahora planetaria, ante la cual han tenido que adaptarse. Por una parte, los territorios han transformado sus sistemas de producción nacionales y locales, pero también han generado nuevos conocimientos para atraer a los consumidores, llevando a establecer mejores mecanismos de comunicación, de gestión y entablar alianzas estratégicas para lograr posicionarse de manera ventajosa en el mercado y hacer frente a los retos de la globalización para lograr el desarrollo (Observatorio Europeo Leader, 2001, p. 14).
Uno de los retos que enfrentan los territorios en el contexto global, es precisamente el ser competitivos. Esto quiere decir que tienen que:
1) Poseer la capacidad para atraer y retener la inversión extranjera directa
2) Generar empleos y valor agregado
3) Lograr altas y sostenibles tasas de crecimiento
4) Generar excedentes crecientes de exportación
5) Generar y mantener niveles crecientes de productividad
6) Mantener calidad de vida elevada
Como se puede apreciar, la competitividad es un concepto que hoy se vincula a la globalización económica, y ha sido utilizado como sinónimo de la fortaleza económica de una nación, industria o una empresa. Los parámetros más recurrentes para medir la competitividad son el nivel de productividad alcanzado y la calidad de vida de su población. Elementos importantes para asegurar una adecuada participación en el mercado internacional y el comercio (Sobrino, 2001, p. 311; Sobrino, 2005).
El logro de la competitividad impone a los territorios enfrentar ciertos desafíos. Por una parte, tienen que situarse en los espacios abiertos por la globalización, desarrollar intercambios, así