Vemos que la globalización lleva a una reestructuración en el modo de producción económico, el cual se caracteriza por presentar al mismo tiempo procesos de dispersión-descentralización y de concentración de actividades económicas. Esta reestructuración económica tiene importantes consecuencias socio-culturales y espaciales, pues el espacio global generado por la globalización no es un espacio homogéneo, al cual se han integrado en su totalidad y de la misma manera todos los territorios. Es más bien un espacio en el que se han agudizado las desigualdades existentes entre los territorios. Es, de acuerdo con Caravaca (1998, p. 7), un espacio desequilibrado y muy cambiante en el que se distinguen y contraponen áreas innovadoras y bien conectadas a la red, con áreas marginadas o excluidas por su falta de innovación y deficiencia de su conexión.
Si bien la globalización pretendía conformar una economía global, con la integración de la economía a nivel planetario, esto no ha ocurrido. Como afirma Braudel (1986), la integración económica lograda ha sido parcial e incompleta, desigual y jerarquizada. Es un hecho que no todos los territorios se han incorporado de la misma manera en el mercado global, ni han podido aprovechar las ventajas que la liberación del comercio para ampliar las oportunidades de desarrollo y por lo tanto para ser territorios competitivos.
Las economías no han crecido de la misma manera, con las mismas tasas, algunas se han estancado, e incluso algunas han experimentado procesos de desaceleración (retroceso) económica. Es notoria también una diferencia entre los territorios y al interior de ellos en su capacidad de lograr una mejora en la distribución del ingreso y en los niveles de vida de la población, generando mayor polarización sociodemográfica y económica, así como tensiones sociales. Lo que queda evidenciado por las grandes desigualdades que muestra el Producto Interno Bruto (:PIB) en los territorios y al interior de estos. Tan solo el :PIB de territorios como Argentina, Brasil o México es 10 veces menor que el :PIB generado por los países más ricos del mundo (Llisterri, 2000).
Como resultado de la dinámica económica global, se ha conformado una nueva geografía económica caracterizada por espacios ganadores y espacios perdedores, dando lugar a una tipología de territorios ricos, pobres, ganadores y perdedores. De acuerdo con Silva, los territorios ganadores (y los potencialmente ganadores o en marcha) son aquellos cuyas economías han crecido por arriba del promedio nacional al igual que su :PIB y que tienen un comportamiento exitoso frente a los procesos de la globalización (Silva, 2005, p. 92). Se trata de los territorios que han sabido aprovechar sus ventajas comparativas, o han concentrado en sus territorios gran actividad económica, transformándose en centros financieros y de capitales, en otras palabras, son los que se encuentran bien articulados a la red global.
Los territorios potencialmente ganadores, pero en marcha, son aquellos que se encuentran en un proceso de crecimiento económico asociado al uso de las nuevas tecnologías y a procesos de reconversión productiva, que les ha permitido aprovechar las ventajas competitivas que permanecían latentes para impulsar su sector primario-exportador o agregar valor a sus procesos productivos a partir de los recursos locales.
Los territorios potencialmente perdedores, estancados o en retroceso, son aquellos no dinámicos con bajo o alto :PIB que han crecido por debajo de la media nacional. En esta categoría encontramos a territorios que han pasado por procesos de desindustrialización que no se han acompañado de una reconversión productiva, o es el caso también de territorios con economías rurales de muy baja productividad y escaso capital humano que no han podido insertarse en la economía global. Finalmente, los territorios en retroceso son aquellos que han pasado por periodos de contracción económica derivados del agotamiento de sus recursos naturales o pérdida de su competitividad o mercados, por lo que han perdido sus ventajas comparativas (Silva, 2005, p. 93-94).
De tal manera que algunos países, los más desarrollados y productivos, han tenido las mejores ventajas en el escenario mundial, mientras que los menos desarrollados se encuentran desconectados de las redes, por lo que no han logrado entrar de manera favorable para sus economías locales y su población, y se quedan al margen y son excluidos del sistema global, reforzando así las desigualdades existentes entre los territorios. Pues como señala Caravaca (1998), en la economía global solo quedan articulados y se integran aquellos territorios que son necesarios por ser funcionales y rentables, los demás territorios y sus pobladores, ineficientes y poco competitivos son excluidos (p. 21).
Como se puede observar, la globalización afecta de manera diferente a los territorios, de acuerdo con su historia y a las dotaciones y capacidades acumuladas con las que entran al juego de la economía global, pues de ello depende la forma en que estos territorios logran articularse y formar redes en la economía global. Es decir, depende de la dinámica de la relación entre lo local y lo global. Como argumenta Sassen (2007:5), la globalización es un proceso con dos dinámicas, una global y la otra local, las cuales llevan a analizar la interacción entre lo nacional y lo global, pues las dinámicas globales generadas inciden en los territorios y sociedades locales y con ello esa relación entre lo local-global aumenta la complejidad territorial y la incertidumbre respecto a sus posibilidades de desarrollo en las nuevas reglas del juego global establecidas (Bervejillo, 1995).
Pues en efecto, la globalización no tiene efectos iguales en todos los territorios, para algunos representa una oportunidad de desarrollo, mientras que para otros representa una amenaza. Es una oportunidad de desarrollo al brindar la posibilidad de promover y comercializar esos productos y servicios específicos del territorio. Para algunos territorios constituye una amenaza por varias razones:
1. Porque elimina las barreras (geográficas, legales, identitarias) que daban protección a los productos y cultura local, promoviendo la competencia directa entre los productos similares procedentes de distintos territorios (Observatorio Europeo, Leader, 2001).
2. Implica la amenaza de una integración económica subordinada y frágil dependiente de las inversiones de actores globales externos, los cuales pueden retirarse atraídos por condiciones más ventajosas en otros territorios, por lo que representa pérdida de autonomía e irrupción de nuevos actores globales o desaparición de actores locales (Bervejillo, 1995).
3. Representa marginación o exclusión, para aquellos sectores de la población que dejan de ser necesarios o relevantes para la economía global.
Ello conduce a la pregunta ¿De qué depende que los territorios conviertan las condiciones generadas por la globalización económica en amenazas u oportunidades? La ciencia económica ha tratado de responder esta pregunta desde la fase de globalización del capitalismo. Por otra parte, desde hace mucho tiempo, varios enfoques teóricos han brindado explicaciones sobre las causas o factores determinantes que inciden en el logro del crecimiento económico de los territorios y recientemente sobre su competitividad.
No cabe duda de que, en la actualidad, los territorios buscan ser competitivos en el marco de una economía capitalista globalizada, porque ello significa conseguir una mejor posición en ella, conseguir un mejor desempeño económico, para lo cual despliegan una serie de estrategias competitivas. Cabe señalar que los territorios en sus distintas escalas: ciudad, región y país persiguen esta competitividad (centrada principalmente en su dimensión económica). Pero, es preciso señalar que durante muchos años, la ciencia económica en gran medida no consideró a la variable espacial, con excepción de algunos trabajos, como el de Von Thünen, como lo señala Cuadrado
…la Economía tendió casi desde un principio a minimizar el papel y la influencia del ‘espacio’ en los procesos económicos, entendiendo como ‘espacio’ el territorio que soporta la actividad económica y que influye y se ve influido por los procesos de producción, circulación y distribución de los bienes, servicios, factores y rentas (2014, p. 7).
Ciertamente, las teorías económicas durante muchos años no tomaron en consideración la variable espacial, aunque algunas de ellas empezaron a incorporar la variable distancia, para analizar el comportamiento de empresas y consumidores. El objetivo principal de estos marcos teóricos-conceptuales era identificar cuáles eran las causas o factores que influyen para lograr el crecimiento económico, lo que conducía de alguna manera al esclarecimiento de la ampliación de las