Otros eventos significativos de la Federación de Agrupaciones Femeninas fueron el homenaje a María Blasco, primera esposa de Blasco Ibáñez, de quien se decía que al igual que Mariana Pineda, «fue ejemplo vivo de sacrificio por el ideal mantenido hasta el heroísmo».[77]También, la organización del viaje de cerca de doscientas mujeres que se desplazaron a Madrid para escuchar a Lerroux, o la participación en los eventos celebrados con motivo del traslado de los restos mortales de Blasco Ibáñez a Valencia.[78]
Las AFR desarrollaron a lo largo del tiempo un trabajo propagandístico centrado en la formación política y cultural de las mujeres, desde ámbitos no formales. En la mayoría de conferencias, homenajes y actos trataban de educarlas para «sus nuevas responsabilidades ante la República», cuyos valores laicos e igualitarios eran, desde su perspectiva, símbolo de progreso y libertad femenina, en oposición a los principios antidemocráticos de la derecha española que, con la complicidad de la Iglesia católica, trataba de perpetuar las dependencias femeninas.
El liderazgo en esta empresa formativa dependió mayoritariamente de mujeres cultas y profesionales, que participaron como oradoras en actos públicos y animaron con sus artículos los debates en El Pueblo. Tal fue el caso de la citada Rosalía Figueras, de Trinidad Pérez, presidenta de la Agrupación Mare Nostrum, que firmaba sus artículos añadiendo a su nombre su calidad de farmacéutica, de Asunción Chirivella, primera abogada colegiada en España en el año 1922, o de Amalia Carvia, librepensadora y feminista, cuyas reflexiones y colaboraciones en el periódico fueron en este período las más numerosas.
La tarea organizativa y movilizadora de las AFR, pese a lo tradicional de muchas de sus actuaciones, propició el aprendizaje de las mujeres en los canales «formales» de la actuación política democrática, multiplicó los liderazgos femeninos en la vida pública del blasquismo, y consolidó una ciudadanía más plena y participativa para una cifra nada desdeñable de mujeres valencianas.
AMALIA Y ANA CARVIA BERNAL. DEMANDAS FEMINISTAS, LAICIDAD Y DERECHOS
[Las mujeres] [n]o debemos querer ni pedestales ni cadenas: justicia y nada más. Que se nos conceda la libertad de acción necesaria para desarrollar nuestras facultades de seres pensantes; que se nos dé la instrucción conveniente para poder adquirir la conciencia de nuestra misión como parte integrante de la humanidad. Queremos poseer nuestro yo.
AMALIA CARVIA BERNAL[79]
El activismo en pro de la emancipación femenina fue impulsado en Valencia por la Asociación General Femenina (AGF), que en 1897 se había constituido legalmente en la ciudad para difundir entre las mujeres las ideas laicas y del librepensamiento. También, para reclamar un cambio en el sistema educativo español que diera posibili dades a la población femenina de acceder a la instrucción –incluida la enseñanza superior– que les permitiera incorporarse a la sociedad de una forma igualitaria. Conforma ron la primera junta de la asociación Belén Sárraga, Amparo Alcina, Ana Carvia, Emilia Gil y Trinidad Ribelles.[80]Posteriormente se incorporarían Amalia Carvia, Ángela Griñón, Maria Lorente o María Marín, entre otras. Este grupo femenino se coordinaba en redes informales con otros grupos feministas y laicistas radicados en distintos enclaves de la geografía española.[81]
La asociación valenciana publicó en 1896 La Conciencia Libre, «semanario republicano y librepensador que dirig[ía] la ilustrada la distinguida escritora doña Belén Sárraga de Ferrero, y en el que colaboraban ilustradas señoras».[82]En este caso, la publicación trataba de hacer consciente a la sociedad de la necesidad de incorporar la libertad de conciencia a las atribuciones femeninas, contando con la instrucción y la participación en la vida pública como principales instrumentos para integrar a las mujeres al proyecto regenerador. Amalia Carvia –según los ejemplares disponibles de la mencionada revista– formó parte del equipo de «Redactores y Colaboradores» de la publicación desde 1898 hasta 1905 y escribió regularmente en sus páginas.
Para cumplir los fines que la AGF valenciana se había trazado, en 1897, abrió de forma pionera un gabinete de lectura para obreros y obreras en la calle Colón que, por lo que relata el periódico El Pueblo, contaba con un moderno fondo bibliográfico para la educación de quienes carecían de medios económicos para acceder a la lectura.[83]Por esos mismos años, también puso en marcha una escuela nocturna para adultas y una escuela laica para instruir a las niñas.[84]La escuela de niñas, en torno a 1902, se ampliaría con otra dedicada a los niños. Ana Carvia era maestra de la escuela de niñas junto a la también maestra y directora María de la Natividad de Nuestra Señora. En la documentación de la escuela, la Asociación Femenina hacía constar explícitamente en sus estatutos que sus objetivos eran «la propagación entre las mujeres de la instrucción, a fin de hacerlas aptas para el ejercicio de los derechos que le correspond[ían]». Añadía asimismo la rigurosa laicidad de la formación impartida en las escuelas que regentaba, y reconocía su tendencia «humanista y feminista». El análisis comparativo de la documentación de las escuelas de niños y niñas en lo que respecta a las asignaturas, materiales y horarios, muestra una notable paridad, así como la promoción de aprendizajes de raíz científica para ambos sexos. Solamente las niñas añadían la asignatura de labores a las materias del curriculum.[85]Periódicamente, el diario blasquista daba publicidad a los centros que sostenía la AGF y a los actos de fin de curso programados, a los que acudían los concejales y demás miembros destacados del partido.[86]La escuela para niñas mantuvo sus actividades de una forma constante, al menos hasta 1906, fecha en la que tras el cierre de la Escuela Moderna de Barcelona, la Asociación General Femenina reivindicaba su calidad de fundadora de las escuelas laicas de Valencia.
Años más tarde, Ana Carvia seguía manteniendo su actividad profesional como maestra, y colaboraba con los sectores blasquistas e institucionistas que en 1912 impulsaron las Colonias Escolares en Valencia a través de una Sección de la Asociación para el fomento de la Cultura y de la Higiene en España en Valencia y de las Juntas Provinciales de Protección á la infancia y de la Lucha contra la Tuberculosis. Los objetivos de la llamada Junta de Colonias fueron proporcionar al alumnado más necesitado un mes de escolarización veraniega al aire libre, con alimentación sana y suficiente, ejercicio físico habitual, y aprendizajes pedagógicos basados también en los juegos y excursiones. Ana Carvia formó parte de la Junta organizadora de las Colonias Escolares los años 1914 y 1915. Las colonias se instalaron en las localidades de Requena y Buñol, y acogieron a 30 niños y 30 niñas cada una de ellas.[87]
La cercanía ideológica de las mujeres que constituían el feminismo laicista