El Libro de los Siglos y los Instantes. Javier Soverna. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Javier Soverna
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9789878718675
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fuerza y potencia

      El compositor de quince años, principiante

      En la búsqueda de un estilo propio

      Oscilaba entre Mozart y Beethoven

      Luego optaría por uno emparentado con la música del primero:

      Sin su oscuridad y secretos

      Un clasicismo en tiempos románticos

      Ese sería su carácter, de una imperturbable sensibilidad

       Schumann

      La búsqueda melódica de Mendelssohn

      La coherencia en la continuidad de un motivo

      El orden

      No eran sus premisas

      Aunque recibiera su influencia directa

      (Sí, después de Beethoven y Schubert

      Se fijó en alguien de su propia generación):

      El "grito" del segundo movimiento de la segunda sinfonía

      Fue más furibundo, desesperado e insoportable que el de Munch

      La confusión se percibía en su música

      Y también en su escritura:

      Los silencios a la distancia, cartas de por medio

      Entre los dos amantes

      Robert Schumann y su futura esposa, Clara Wieck

      Infunden una incomodidad enorme

      Que ni siquiera desaparece cuando se leen las cartas

      Enviadas por Wagner a Liszt y a la princesa Wittgenstein

      Entre, por ejemplo, enero de 1854 y enero de 1859

      (Período en el que entra, se mantiene

      Y muere en el sanatorio de Endenich)

      En las cuales la impaciencia del primero

      Frente a una respuesta que se demora

      (Necesitaba dinero, contactos, etcétera)

      Es ciclópea

       Vaughan Williams

      El suyo es un pasado intermedio

      Los Tudor y el arte isabelino

      La bruma con claros

      El pasado sin nostalgia

      Neutro, gris, indoloro

      En uno de sus extremos se ubica Copland:

      El sol de los turistas en los inmensos territorios del Nuevo Mundo

      El despertar en una mañana soleada de la niñez

      El desayuno en las sábanas coloridas

      En el otro el primer Stravinski: La oscuridad de la vida primitiva

       Schoenberg

      Como Mahler ya lo ha hecho prácticamente todo

      Lo alto, lo bajo; lo serio, lo ridículo

      Las disonancias, las consonancias

      El cromatismo, el diatonismo

      La sinfonía cósmica; la canción

      Los sonidos del cuerpo humano: la voz

      Los ajenos a él, instrumentales

      (Y todavía falta que se haga prácticamente todo)

      Schoenberg debe reinventar la música

      Lo hace (¿y en Matthias Hauer se revela la falta de profundización?)

      Pero cerebral, cuidadosa, lenta, paulatinamente

      Primero experimenta con ella misma

      Y después con la pintura en un exilio

      Cuando ya ha acumulado todas las experiencias

      La buena nueva es suya

      Igualadora, que soslaya las jerarquías

      (No por eso menos elitista)

      Que los seguidores, con sus colores propios, adoptarán

      Y la tradición es Brahms

      Conservador para Wagner y sus seguidores

      ¿No hay cambios entre Beethoven y Brahms?

      En el segundo, la oscura belleza

      Que una fragmentación no tan radical como la de Berlioz

      No opaca

      (Sublimación melódica

      Que, me atrevo a decir, alcanza una cima

      Basta con escuchar el primer movimiento

      De la Segunda Sinfonía)

       Giuseppe Tomasi di Lampedusa

      La nostalgia no conduce a la reacción

      (Ya no hay voluntad de odio)

      Sino al escepticismo y a la sabiduría calma

      A la miscelánea del recelo y la aceptación

      Moría cuando escribía ese estado de ánimo

      Nada cambiará pero se cierra el ciclo

      Que se renovará en otros tiempos

      (Sí, quedaba el esteticismo de Visconti

      Y la obsesión de Scelsi, últimos estertores)

      ¿Qué creará la aristocracia?

      ¿Cómo creará?

      No lo podemos saber

      Pero probablemente con el instinto de Homero y Peitieu

      Y la lucidez de Teognis y Lampedusa adquiridos

       Steve Reich

      Él sabe (y todos lo sabemos)

      Que los Estados Unidos de América son a Europa

      Lo que Roma fue a Grecia

      Que son la decadencia de Europa

      (A pesar de eso los genios no faltaron:

      Ives, Cowell, Crawford Seeger, Cage, Morton Feldman, Riley, etcétera)

      Él, como buen demócrata, sabe que no es el único minimalista

      Que ni siquiera es el minimalista por antonomasia

      (Que es, quizás, La Monte Young o Terry Riley)

      Con su gorra atornillada a la cabeza

      Comprada en una casa de deportes

      Se ensancha en el ámbito de la música docta

      Pero tiene éxito entre los seguidores de la popular

      Es el demócrata heredero de Walt Whitman

      Generoso, tolerante, anfitrión permanente y abarcador

      El minimalismo repone conceptos tradicionalistas

      Como el estaticismo y los cambios graduales y tardos

      Brega por lo inmediatamente lógico, evidente, obvio

      El oyente se siente así seguro

      ¿Qué hay de democrático en este universo

      De conceptos “conservadores”?

      El demócrata es él, la persona

      Que sobrevive en los opuestos contradictorios

      De democracias y conservadurismos

      Y gustos populares y eruditos

(Y como de contradicciones se trata, El votante democrático también busca la seguridad: Cree en la importancia de su voto En su aporte y participación)