En un clima de amor y de confianza se podrá hablar de la sexualidad con naturalidad y se la podrá experimentar y vivir con creciente madurez. Por eso, la primera condición de una buena educación sexual es el amor familiar, que sabrá orientar a los padres en la elección de las mejores palabras, gestos, actitudes y momentos respecto de lo que necesitan cada uno de los hijos.
La educación sexual tiene sus exigencias pero no tiene secretos. En este sentido, hay que superar el tabú que dice que todo lo que se sabe y se hizo hasta hoy en esta materia está todo mal y hay que cambiarlo absolutamente; también hay que superar el mito que reserva la educación sexual a los especialistas iniciados en sus misterios que nos trascienden.
En la educación sexual existen verdades que son permanentes y que la experiencia científica va confirmando día a día, y existen verdades que el hombre va descubriendo y profundizando con el correr del tiempo.
Por otra parte, los mejores especialistas para una adecuada educación sexual son y seguirán siendo los padres; todos los demás, profesionales y agentes de pastoral, están llamados a un rol subsidiario y complementario respecto de la misión de los padres. De aquí surge una de las primeras y más importantes conclusiones sobre la educación sexual: la necesidad y la urgencia de formar y acompañar a los padres para que puedan desempeñar su rol insustituible.
El Papa Francisco señala dos desafíos más en el contexto actual: la ideología de género y la revolución biotecnológica.
“Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que «niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo». Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que «el sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se pueden distinguir pero no separar»”25
En primer lugar, el Papa advierte y denuncia sobre la ideología de género como pensamiento y comportamiento únicos que pretende imponerse tanto a nivel educativo como legislativo y cultural. En segundo lugar, fija el criterio de una adecuada perspectiva para afrontarla: la distinción y la unión indisoluble entre sexo biológico y sexo sociocultural que muestra que la sexualidad humana no se puede reducir a lo meramente biológico pero tampoco se lo puede suprimir a fin de manipularlo arbitrariamente, así como la necesidad que tiene cada persona sexuada varón o mujer de ser ayudada y guiada en la progresiva identificación y asunción en cuanto varón o mujer de su propia masculinidad o femineidad.
“«La revolución biotecnológica en el campo de la procreación humana ha introducido la posibilidad de manipular el acto generativo, convirtiéndolo en independiente de la relación sexual entre hombre y mujer. De este modo, la vida humana, así como la paternidad y la maternidad, se han convertido en realidades componibles y descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las parejas»”26
En segundo lugar, sobre el desafío de la llamada revolución biotecnológica podemos decir brevemente dos cosas: hablar de revolución implica llevar a cabo un proyecto sobre el hombre y la sociedad a partir de una ruptura total con la tradición histórica de la humanidad para instaurarlo según concepciones meramente humanas procedentes de los ámbitos del poder imperante; en este sentido, no se trata solo de “los deseos de los individuos o de las parejas” sino también de grupos de poder. Hablar de biotecnología es referirnos al instrumento por el cual se pretende realizar dicha revolución antropológica diseñada por la ciencia, particularmente la biología humana, a fin de programar genéticamente cada ser humano que posteriormente será producido por la biotecnología.
“Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad. No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada.”27
En este último texto Francisco llega al núcleo más profundo de la ideología de género y de la revolución biotecnológica: los hombres nos enfrentamos al riesgo de “pretender sustituir al Creador” lo cual es calificado como pecado. Ante este desafío el Papa nos señala como camino la aceptación de nuestra condición “creatural” que implica involucrarnos en la lógica del don que estamos llamados a recibir, custodiar y desarrollar.
La educación para el amor y la sexualidad tiene que fundamentarse a partir de la realidad originaria de nuestra existencia que nos proyecta hacia un auténtico desarrollo humano: somos creaturas, es decir, lo que somos y lo que estamos llamados a ser presupone un don que tenemos que acoger con gratitud y cuidar y cultivar con responsabilidad, esto es, sabiendo responder a Quien nos ha donado por amor nuestro ser varón o mujer en el cual se halla contenido el llamado a realizarnos en el amor y por el amor, de aquí que necesitamos aprender a amar.
13 La educación de los hijos y el matrimonio, Ciudad Nueva, Madrid-1997.
14 Obras que tratan sobre el Matrimonio: Comentario sobre el Génesis contra los maniqueos, Comentario literal sobre el Génesis, Discurso del Señor sobre la montaña, Ochenta y tres cuestiones diversas, El bien del matrimonio, La santa virginidad, Tratados sobre el Evangelio de Juan, La fe y las obras, El bien de la viudez, La continencia, La ciudad de Dios, La gracia de Cristo y el pecado original, Las nupcias y la concupiscencia, Los cónyuges adulterinos, Contra Juliano, Las retractaciones. Se puede ver el Estudio de: Dattrino, Lorenzo, Il Matrimonio secondo Agostino, Ares, Milano-1995.
15 Como se deduce de un Decreto del Santo Oficio (actual Congregación para la Doctrina de la Fe) del 21 de marzo de 1931, “educación sexual” significaba “iniciación sexual”; en respuesta se propone “trabajar por una formación completa, firme, nunca interrumpida de la juventud de ambos sexos”.
16 Casti connubi 118, el remarcado es mío; ver Ibidem 119-121.
17 Discurso al vº Congreso Internacional de Psicoterapia y Psicología clínica, 13 de abril de 1953; el remarcado es mío.
18 Gravissimum educationis 1; el remarcado es mío.
19 Gaudium et spes 49; el remarcado es mío.
20 Gaudium et spes 52; el remarcado es mío.
21 Juan Pablo II, Familiaris consortio 37; el remarcado es mío.
22 Francisco, Amoris laetitia 280; el remarcado en cursiva es mío; dedica los números 280-286 a la educación sexual.