Esta transformación del comunismo chileno en un fiel destacamento del movimiento comunista internacional dirigido desde Moscú tendrá un impacto decisivo sobre las políticas que a continuación adoptará el PCCh, lo cual se manifiesta con claridad ya durante la primera mitad de los años 30. Ese es el tema del capítulo que se le dedica a las intentonas insurreccionales frustradas y a las propuestas de crear soviets en el Chile de esa época.
Después de ello, se pasa a estudiar uno de los hechos más bochornosos de la bochornosa historia del comunismo internacional: el pacto firmado entre la Unión Soviética y la Alemania nazi en agosto de 1939, que le abre las puertas a la Segunda Guerra Mundial e inaugura una política comunista, obedientemente seguida por el PCCh, de neutralidad pronazi que se mantendrá hasta la entrada de la Unión Soviética en la contienda en junio de 1941.
El siguiente capítulo recorre, después de un inicio sobre el delirante culto a Stalin y el impacto del informe de Jruschov sobre sus crímenes, la seguidilla de solidaridades vergonzosas de parte del PCCh con las invasiones y golpes de estado que la Unión Soviética lleva a cabo o promueve durante las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Aquí se pasa revista al aplastamiento de la Revolución Húngara y de la Primavera de Praga, a la invasión de Afganistán que terminó convirtiéndose en el Vietnam de la Unión Soviética y al golpe militar del general Jaruzelski contra el movimiento de los trabajadores polacos que se oponía a la dictadura comunista. Este capítulo se cierra con una remembranza del impacto que el derrumbe del Muro de Berlín y de la Unión Soviética -“la Casa”, como la denominaban los comunistas chilenos- tuvo sobre los dirigentes y militantes del PCCh.
Luego se pasa a analizar uno de los momentos cruciales de la historia del Partido Comunista: el intento de llegar el poder mediante el derrocamiento insurreccional de la dictadura militar y la creación de un aparato militar propio que pudiese jugar un rol decisivo en su realización, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Se trata de un intento inédito en la larga historia del partido que debía culminar el año 1986, que los comunistas denominaron el año decisivo y también el año de la victoria. El resultado fue muy distinto al imaginado por el partido y por los líderes comunistas cubanos, cuyo apoyo fue una pieza esencial del proyecto insurreccional del PCCh. Al final del día, el brazo armado formado por el Partido Comunista chileno en las escuelas militares cubanas y de otros países de la órbita soviética terminó abandonado por sus promotores, que nunca han asumido su plena responsabilidad por el accionar y el triste destino de su creación.
El último capítulo está dedicado a estudiar la creciente identificación de los comunistas chilenos con la dictadura cubana, así como su apoyo al régimen chavista de Venezuela y su participación en el Foro de São Paulo, órgano coordinador de las fuerzas comunistas latinoamericanas y sus aliados. Ello permite detenernos en lo que han significado estos nuevos referentes del PCCh, en especial Cuba, que se ha transformado en el principal sostén de los comunistas chilenos y el modelo de sociedad que más admiran.
Un epílogo sobre Daniel Jadue y la nueva estrategia de conquista del poder del Partido Comunista bajo su liderazgo cierra este trabajo. Se trata de un cambio radical en la línea de los comunistas chilenos que sigue la orientación diseñada hace ya más de diez años por Jadue bajo el impacto del chavismo o socialismo del siglo XXI, que en esos momentos experimentaba su momento de mayor auge. Esta nueva orientación recibió un impulso decisivo a partir de los hechos de octubre de 2019 y se plantea una línea de ruptura democrática y constitucional, como se dice en las Resoluciones del XXVI Congreso del PCCh (2020), que rechaza los consensos amplios, promueve la movilización confrontacional de la calle y se lanza contra la así llamada socialdemocracia neoliberal con una violencia que recuerda los peores momentos del sectarismo estalinista de los años 30. Una eventual conquista del gobierno por parte de una coalición de izquierda refundacional en la que el Partido Comunista tiene un rol protagónico lanzaría a Chile por un camino de insospechables consecuencias.
Finalmente, cabe hacer una precisión necesaria. El comunismo chileno abarca y ha abarcado un sector más amplio que aquel representado por el Partido Comunista. Corrientes trotskistas, maoístas y guevaristas han existido y aún existen, ya sea con manifestaciones orgánicas autónomas o como fracciones dentro del Partido Socialista. Sin embargo, su rol ha sido relativamente acotado y por ello este trabajo se limita a considerar el comunismo representado por el Partido Comunista de Chile.
I. De la profecía comunista a los regímenes totalitarios
Bajo el yugo de la dictadura comunista, la misma vida es peor que la muerte.
Manifiesto de los marineros del Soviet de Kronstadt (1921)
Varlam Shalámov escribió alguna vez: Yo participé en una batalla colosal, una batalla perdida por una genuina renovación de la humanidad. Yo reconstruyo la historia de esa batalla, sus victorias y sus derrotas. La historia de cómo la gente quiso construir el Reino Celestial en la Tierra. ¡El paraíso! ¡La Ciudad del Sol! Y, al final, todo lo que quedó fue un mar de sangre, millones de vidas arruinadas.
Svetlana Aleksiévich (2015)
Discurso con motivo de recibir el Premio Nobel de Literatura
La constatación de que los regímenes instaurados por partidos comunistas hayan invariablemente derivado en dictaduras totalitarias ha generado un largo debate sobre las razones de este hecho y la conexión que podría existir entre los principios fundacionales del marxismo, el aporte leninista y la realidad de dictaduras más parecidas a un infierno que a aquel paraíso terrenal profetizado por la utopía marxista. Intentar responder a esta cuestión es clave para entender a un partido, como el Partido Comunista chileno, que desde sus comienzos ha defendido la validez de las ideas de Marx y Lenin y se ha identificado con la sociedad creada por la revolución bolchevique. Las páginas que siguen nos proporcionan una introducción a una doble transformación: la de ideales aparentemente sublimes en realidades miserables y la de revolucionarios que querían cambiar el mundo para mejor y terminaron convertidos en implacables criminales políticos5.
La profecía de Marx
El pensamiento revolucionario de Marx es un heredero ateo de la tradición milenarista cristiana, cuyo núcleo está constituido por la gran profecía del Apocalipsis acerca de un Reino de Cristo sobre la Tierra que surgiría de la gran batalla entre el bien y el mal, entre Cristo y el Anticristo, y que duraría mil años (de allí el término “milenarismo” con que se la conoce)6. Esta profecía, así como la descripción de la hecatombe que antecedería la instauración del Reino de Cristo, poco tienen que ver con el mensaje de los evangelios y menos aún con la figura de Jesús, un Mesías pacífico cuyo reino no es de este mundo, que ellos nos han legado, pero su influencia no ha sido menor.
En el Apocalipsis se recupera, con toda su fuerza, al Mesías guerrero del Viejo Testamento, dando origen a una gran cantidad de corrientes heterodoxas cristianas que predicarán y se prepararán para el fin inminente del mundo tal como lo conocemos. Muchas de ellas pasarán a la acción revolucionaria, sintiéndose como una avanzada de los ejércitos redentores y diciendo encarnar el hombre nuevo liberado del pecado que sería parte del orden divino venidero. Los excesos y baños de sangre en que concluyeron estos movimientos milenaristas militantes, como el liderado por Fra Dolcino en Italia o por Thomas Müntzer en Alemania, anunciaban, a su manera, los terribles avatares de aquel futuro milenarismo ateo que encontró su gran profeta en Karl Marx.
El Manifiesto Comunista de 1848 fue su inimitable texto fundacional y en sus palabras finales acerca de la inevitable revolución violenta que vendría a dar paso al comunismo resuena una arrolladora fuerza profética que viene de los siglos:
“Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman