Detrás de la máscara. Vol II. XPM. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: XPM
Издательство: Bookwire
Серия: Detrás de la máscara
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418911903
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a ver que me…

      Se dio cuenta de que la infección se le había extendido, estaba delirando; si no le curaban la pierna pronto, con toda seguridad no saldría adelante…

      —Cariño, soy…

      —Era broma, no estoy tan mal, te estoy tomando el pelo…

      —¿Cómo se llama lo que quieres que me meta?

      —Ehhhhh.

      —Clarostofarami…

      —Me vale, trae…

      —No voy a abrir los ojos para verte, pero debes tener una cara de idiota…

      —¿Eres idiota hasta en estas circunstancias? —Lewis levanta el pulgar y le dedica una leve sonrisa.

      Se tomó los antibióticos. Seguía preocupada, pero confiaba en la fortaleza de aquel hombre, volvió a su tarea de inspección, realmente necesitaba matar el tiempo ya que no podía quedarse quieta esperando a que los demás hicieran algo útil por salvarle la vida a su amigo.

      —¿Qué coño…?

      Se estremeció, desde la entrada del baño no se llegaba a ver la zona donde estaba el lavabo y otro armario más, se asustó, debajo del lavabo había un cuenco metálico como el usado en los hospitales para dejar los restos y los utensilios usados.

      Tenía mucha sangre reciente, seguía oliendo, no estaba ni coagulada y ella no entendía nada de medicina, pero había leído mucho y por intuición dedujo que era demasiado roja y líquida como para llevar el tiempo que supuestamente la gente que allí vivía se había ido.

      Una aguja quirúrgica, hilo y unas tijeras, no se lo podía creer, habían gastado toda su suerte, «tengo que desinfectar esto», buscó algún desinfectante médico, «venga hidrosegunina o incluso alcohol me vale» para ya culminar la emoción, no había, se acordó de cómo su amiga le hizo un agujero en la oreja utilizando una aguja de coser y que para esterilizarla la quemó con un mechero y añadió ginebra, «eso sí que hay en el mueble-bar del salón».

      Cogió todos los utensilios y corrió hacia el salón, «puedo despertarlo y que me indique, tú puedes, Sham».

      ¡CLAK! (suena como cargan un arma).

      —¿Quién coño sois, ¿qué hacéis en mi casa?

      Miró a Lewis. Estaba inconsciente tumbado en el sillón donde lo había dejado, sostenía la bandeja, llena de sangre y con los utensilios entre las manos.

      Se dispuso a explicarle a la desconocida (que entendió era la dueña de la casa) cual era el motivo del allanamiento de su morada.

      —Ehhhh, no dispare, por favor, no le haremos daño, mi…, mi amigo está herido, necesitamos, necesitamos…

      —Sé lo que necesita él, y es una sutura de esa herida ya, o morirá, tal vez incluso sea tarde...

      —Déjeme que lo cosa y nos iremos, no le diremos a nadie que está usted aquí.

      —No sé a quién le vais a decir nada, jajaja, no hay nadie, salvo esos monos…

      —¿Le importaría bajar el arma?

      —Sí que me importa.

      —Le prometo que le contaré todo lo que quiera sobre nosotros si deja que nos vayamos, no puedo dejarlo morir. —Shamsha camina hacia Lewis casi rozando el cañón del arma, se arrodilla junto a este, intenta moverlo, pero él no se mueve, suda mucho. Ella llora mientras le habla intentando encontrar un atisbo de vida.

      —Por favor, después de todo así no, no… —Las cosas caen y se esparcen por el suelo, cruza los brazos sobre el torso de su amigo, hunde la cara llorando sobre él, balbuceando cosas ininteligibles.

      —Joder, ¿qué te ha pasado, Misha? —dice la desconocida entre dientes.

      Bajó el arma, la enfundó, se acercó a Shamsha, se agachó junto a ella, la agarró de la axila y le dijo:

      —Yo le curaré, soy médico, vamos a intentar salvarle la vida, ¿vale? Pero necesito que te calmes y que me ayudes, no le queda mucho tiempo, ¿le has dado de esto?

      Shamsha asintió.

      —Vale, le ayudará con la infección que tiene, pero hay que curar eso tan asqueroso, ¿ves esto?

      Le señaló una parte de la herida, estaba amarillenta y supuraba un líquido que no tenía buen aspecto. La sangre reseca le tapaba toda la piel de alrededor.

      —Soy Misha, vivo aquí, no tienes por qué usar esto, tengo más que cogí del hospital antes de que lo saquearan. ¿En serio? ¿Qué ibas a hacer con esto?

      —Yo…, ehhh, no lo sé —responde Shamsha asustada.

      —No tienes pinta de médico, menos mal que he llegado a tiempo, si no…

      —Gracias…

      Misha fue hacia la cocina, trajo utensilios nuevos, se puso unos guantes y le dijo que se apartara. Quitó los trozos de vestido de ella que Shamsha había usado para limpiar y tapar la herida.

      —¡No tienes mal gusto para elegir vendajes, jajaja!

      —Yo… lo siento…

      —No me importa, esto no tiene ningún valor, ve a bajar la música, anda…

      Shamsha esperaba que se enfadara, esbozó una media sonrisa, fue al baño, apagó la música y volvió junto a su amigo.

      —¿Cuánto tiempo lleva con esto así de abierto?

      —No sé, tal vez un par de horas…

      —¿Un par de horas?, no entiendo, ¿por qué tiene este aspecto? mmmm…, da igual, lo curaré, si sobrevive, le adornará la pierna una gran cicatriz.

      Misha limpió, cortó, había mucha sangre, quitaba astillas de dentro de la herida. Shamsha apartaba la vista de vez en cuando para no vomitar.

      Empezó a cerrar muy despacio. Lewis intentaba retorcerse, ponía muecas de dolor, pero no despertaba. Las dos agradecieron que así fuera para no tener que explicarle lo que estaba sucediendo, Shamsha lo sujetaba por los hombros, estaba muy débil para ni tan siquiera abrir los ojos.

      —Es extraño cómo la infección se le ha apoderado tan rápido, no suele pasar, nunca había visto esto… ¿Con qué se ha hecho esto?

      —Con un palé antiguo, creo…

      —Mmmmm, bueno, da igual, no creo que lo tengáis que dar de comer a los monos o de cena…

      Shamsha la miró incrédula.

      —¡Es broma, relájate!, no va a morirse por esta herida, lo que sí va a pasar es que va a tardar un tiempecito en recuperarse de este corte tan feo…

      Tardó mucho rato en unir las numerosas capas cortadas, lo hacía con sumo cuidado, pero sin parar o abrumarse cuando Lewis esbozaba una mueca de dolor o emitía algún gruñido. Shamsha veía la perfección de la sutura, pensaba que de haberlo cosido ella…, no sabía que se cosía capa a capa, lo hubiera cosido superficialmente esperando que las internas se uniesen por efecto dominó.

      Misha preguntaba, tanteando por sus historias personales, cómo habían sobrevivido, qué hacían antes de que todo sucediera…

      Shamsha vaciló, no quería darle más información de la necesaria, pero como siempre, los nervios la traicionaron. Le habló de Charles, intentaba no profundizar en temas que pudieran ponerlos en peligro, realmente se percató de que Misha no estaba ni lo más mínimo interesada en sus vidas, sino que quería distraerla para que ella estuviera tranquila.

      Shamsha no paraba de hablar, observaba atentamente cómo cosía capas blanquecinas, mezcladas con sangre de diversos colores por todos lados.

      —Ehhh, Sham… si pones tu cabeza delante de la mía no veré nada…

      —Lo