Detrás de la máscara. Vol I. XPM. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: XPM
Издательство: Bookwire
Серия: Detrás de la máscara
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418911897
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      Las enfermedades eran lo más común en la raza humana sumado a la lucha sin reglas ni conciencia por los recursos, no había distinción entre hombres, mujeres o niños, todo aquel que no fuera uno mismo era un enemigo, alguien que podía arrebatarte una lata, una fruta podrida o una de las últimas botellas de agua, que ya nunca volverían a rellenarse.

      Al principio, y como siempre, el mal de unos es el enriquecimiento de otros, los precios se inflaron de manera desorbitada, los recursos médicos eran un lujo al que solo un pequeño porcentaje de la población mundial podía acceder, el mercado negro de alimentos era un negocio enriquecedor para las mafias, las leyes dejaron de existir, los encargados de hacer cumplir la ley y mantener el orden también tenían hambre y sed; ante esas dos necesidades no satisfechas, el honor y el respeto a los demás, quedaban a un lado muy apartado de sus valores.

      La escasez de alimentos era extrema y la situación estaba fuera de control, era demasiado tarde para la raza humana; había muerto un sesenta por ciento de la misma y los que sobrevivían se encargaban de aniquilarse entre ellos.

      ……….

      Aproximadamente corría el año 2074…

      Como de costumbre, al comenzar su día, Shamsha cogía agua del pozo y regaba su huerto.

      —Qué extraño…

      Se introdujo un poco más dentro del agujero del pozo, observó que algo raro sucedía, el nivel del agua había descendido considerablemente, aun así, no le dio demasiada importancia, quedándose extrañada al probar el agua, esta era más densa, tenía un sabor diferente y además le pareció ver un reflejo en el fondo, cosa que achacó a que seguía dormida.

      «Creo que se me está yendo la cabeza, ¡despierta!, joder, cada vez me cuesta más despejarme, será que me estoy haciendo mayor…

      ¿Qué extraño?, Shamsha, hace mucho tiempo que no ves al pesadito de Jamsi, puede que haya encontrado a alguien y te deje por fin en paz, pero…, ¿tampoco le interesa llevarse los logros de mis descubrimientos? ¿Lo habrán ahogado por fin en un baño de látex? Es muy extraño que no haya venido a tocar las narices…

      ¿Dónde estará el dichoso móvil?, hace tanto tiempo que no sé nada de él, puede que también me haya abandonado por aburrimiento, ¿desde cuándo eres tan aburrida y solitaria?

      Creo que mi hígado se ha regenerado totalmente desde que acabé la universidad, ¡qué tiempos aquellos!

      ¿A qué día estamos? Joder, hace tanto tiempo que no echo un polvo que creo que se me ha reconstruido el himen…».

      Fue al baño, se miró al espejo. No recordaba el tiempo que llevaba sin hacerlo, pero…

      —Pero… ¡Joder!, ¿esto es bigote?, y… ¡¡vuelvo a ser uniceja!!, ¡madre mía no quiero mirarme otras partes!

      »¡Ok Shamsha!, se acabó, vas a ducharte y quitarte todo el pelo de tu cuerpo hasta que te veas la blanquísima piel que te caracteriza… Espera un momento…, ¿por qué me tengo que quitar esto?

      ¡Pues no pienso quitármelo!

      Vale, en definitiva, se te está yendo la pinza…

      Después de un largo rato de ritual de belleza, se dio cuenta de que no era un cañonazo de tía exuberante, pero poseía una esencia que hizo que se enterneciera con su reflejo, hacía mucho tiempo que no veía a ningún ser humano.

      —¡Valeee, estoy chalada, me he emocionado al ver a una persona!, a mí… —Busca el comunicador móvil impaciente, lo enciende—. ¡Mierda!

      Al no acordarse de las mil contraseñas que tenía el aparato, tardó un rato en recordar que con los sistemas de reconocimiento tal vez iría más rápido.

      —Dichoso aparato, siempre igual…

      Ninguno de los sofisticados sistemas de reconocimiento funcionaba: el de retina, voz, facial, aliento…, tendría que volver al pasado y acordarse de las contraseñas.

      Probó con todas las contraseñas que siempre utilizaba, estaba empezando a desesperarse cuando de repente, el holograma de bienvenida apareció tridimensionalmente pisando la pantalla, Shamsha se asustó.

      —Buenos días, Shamsha, hacía mucho tiempo que no nos veíamos, ¿qué tal todo?, tu ritmo cardíaco está algo acelerado, por lo demás, estás un poco falta de vitamina D, veo que has recuperado el hierro que te faltaba hace un año….

      Los comunicadores móviles tenían la opción «despertador con chequeo», le pareció que fue ayer cuando aquella cosa le dio los buenos días, recordándole las carencias de minerales que había en su sangre.

      —Bueno, sí he recuperado el hierro —Shamsha habla para sí misma de forma irónica.

      Tras el chequeo, aquel simpático holograma de un hombre de mediana edad, bien parecido y con agradable voz le saludó efusivamente, le dijo el día y la hora como si le hubiera leído el pensamiento y supiera que se encontraba totalmente desubicada.

      —Pero…, ¿qué dice esto?, seguro que está roto, la humedad o algo…

      Le asestó pequeños golpes, pensando que así lo arreglaría, no daba crédito, deseó que tuviera algún fallo, aunque en el fondo de su mente sabía con certeza que lo comunicadores no fallaban nunca.

      Intentó acceder a sus cuentas de correo, redes sociales, etc., le resultó extraño que no hubiera ningún tipo de red, eso la tranquilizó, cabía la posibilidad de que estuviera defectuoso.

      —Vamos, neuronas, volved a ser amigas, porfi… Ehhhh, ¡joder, es mi cumpleaños!

      El hombre de su teléfono volvió a salir de la pantalla, esta vez con una tarta de cumpleaños y empezó a cantarle una canción de felicitación; fue entonces cuando las esperanzas de que estuviera roto se disiparon levemente.

      Si era correcto, llevaba allí abajo autoencerrada casi un año, la única luz natural que había recibido era la que entraba por su preciado jardín. Se giró a observarlo orgullosa, lo miraba atónita, embelesada, poseía una belleza y un magnetismo que atrapaban, podía pasar horas y horas admirando aquel lugar, tenía algo extraño, casi mágico.

      De repente, un escalofrío le recorrió la espalda al mirar al techo y recordar que existía un mundo fuera de aquellos gruesos muros, estaba ahí arriba y para su desgracia tendría que volver a él.

      El miedo a salir se había convertido en su carcelero, la invadieron sudores fríos de pensar en que iba a ver gente, el espacio abierto, las relaciones sociales, Jamsi…

      La tristeza devoró su sistema sin previo aviso, los enormes ojos negros dejaron de ver nítidamente, amargas lágrimas brotaban al exterior, jugaban a las carreras por sus mejillas, mientras recordaba que hacía mucho tiempo que se había enfadado estúpidamente con su madre, no sabía nada de su familia, Charles…

      «Mi hermana… ¿habrá entrado en cólera al no saber nada, ni controlar mi vida?, mis amigos, ¿estarían preocupados?, ¿cómo habrían sido sus vidas sin mí?, ¿alguien se habrá dado cuenta de que he desaparecido? Tranquila, Sham, seguro que el chisme este está roto, ya sabes lo que te pasa con la tecnología…

      Charles, lo echo de menos, imbécil egoísta, joder, qué bueno estaba, seguro que es un supercientífico, casado con una supercientífica, tienen una supervida…

      Bah, pero seguro que ahora tiene barriga y está mayor, sí, seguro… Vale, Sham, a quién quieres engañar, seguro que está buenísimo, ha conseguido el Nobel y sigues enamoradísima de él como una imbécil, algún día te lo encontrarás y tendrás que mirar a su perfecta familia con una falsa sonrisa, total, era un tarado, qué más te da…».

      —¡Vuelve a la realidad, Shamsha Menper! —Shamsha camina de un lado a otro sin rumbo—. Venga, venga, venga, tú puedes, ¿ok?, solo es gente, cabrona y sucia gente, pero seguro que hay más, mami, quiero ver a mamá…

      Tenía tanto miedo