¿Innovación e ingeniería financiera?, ¿o el preludio de una gran estafa a escala global?
En este apartado, se pretende, desde una perspectiva antropológica, analizar los rasgos principales que orbitan alrededor de la crisis desatada por la llamada financiarización económica. El discurso de la innovación en el mundo de las finanzas, es una forma subrepticia a través de la cual una élite académica, en su rol de minoría cognitiva, engrandece ciertos privilegios, protegiendo los nichos de un mundo extremadamente conservador (hablando en términos políticos e ideológicos) que, a instancias de la financiarización económica, termina por naturalizar ese discurso. En ese escenario, la innovación financiera busca generar valor agregado al conocimiento, con el fin de aplicarlo productivamente en favor de la reproducción del capital financiero. Al mismo tiempo, se abre paso una tecnocracia que monopoliza la producción de técnicas y sofisticados dispositivos altamente favorables a los intereses de poderosas corporaciones financieras.
La innovación y la ingeniería financiera favorecieron la emergencia de una casta de expertos en dirección de empresas (MBA), quienes pretendieron no solamente imprimirle carácter científico y legitimidad al esotérico y acomodado lenguaje de las finanzas y de los negocios, sino también ser las únicas voces autorizadas para conducir el rumbo de la economía mundial. Sus dogmas de fe y sus textos, artificiosamente, alimentaron enfoques seudocientíficos. La alquimia financiera desarrollada en las escuelas de negocios diseñó sofisticadas fórmulas relacionadas con modelos de capital de riesgo, fusiones, adquisiciones y banca de inversión, las cuales dieron origen al mercado de contratos de opciones y derivados. Se suponía que esa casta de sabios expertos era la única autorizada en el mundo, para domar y controlar todo lo relacionado con el riesgo financiero, en gracia de lo cual, debía tener un mundo de privilegios y recompensas económicas a sus anchas.
En lo transcurrido de este nuevo siglo, se incubaron condiciones especiales que condujeron a la debacle de la economía mundial. Los gurúes del mundo financiero no han explicado las razones por las cuales la tierra de promisión que ellos ofrecieron al mundo, ahora se ha transformado en un inhóspito desierto, proceso que eufemísticamente han llamado “crisis financiera”, pero que, en realidad, corresponde a una gran estafa a escala global, promovida por los más connotados especuladores financieros del mundo.
El complejo entramado de la financiarización económica y sus manifestaciones debe ser comprendido y analizado más allá de sus propios términos, en tanto, parte del engranaje del sistema-mundo. Esta tarea no será asumida por quienes promovieron y se han beneficiado de esa debacle. En la perspectiva de Quijano, tal fenómeno debería abordarse dentro de los deseos del capitalismo colonial/moderno, enmarcados en las continuidades emergentes, desde donde se pretende configurar escenarios políticos de base territorial (Quijano, 2007).
Antes de continuar con el análisis, es preciso identificar unos cuantos gurúes pertenecientes a la élite de directivos protagonistas de esta sonada estafa especulativa global. La nómina de MBA de la Escuela de Negocios de Harvard es de lujo: George W. Bush, quien no precisa de mayor presentación; John Thain, quien actuaba como director ejecutivo de la malograda Merryl Lynch; Christopher Cox, expresidente de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC); Andy Hornby, director ejecutivo del banco británico HBOS PLC, que debió ser rescatado en una fusión con Lloyds, después de lo cual fueron, a su vez, rescatados por el Gobierno del Reino Unido. Por la Universidad de Nueva York, está su MBA Richard Fuld, responsable ejecutivo de Lehman Brothers cuando esta se derrumbó. Para no agrandar la lista, se puede finalizar con el MBA Peter Wuffli, de la Universidad de San Galo, en Suiza, quien, en su condición de director ejecutivo, fue responsable de cuantiosas pérdidas que condujeron al UBS AG de Zúrich a la inminente quiebra.
Tales personajes pertenecen al tipo de sujetos que el poder corporativo, a instancias de la financiarización económica, requiere para adelantar una perpetua guerra financiera. Desde una perspectiva foucaultiana, el profesor Cristóbal Gnecco permite entender que nos enfrentamos ante una operación del poder que no destruye tanto como lo que construye día a día; siendo necesario, por ello, desplazar la mirada analítica en el sentido positivo del poder (Gnecco, 2010). Es decir, hay una plenitud que exige ver cómo se hace la vida social en relación con el poder, y que el poder constituye los sujetos de poder. Surge entonces una pregunta que nos obliga a saber ¿cuál es el tipo de sujetos construidos por el poder a instancias de la financiarización económica?
Ahora, será necesario aludir a otro tipo de personajes imprescindibles para desentrañar antropológicamente los rasgos de la financiarización económica. Se trata de connotados especuladores financieros de carne y hueso, eufemísticamente llamados “los mercados” por los medios de comunicación corporativos. Para tal fin y en razón a la brevedad del espacio-tiempo disponible, haremos alusión a una muestra significativa de tales especímenes.
Empecemos por Alessio Rastani, un inescrupuloso y eximio representante de la especuladotría financiera. Interrogado durante un programa televisivo transmitido por la BBC de Londres, acerca de “¿qué haría más felices a los inversores?, ¿qué les haría sentirse más seguros?”, desprevenidamente respondió:
Personalmente, creo que da igual. Soy un operador financiero, a mí no me preocupa la crisis. Si veo una oportunidad para ganar dinero, voy a por ella. Nosotros, los brókers, no nos preocupamos de cómo arreglar la economía o de cómo arreglar esta situación. Nuestro trabajo es ganar dinero con esto. Personalmente, he estado soñando con este momento desde hace tres años. Tengo que confesarlo, yo me voy a la cama cada noche soñando con una recesión, soñando con un momento como este. Hay mucha gente que no lo recuerda, pero la depresión de los años treinta no fue solamente el crash de los mercados. Había gente preparada para hacer dinero con ese derrumbe. […] Si sabes lo que hay que hacer, puedes ganar un montón de dinero. […] No es la típica situación en la que podemos confiar que los gobiernos encuentren una solución. Ellos no gobiernan el mundo. Goldman Sachs gobierna el mundo. (Escolar, 2011, párr. 3).
Suena descarnado, pero es así, precisamente, como se comportan los mercados. Ganar y hacer dinero, esa es la cuestión. Se trata de fabricar las crisis financieras (léase estafas) y lucrarse con ellas. Para el especulador financiero (los mercados) “… da igual”, si ello implica arrasar con la cultura, con la naturaleza o con las aspiraciones y proyectos de vida de pueblos enteros.
El poder desmedido de los especuladores financieros no tiene límites. En muchos casos, Goldman Sachs ha logrado que antiguos ejecutivos suyos se instalen en las más altas posiciones del Gobierno de Estados Unidos. Al respecto, se puede mencionar el caso del ex CEO de Goldman Sachs, Henry Paulson, quien, siendo secretario del Tesoro de George W. Bush, orquestó un plan de autoservicio para desviar miles de millones de dólares a un grupo de especuladores de Wall Street. Robert Rubin, secretario del Tesoro de Bill Clinton, fue ejecutivo durante 26 años de Citigroup, grupo al que, a su vez, Paulson le otorgó un rescate de USD 300 mil millones.
En la misma orilla, tenemos al filántropo y especulador financiero Warren Buffet, gestor de la campaña “los ricos queremos pagar más”, y autor, a su vez, de la célebre premisa “la lucha de clases sigue existiendo, pero es la mía la que va ganando”. Mentor de la diatriba lanzada contra los derivados financieros hipertóxicos, al calificarlos como armas financieras de destrucción masiva. Es el prototipo del empresario estadounidense, accionista mayoritario del conglomerado empresarial Berkshire Hathaway y también propietario de Moodys, la archi reconocida calificadora de riesgo. Tal personaje es popular, porque en uno de sus célebres actos de filantropía inyectó cinco mil millones de dólares en forma de acciones preferentes con renta fija de 6 %, y premio por retiro de 5