Los retos y ganancias de la asociatividad
“Dejar el sombrero”: la emigración como consecuencia de la apatía gubernamental
Presentación
El Grupo de Investigación sobre Oralidad, Narrativa Audiovisual y Cultura Popular del Caribe Colombiano (ORALOTECA) tiene más de diez años de trabajo en diversos territorios de la geografía regional. Durante este tiempo nos hemos acercado a las realidades que viven los pueblos y las comunidades que nos unen como un territorio pluriverso y multicultural, procurando constituirnos como un puente entre los conocimientos populares y el saber académico; lejos de pretender asumir la voz de las comunidades, hemos ensayado herramientas y canales por medio de los cuales estas comunidades puedan enunciarse a sí mismas. Más allá de pretender llevar los conocimientos populares a los escenarios del debate académico, nuestra apuesta es por acercar los escenarios académicos a las epistemes de las comunidades y los pueblos del Caribe. Por esta razón, la publicación de este libro se convierte en una nueva apuesta por acercar el mundo académico a la realidad que viven las comunidades de campesinos y campesinas que habitan los departamentos del Cesar, Magdalena y La Guajira, al tiempo que son un aporte fundamental para el reconocimiento del campesinado como sujetos sociales de derecho, ya que desde sus territorios, han configurado formas propias de relacionarse con el territorio que les permiten generar procesos de organización, lucha y resistencia para su dignificación como población.
Conocer la vida, las cotidianidades y formas de ser de los pueblos campesinos y pescadores del Magdalena Grande (Cesar, Magdalena y La Guajira) es un reto que debió ser asumido mediante un método que permitiera a las personas expresar los significados de lo que hacen y por qué lo hacen (Restrepo, 2016); esto fue posible mediante el diálogo e intercambio de saberes, pero fundamentado desde el saber escuchar como un instrumento de acercamiento que rompiera con la verticalidad en la interpretación de la realidad y generara una horizontalidad en la construcción de conocimiento sobre lo que significa “ser campesino” en una región tan diversa como es el Caribe colombiano. En ese sentido, los recorridos etnográficos, el diálogo de saberes, las historias de vida, las entrevistas semiestructuradas, los talleres participativos y la observación dinamizan la búsqueda de relatos que representan la historia y el presente de dichas comunidades como sociedades dignas que han configurado y codificado su mundo mediante la relación constante con la naturaleza, el universo y la sociedad.
Para dar inicio al desarrollo de la investigación se planteó la idea de abordar la realidad de las comunidades campesinas del Magdalena Grande a partir de las formas de relacionarse con el territorio, no solo en términos productivos, sino también a partir de las representaciones, los valores y significados que sobre este se construyen. Así, el análisis de las relaciones establecidas con el territorio puede ser abordado desde la perspectiva naturalista, política, económica y culturalista (Rincón, 2012). El trabajo de los etnógrafos no se limitó a describir prácticas económicas en relación con la tierra y el agua, sino que la mirada del investigador pretendió conocer cómo la tierra y el agua han configurado unas identidades, corporalidades y saberes propios que expresan la historia y la realidad concreta de pueblos marginalizados que han resistido dignamente por el sostenimiento de sus tradiciones y memorias como elementos estructuradores de sus modos de vida.
En ese sentido, los procesos de colonización, poblamiento, saberes locales, economías, conflictos y procesos organizativos guían cada uno de los apartes del documento, que resalta la complejidad y heterogeneidad que atraviesan las realidades campesinas en los departamentos del Magdalena, La Guajira y Cesar (Magdalena Grande), lo cual es un ejercicio de memoria que aporta una lectura actual cuando se refiere a pueblos campesinos y pescadores que aún siguen luchando por mejorar sus condiciones de vida y por ser escuchados como sujetos activos en la construcción de región y país.
La etnografía como método crítico y dialogal (Vasco, 2000) arroja insumos que permiten comprender la territorialidad, la identidad y la memoria desde las mismas voces de los actores; es decir, conocer el territorio de la mano de las comunidades permitió comprender las realidades contadas desde la experiencia, lo emocional y lo sensorial como forma significativa en las dinámicas sociales, culturales y de resistencia de las comunidades campesinas y de pescadores. Los recorridos etnográficos, el diálogo de saberes, las historias de vida, las entrevistas semiestructuradas, los talleres participativos y la observación dinamizan la búsqueda de relatos que representan la historia y el presente de dichas comunidades como sociedades dignas que han configurado y codificado su mundo mediante la relación constante con la naturaleza, el universo y la sociedad.
Para el desarrollo de las etnografías sobre las formas de vida de la población campesina en el Magdalena Grande abordamos el territorio desde sus particularidades geográficas, para lo cual decidimos dividir los departamentos del Cesar, Magdalena y La Guajira en siete subregiones geográficas: Sierra Nevada de Santa Marta, La Guajira, Norte del Cesar, Sur del Cesar, Centro y Sur del Magdalena, Norte del Magdalena o Ciénaga Grande de Santa Marta y una última subregión de análisis que corresponde a las realidades de los campesinos en zonas urbanas.
Las salidas de campo o “recorridos etnográficos” a cada uno de estos territorios permitió recoger la información de acuerdo a las categorías de estructuración de la vida cotidiana propuestas, a saber: producción o satisfacción de necesidades básicas; política o toma de decisiones colectivas; cultura o formas de reproducción de identidades colectivas, prácticas tradicionales y valores comunes, y ambiental o las relaciones con el entorno y los recursos naturales. Asimismo, durante la realización de los recorridos etnográficos se consideró adicionar la dimensión “conflicto”, referente a los efectos sociales derivados de la exposición de las comunidades al conflicto armado interno; esto, dada la recurrencia con que las comunidades señalaban los variados tipos de afectaciones físicas, simbólicas y psicológicas que sufrieron y siguen sufriendo. Sin embargo, dada la alta densidad de producción académica e institucional en años recientes sobre conflicto armado y sus efectos en el territorio, en los ejercicios etnográficos y entrevistas realizadas la dimensión de “conflicto” solo se abordó al final, dando espacio a las otras dimensiones