Chiribiquete. Carlos Castaño-Uribe. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Carlos Castaño-Uribe
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789585240032
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geológica de la serranía de Chiribiquete se inicia hace unos 2000 a 1800 millones de años, en el período Precámbrico, que forma el Escudo de la Guayana (Complejo Migmatítico del Mitú), y las rocas suprayacentes del Paleozoico de la Formación Araracuara. Esta característica permite observar conjuntos rocosos, modelados ininterrumpidamente desde hace millones de años hasta formar un conjunto de inselbergs o domos como los de la imagen, próximos al río Ajaju. Este es, sin lugar a dudas, un atractivo paisajístico único del país. Fotografía: César David Martínez.

      Hace más de 30 años, tuvimos oportunidad de “divisar” para el Sistema de Parques Nacionales de Colombia, la serranía de Chiribiquete. Un sitio excepcional desde todo punto de vista, al que ya no le caben más epítetos de sorpresa y admiración. Iniciamos, entonces, un completo reconocimiento aéreo, en ese momento, dada la dificultad física y real de hacerlo por tierra y agua. Sus intrincadas y abruptas formas y su relieve agreste, milenario y desconocido, empezaron a ser investigados a comienzos de los años noventa. Emprendimos la coordinación de las primeras expediciones que nos llevaron a un nutrido grupo de especialistas –que representaba lo mejor de la investigación del conocimiento biológico del país– y a mí, a comenzar a escudriñar este mágico mundo oculto, cuya vastedad se pierde entre rocas perpetuas, ríos de aguas de color té y extensas selvas que, a lo largo de estos últimos años, han empezado a ser constreñidas desde los principales centros de colonización amazónica, avecinando un daño catastrófico para este legado planetario. Lejos estábamos entonces de imaginar la cantidad de aspectos y características que podía albergar este enigmático lugar, de sospechar siquiera las singularidades que se plantearían desde el punto de vista arqueológico, y de pensar en encontrar evidencias que necesariamente nos llevarían a pensar en ámbitos de interrelacionamiento continental más amplios.

      La evolución cultural de las sociedades indígenas del continente americano está siendo profundizada de nuevo, a partir de hallazgos en varios puntos geográficos y ecosistémicos. Una infinidad de sitios y disciplinas están bajo el escrutinio de los investigadores que, con sus datos, enriquecen el espectro de lo que hemos mantenido como dogma en la arqueología. Hemos empezado a entender que las simples bandas de cazadores no eran ni tan simples ni tan itinerantes como se había supuesto y que, como en el caso de Chiribiquete, quizás habían llegado con un modelo cosmogónico y espiritual más elaborado de lo que se había presupuestado.

      Colombia siempre se ha considerado un área de desarrollo relativamente incipiente, frente a los modelos más evolucionados alcanzados en México y Perú. Hemos estado cobijados por una serie de elementos y criterios que se consideran propios de lo que la arqueología llama el “Área intermedia”, en contraste con las grandes civilizaciones de Mesoamérica y los Andes centrales.

      Los registros de lo que hemos encontrado hasta el momento en la serranía de Chiribiquete –y que aquí se comparten con un público general– muestran evidencias de manifestaciones pictóricas que podrían estar asociadas con expresiones muy tempranas del poblamiento americano. Sin embargo, muchos de los patrones, objetos y tecnología, documentados por ellos mismos en las pinturas y en sus rituales, no parecen encajar suficientemente bien con el esquema temporal y espacial de las teorías convencionales sobre ese poblamiento, en particular, sobre su origen. Si bien es cierto que el esfuerzo investigativo en este sitio es totalmente preliminar y un tanto incipiente, existen aspectos culturales que –desde ahora, más allá de la cronología, en sí misma– muestran posibilidades infinitas en los campos de interpretación etnológica y simbólica de estos primeros pobladores de la Amazonia y que, obligatoriamente, deben seguirse investigando. Tal como aquí hemos tratado de mostrar, se podrá resolver, desde lo conceptual, una condición de conectividad, continuidad y complejidad de la dimensión cultural, especialmente en cuanto al papel religioso y ritual de estos pobladores que terminaron afianzados en sitios claves que les ofrecían condiciones para la supervivencia de la tradición, cuando el resto del continente se debatía en las circunstancias adaptativas impuestas por el clima del final del Pleistoceno y comienzos del Holoceno.

      No sabemos aún con exactitud cómo encajan los datos disponibles, hasta ahora, en el contexto netamente académico –ni cronológico, ni secuencial– de la arqueología americana. Lo que sí esbozamos es que Chiribiquete tuvo un papel relevante en la dispersión de elementos conceptuales y filosóficos en una dimensión fascinante relacionada con la “jaguaridad” continental, a juzgar por la magnitud, asociación y complejidad del ícono emblemático, no solo del “jaguar mítico y solar” sino, de su relación con otra infinidad de ideas que se pueden apreciar en la iconografía litúrgica encontrada entre el sur de los Estados Unidos y la Patagonia, geografía que ha sido, precisamente, el hábitat original de esta especie felina, desde la llegada del hombre a América.

      Como se pretende profundizar en esta obra, sobresale, además, que sea Chiribiquete, un lugar enclavado en la mitad de la Amazonia colombiana, el sitio en donde se documenta una larga tradición cultural –que puede llegar incluso hasta nuestros días– y que allí estén definidos una serie de elementos conceptuales clave. De alguna u otra forma, ellos muestran muchas relaciones simbólicas y estilísticas con culturas, formas de vida y expresiones en sitios tan distantes y en tiempos tan distintos que, por demás, hacen parte de una de las expresiones documentales prehistóricas más singulares del continente, por magnitud, profundidad, contenido y funcionalidad, esta última de carácter netamente chamánico.

      La significancia de este contenido mural resulta especialmente estimulante en el contexto pictórico enclavado en la región del Amazonas colombiano y va más allá de las ideas e interpretaciones que hemos deducido en más de 30 años de investigación: es este sitio y sus íconos emblemáticos los que muestran una gran dispersión continental, evidenciando una relación profunda y extensa con otros sistemas naturales, con otros pueblos y etnias –con los que seguramente se compartieron ideas que ayudaron a formar, no solo el contenido sino el legado de este patrimonio arqueológico y espiritual– y con múltiples momentos cronológicos, a lo ancho del Neotrópico. Parecería, además, que muchas de estas ideas que se plasman en los contenidos pictóricos de muchos sitios del continente se fueron forjando con una visión y un modelo de desarrollo cultural afín al que observamos en Chiribiquete, imprimiendo un contenido de carácter espiritual y chamánico, más allá de los desarrollos y las civilizaciones que los acogieron.

      Estamos seguros de que este aporte no resolverá el sinnúmero de preguntas clave que se deben responder en los años venideros. Es, más bien, el inicio de una nueva ruta que vale la pena explorar y que, seguramente, ayudará a entender mejor esa identidad esquiva de nuestra propia nacionalidad.

      Esta imagen del río Ajaju, al lado de los escarpes rocosos en la zona norte-centro del PNN, denota las características de las aguas influidas por los suelos escurridos desde los Andes, que logran esa conectividad de elementos propios Andes-Amazonas. Fotografía: César David Martínez.

      Colombia ha sido reconocida, en su pasado pre y etnohistórico, como el país de El Dorado. Ahora sabemos que parte de esa dimensión –que tanto interés generó durante la conquista europea y después de ella– no se compadece ni se entiende suficientemente bien si no logramos descifrar su relación con la iconografía del chamanismo. Fue Reichel-Dolmatoff (1988) el precursor de la interpretación que se ha hecho sobre la orfebrería del Museo del Oro. En este, por ejemplo, el tema de la jaguaridad y los animales acompañantes juegan un papel vital en la conectividad mítica y espiritual, así como en el sentido profundo de su identidad. Esta interpretación es compatible con el registro pictórico de Chiribiquete que tiene mucho que aportar en este análisis iconográfico. Vale la pena aclarar que pretender abarcar todos los elementos técnicos y perceptuales deducibles de las pinturas de Chiribiquete es una tarea titánica. A pesar de la definición reiterativa de patrones y arreglos semánticos del lenguaje simbólico de la iconografía, resulta imposible.

      Cada nuevo abrigo con pinturas que se descubre en este sitio, aporta atributos y componentes que reafirman algunas estructuras generales, de un contexto muy amplio. Al tiempo, abre y aporta nuevos elementos a este vasto mundo ritual que se ha consagrado en este sitio, de forma tan distintiva y particular que lo hace único y excepcional en el concierto