Chiribiquete. Carlos Castaño-Uribe. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Carlos Castaño-Uribe
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789585240032
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y natural es reconocido ahora como algo único y excepcional por parte de la unesco, con lo cual se reitera el carácter especial de esta región que los colombianos debemos perpetuar. Hoy, Chiribiquete está seriamente amenazado por fuerzas externas y su conservación es una obligación y un deber de todos.

      NOTAS

      1 El término bisagra se ha usado en la biogeografía colombiana para significar el carácter especial de un sitio que sirve de encuentro y distribución de elementos biológicos, geográficos y ecológicos que son propios de varios entornos.

      2 El levantamiento precámbrico se estima con una edad de 1.800 millones de años y concluye hace 542,0 (±1,0) millones de años aproximadamente. Las rocas formadas durante este tiempo están muy transformadas por diferentes ciclos orogénicos (deformación tectónica, metamorfismo, etc.). En la Amazonia colombiana este levantamiento se reconoce como el Complejo Migmatítico de Mitú. A comienzos del Paleozoico (hace ±540 millones de años) es probable que la plataforma del cratón haya sufrido un movimiento vertical, que originó una cuenca sedimentaria invadida posteriormente por el mar, dando lugar a un nuevo proceso de sedimentación de tipo continental-litoral que está representado por el sector sur de la Formación Araracuara.

      3 Dentro de los servicios hidrológico ecosistémico, se establece el servicio de regulación o efecto amortiguador que la cobertura vegetal de una cuenca provee ante las lluvias extremas en un territorio. Para mayor detalle se puede ver: Valoración integral de la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos: Aspectos conceptuales y metodológicos. Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, Investigación en biodiversidad y servicios ecosistémicos para la toma de decisiones. Bogotá, 2014.

      4 Las “aguas negras” (también denominadas prietas) son de color té oscuro, poseen pH ácido (< 5,0), baja conductividad (< 25 µS/cm), baja carga de sedimentos, baja concentración de nutrientes y una mayor transparencia, a pesar del color oscuro.

      5 El gradiente es el grado de inclinación de una cuesta, expresado por lo general con la relación o porcentaje entre la distancia vertical y la distancia horizontal.

      Capítulo II

      Desafíos y retos de la arqueología cultural para Chiribiquete

      La ciencia nunca resuelve un problema sin crear otros diez más.

      GEORGE BERNARD SHAW

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      Este capítulo es un desafío para la ciencia y para el entendimiento del patrimonio material e inmaterial de Chiribiquete. Hay, por ejemplo, un conjunto de nuevas evidencias que demuestran la existencia de otros caminos de entrada del hombre al continente americano.

      Hasta el momento, parece que Chiribiquete es el sitio arqueológico con la huella de actividad humana más antigua de Colombia. Aquí la pintura tiene la bondad de encerrar significados enormes en la composición de las imágenes y escenas que son de carácter alegórico a la mitología de quienes las elaboraron.

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      La altura máxima en la zona del Parque de la Serranía de Chiribiquete es de 950 m.s.n.m. y las alturas relativas de 500 metros, donde se localizan gran parte de las pinturas y también de cuevas y galerías rocosas. Por la degradación de las rocas y la alta humedad en las grietas o diaclasas de las cimas de los tepuyes se desarrollan no solo especies vegetales altamente receptoras de agua (musgos), formando en sectores paredes húmedas, sino afloramientos y goteos de oxidos que fueron utilizados para la preparación de las pinturas. Abrigo La Isla durante las excavaciones realizadas en 2015. La evidencia de este lugar, enclavado sobre el eje ecuatorial de la Tierra, fue un aspecto fundamental para entender el papel de la interrelación pinturas-pisos culturales y cosmogonía ritual. Fotografía: Steve Winter.

      Hace siglos, grupos de cazadores y recolectores irrumpieron en la vasta selva tropical amazónica. Allá, en las cabeceras de lo que se llamaría río Apaporis, hallaron el sitio que estimuló sus sentidos para convencerlos de que, en los intrincados escarpes rocosos de unos maravillosos tepuyes, se encontraba el espacio sagrado que aseguraba la continuidad de su sueño espiritual, un sueño íntimamente asociado a la emblemática figura del jaguar, hijo del Sol y conductor solitario del equilibrio y la armonía universal, conocedor de su cosmogonía. La historia que aquí se relata debe dar paso, antes que nada, a algunos fundamentos técnicos y metodológicos, que serán la base para el desarrollo de una trama cultural sin precedentes en Colombia y el continente, frente a la magnitud y alcance de su contenido.

      Este capítulo y el trato que se da a los temas que aquí se presentan, es un desafío para la ciencia y para el entendimiento del patrimonio material e inmaterial de Chiribiquete. Las evidencias documentadas en el transcurso de treinta años de labor científica indican que la serranía en su conjunto, desde el punto de vista de la ocupación humana, no puede verse solamente dentro de los esquemas tradicionales de uno o dos niveles –o períodos– de desarrollo cultural particulares, ni de tiempos cronológicos estáticos. Además de los miles de dibujos que pertenecen a un contexto netamente ritual y sagrado, las evidencias más irrefutables provienen del nutrido conjunto de hallazgos de actividades litúrgicas y contextos ceremoniales asociados al uso continuo de estos murales monumentales, incluso en nuestro presente. Estas evidencias habrían pasado desapercibidas, de no ser por el riguroso esfuerzo de revisar cuidadosamente los materiales que se encuentran in situ en la superficie. Quizá para muchos, estos materiales y las huellas de actividades recientes no despertarían interrogantes, pero, para un observador que entiende la urgencia de recuperar la información que subyace en un sitio sin aparente importancia diagnóstica, estos rastros son evidentes: no estudiarlos resultaría en una pérdida irremediable para la ciencia.

      La ciencia no considera una parte de estas evidencias “artefactos culturales”. De no ser porque sabíamos de antemano que estos lugares estaban sin explorar y nunca habían sido visitados por personas diferentes a los indígenas que hicieron las pinturas, estas evidencias jamás se hubieran considerado importantes. Por eso, uno de los mayores méritos de la investigación fue caer en cuenta, desde el comienzo, de que estos dibujos se han seguido haciendo hasta fechas muy recientes y, más sorprendente aun, que los siguen haciendo y usando. Así pues, huellas recientes de pies humanos descalzos, grupos pequeños de huesos de animales ordenados de forma particular, plumas de ciertas aves colocadas adrede en el suelo y pequeños fogones donde se preparan pigmentos, son todas evidencias que hablan de contextos culturales vivos, pero que, por su presencia discreta y su función poco evidente, pasan desapercibidos.

      El descubrimiento progresivo de lo que podríamos llamar “evidencia circunstancial” por tratarse de una que no es la tradicional punta de proyectil, herramienta o artefacto de piedra, amén de la magnificencia y carácter explícito de los registros pictográficos, ha sido fundamental para corroborar lo que observamos en las pinturas, respaldado aún más por las fechas de carbono-14. En Chiribiquete, estamos ante un gran conjunto de sitios ceremoniales que fueron levantados, no tanto para humanos, sino para seres espirituales ancestrales. Por lo mismo, el contenido de estas composiciones pictóricas no debe ajustarse al concepto tradicional de “arte”, como discutiremos más adelante, sino al de códigos o uso de codificación rupestre.

      Análisis por métodos de difracción de rayos X, de muestras de rocas y costras ferruginosas tomadas en la serranía de Chiribiquete determinaron la presencia predominante de hierro y titanio en la elaboración