La muchacha que amaba Europa. Joan Quintana i Cases. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Joan Quintana i Cases
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418411618
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la lógica de su razonamiento y pensó en cuanta razón tenía aquella chica, su respuesta daba mucho que pensar.

      —Puede haber un sistema para salir de aquí, pero no sé si te va a gustar.

      —Cualquier sistema que me pueda sacar de aquí es bueno —dijo ella sin pensar.

      —No puedo creer lo que has dicho sin saber qué te voy a ofrecer ni lo que te costará; el precio a pagar podría ser muy alto, tal vez hasta demasiado para una chica tan segura como tú. No tienes ni idea de dónde te irías a meter ni de lo peligroso que podría llegar a ser. La muerte sería tal vez la mejor salida.

      Se lo soltó a bocajarro, se la jugaba mucho avanzando tanto su jugada, pero creyó que valía la pena intentarlo. Parecía una chica excepcional y como tal la trató. Sería la manera de tenerla interesada.

      Al oír sus últimas palabras se quedó helada. Tal vez había ido demasiado rápido en aceptar cualquier riesgo. Estuvo muda un rato pensando en qué podría estar metido Hasan y en lo que le podía decir sin exponerse a mucho peligro.

      —De acuerdo, no he dicho nada. Me interesa, pero no puedo decidir hasta que no me cuentes como salir del país.

      Hasan se rio con ganas al oír sus palabras y se la quedó mirando.

      —Ahora sí que sé lo inocente que eres —dijo—, tendrás veintidós o veintitrés años, sin embargo, te comportas y hablas como si tuvieras quince. Pero, de momento, es lo más sensato que has dicho en toda la noche.

      Ilhem se enfadó al oír sus palabras.

      — ¿Pero por qué me hablas así sin conocerme? ¿De qué vas? ¡En realidad no sabes quién soy ni lo que quiero! No tienes ni…

      Viéndola tan enfadada le cortó antes de que pudiera seguir y le espetó con vehemencia:

      — ¿Qué sabes tú de la dureza de la vida, de los sacrificios que comporta y de los terroristas de la Yihad? Tú que pareces tener la existencia solucionada.

      Al oír la palabra yihad se quedó blanca. Estaba informada por las noticias de los atentados realizados últimamente y ahora alguien que prácticamente no conocía le hablaba en primera persona de los terroristas, de sacrificio y de terror islámico. ¿Sería un radical que la querría convertir al integrismo para que efectuara algún atentado? Pero, su aspecto no le delataba, más bien al contrario. Claro que muchos integristas visten de forma normal; se cortan la barba y beben alcohol para mezclarse con los occidentales, con los moderados o con los ateos, que son buscados por blasfemos e infieles.

      Sólo pensar en esta posibilidad la hizo temblar, quería irse, salir corriendo de aquel lugar que, de golpe, le parecía se había convertido en el centro de una posible agresión.

      —No te preocupes, no hay peligro. No hay ningún terrorista, ni aquí ni por los alrededores —dijo él como si leyera sus pensamientos—. No te alarmes, tu cara refleja tus emociones y ahora mismo evidencia mucho miedo.

      Se quedó paralizada por la sorpresa pensando en lo fácil que le era a Hasan adivinar sus pensamientos, ¿cómo lo hacía?, ¿por qué resultaba tan transparente para él?

      —Oye, dejemos esto para otra ocasión —dijo ella de pronto—. ¿No hemos venido a divertirnos? Pues, divirtámonos y bailemos un poco.

      Algo sorprendida, intentó sacarse los nervios por todo lo escuchado y se fue a la pista sin esperar a que él le siguiera.

      Estuvieron bailando y hablando de todo tipo de cosas insustanciales sin volver a tocar el tema que le había llevado hasta allí. Bailaban separados. El disc joquey intercalaba melodía moderna con raï, un nuevo género argelino que mezclaba música moderna y clásica. Cheb Khaled, máximo representante de este nuevo estilo, era famoso desde hacía tiempo a pesar de que cantaba sobre las mujeres y el alcohol, ambos prohibidos en el islam.

      Un par de horas después, y antes de que se hiciera demasiado tarde, Ilhem quiso regresar a casa para no impacientar a su madre. Pidió la cuenta al barman pero éste le dijo que ya estaba pagada.

      — ¿Has pagado tú? —le preguntó extrañada a Hasan—. Si no te has movido de mi lado ¿cuándo lo has hecho? —entonces se dio cuenta de que allí lo conocían más de lo que ella creía. Recordó que, al entrar, el policía le había reconocido por lo que dedujo que frecuentaba el local, solo o con turistas.

      —No te preocupes. Vámonos, dejemos todos estos temas para otro día.

      Ambos evitaron hablar en todo el trayecto en coche. Pensaba en lo que Hasan le había dicho y aún más en lo que no le habría dicho.

      — ¿Dónde te dejo, donde te he cogido?

      —No, déjame delante de casa por favor —le dio la dirección.

      Al ir a bajar y, antes de que ella pudiera despedirse, Hasan le dijo:

      —Dame tú número de teléfono, por favor, me gustaría hablar más contigo.

      Tras quedar en llamarse próximamente, bajó del coche, no sin antes pedirle el coste del trayecto. Pero Hasan no se lo quiso cobrar.

      —Toma mi teléfono. Si no contesto, deja un mensaje en el contestador y te llamaré yo. Normalmente, estoy fuera trabajando

      Hasan se quedó extrañado observando el portal donde entraba Ilhem. Ni aquel edificio ni aquel barrio le cuadraban, sabía que en la familia de Ihlem no trabajaba nadie, por lo que de algún modo les llegaba dinero en cantidad considerable. Y eso no hizo más que reafirmar su convicción de que estaba tras la pista correcta. Arrancó el coche y se perdió en la noche.

      Ilhem atravesó el recibidor dispuesta a acostarse, pero no contaba con que su abuela la esperaba despierta.

      —Buenas noches, Ilhem. ¿Te lo has pasado bien?

      —Muy bien. Gracias, mamá. Mañana hablamos, estoy un poco cansada. Buenas noches.

      4. El vuelo 103 de la aerolínea estadounidense Pan Am fue víctima de un atentado terrorista el 21 de diciembre de 1988, cuando cubría el trayecto entre Londres y Nueva York. Explotó en el aire y cayó sobre la ciudad de Lockerbie (Escocia).

      5. Dictador libio que gobernó su país durante 42 años, desde 1969 hasta su muerte en 2011.

      Vª

      Todas aquellas dudas se agolpaban en su mente y no la dejaban dormir. Le preocupaba que el intento de encontrar una manera de salir del país le condujera a una situación peligrosa. Se notaba aturdida y sin saber cómo actuar. Ella, que siempre se había sentido segura de sí misma y con las ideas muy claras, se identificaba ahora con un náufrago a la deriva de los acontecimientos. Se durmió de madrugada, después de oír al almuédano cantar el Fajr, la primera oración al despuntar el día.

      A la mañana siguiente se despertó tarde para su costumbre. Su abuela le había preparado un poco de desayuno, unas pastas y té muy dulce con hierbabuena.

      — ¿Qué tal ayer por la noche? ¿Adónde fuisteis?

      —Lo pasamos muy bien. Gracias, mamá. Nos divertimos mucho. No fuimos a ningún sitio en concreto, dimos unas vueltas y acabamos en la plaza —mintió.

      —Ilhem,