La venganza de un duque. Noelle Cass. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Noelle Cass
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418616235
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y Willow apoyó la decisión, pero finalmente, Holly se había impuesto y logró convencerlos de que iban a llegar sanas y salvas, pero antes, Holly iba a solicitar audiencia con el duque.

      El carruaje se fue aproximando a la mansión, y con cada avance del vehículo, los nervios estaban destrozando a Gina por dentro. Esperaba que el plan que habían urdido entre su tía y ella saliera como esperaban, porque se sentiría culpable si por su culpa su familia se quedaba en la calle.

      El cochero detuvo el carruaje frente a la mansión, bajó del pescante y ayudó a Holly a apearse, pero Gina la llamó.

      —Tía Holly, ¿estás segura de lo que vas a hacer?

      Holly la miró y respondió:

      —Por supuesto, cariño. Ese hombre no se va a burlar de ti. —Luego, se giró y empezó a caminar hacia la mansión.

      Holly llegó a la puerta, llamó con la aldaba y el mayordomo no tardó en abrirle la puerta.

      —¿Qué desea, señora? —preguntó Graves, enarcando las cejas.

      —Soy lady Holly Pendelton. —Sacó una tarjeta del bolso, se la mostró y continuó diciendo—: Solicito una audiencia con su excelencia.

      —Lo siento, milady, pero su excelencia no recibe visitas el día de hoy.

      —Muéstrele mi tarjeta y verá cómo si me va a recibir.

      —Espere un momento. —El mayordomo dejó la puerta entreabierta y fue a avisar al duque de esa inesperada visita.

      Nolan se encontraba en el despacho consultando unos estados de cuentas que su administrador le había enviado por correo, cuando Graves llamó suavemente a la puerta, y entró portando una bandeja de plata con la tarjeta de Holly.

      —Excelencia, perdonad que os interrumpa, pero en la puerta hay una dama que solicita hablar con vos. —Y le acercó la bandeja para que Nolan leyera la tarjeta.

      Nolan se sorprendió de que la tía de Gina quisiera hablar con él y no sabía qué podía requerirle esa mujer. Después de pensárselo unos minutos, le dijo a Graves que la hiciera pasar, momento que él aprovechó para ponerse el antifaz porque estaba seguro de que Holly Pendelton lo reconocería.

      El mayordomo regresó al despacho y anunció a Holly, luego le hizo una señal para que entrara. Ella entró e hizo una reverencia al noble, y le sorprendió ver que tenía el rostro cubierto por un antifaz.

      —¿Desea tomar un té, lady Pendelton? —preguntó Nolan amablemente.

      —No, excelencia. Lo que me ha traído aquí no me llevará mucho tiempo.

      —Como usted desee. Graves, puedes retirarte. —El sirviente hizo una reverencia y salió de la estancia dejándolos a solas.

      —Bien, lady Pendelton, ¿qué es lo que me quiere decir con tanta urgencia? —preguntó Nolan, divertido, que ni siquiera se había levantado por cortesía hacia la dama.

      —Estoy al tanto de la sucia propuesta que le habéis hecho a mi sobrina, y quiero informaros de que ella no va a aceptar vuestras insinuaciones. No permitiré que la chantajee para ofrecerse a vos, a cambio de que nos permita seguir viviendo en nuestra casa.

      —Milady, y yo tengo que informarle de que si su sobrina no accede a mi propuesta, mañana me presentaré en su casa para desalojarlos a usted y a toda su familia.

      —Mi sobrina no puede aceptar.

      —¿Por qué?

      —Porque está comprometida para casarse y está viajando para reunirse con su futuro esposo. Un noble de las tierras altas que ha pedido su mano en matrimonio, yo misma me reuniré con ella en los próximos días para ultimar los detalles de la ceremonia.

      —No le creo ni una sola palabra, no pensará que me voy a creer esa sarta de mentiras, ¿verdad?

      —Pensad lo qué vos queráis, excelencia, cuando queráis podéis ir a comprobarlo por vos mismo, así os daréis cuenta de que os estoy diciendo la verdad. —Holly hizo una reverencia y salió del despacho dejando a Nolan sorprendido. Gina había sido muy astuta para intentar librarse de él, y estaba más que decidido a encontrarla donde fuera y culminar su plan. Dejaría que Gina pensara que había ganado, solo así bajaría la guardia y él podría lograr lo que tanto ansiaba. En un principio había creído que Gina accedería a ser su amante para que su familia y ella no se quedaran sin su casa, ella quería jugar, pues muy bien, pero en ese juego solo iba a haber un vencedor y ese era él.

      Cuando Holly salió del despacho, se encontró con el mayordomo que la acompañó hasta la puerta. Ya en la calle, por fin se permitió respirar aliviada, esperaba que el duque se hubiera tragado sus mentiras. Después, se puso a caminar hacia el carruaje, el cochero la estaba esperando con la portezuela abierta para que entrara en el interior del vehículo.

      Dentro del carruaje, Gina se encontraba al borde de un ataque de nervios, porque no tenía ni idea de cómo le estaba yendo a su tía Holly con el malvado noble. Y esperaba de todo corazón que el plan que habían fraguado entre su tía y ella, saliera como deseaban.

      Tan pronto Holly entró en el carruaje, Gina preguntó:

      —¿Cómo ha ido todo, tía Holly?

      —Enseguida te lo contaré, querida. Ahora lo importante es que nos pongamos en marcha cuanto antes. —Le indicó al cochero que ya era hora de emprender el viaje, ya que habían llevado el equipaje con ellas para no perder tiempo.

      El carruaje se puso en marcha con un brusco bamboleo y poniendo rumbo al destino que había elegido para ocultarse.

      —Ahora, cuéntame, ¿qué ha sucedido en la mansión?

      —Todo ha salido como estaba planeado. —Holly soltó una carcajada—. Tenías que haber visto la cara de sorpresa que ha puesto cuando le he dicho que estabas comprometida para casarte y te encontrabas viajando para reunirte con tu prometido.

      Gina también se rio, y respondió:

      —Cómo me hubiera gustado verle qué cara se le ha quedado al altanero duque.

      —Lo que importa es que te has librado de convertirte en su juguete por los pelos.

      —Sí, tienes razón. Ahora espero que papá, Xavier y Jerome puedan evitar que nos quite nuestro hogar.

      Holly puso la mano sobre la de su sobrina para darle ánimos, y respondió:

      —Ya verás cómo sí. Ellos son hombres fuertes y no permitirán que ese malvado siga con sus planes de querer vernos arruinados.

      —Gracias por todo, tía Holly, yo no hubiera sido capaz de enfrentarme sola a ese noble.

      —Eres mi sobrina, y te defenderé de quien haga falta. Lo que sí me sorprendió...

      —¿Qué?

      —Ese hombre llevaba puesto un antifaz.

      —Sí, a mí también me sorprendió que lo llevara puesto cuando le fui a ver, puede que tenga el rostro desfigurado y sea para cubrir alguna cicatriz.

      —Bueno, dejemos de pensar en él, Gina. En Éxeter estaremos a salvo una buena temporada.

      Gina asintió, y se pusieron a charlar de temas más agradables mientras proseguían el viaje. Las horas fueron pasando y la noche empezó a caer. Encontraron una posada en un pequeño pueblo; a simple vista, el establecimiento se veía en buenas condiciones, y Holly asomó la cabeza por la ventanilla para ordenar al cochero que detuviera el carruaje en el patio de la posada. El cochero detuvo el vehículo, bajó del pescante y ayudó a las damas a apearse. Después de bajar el equipaje y acercarlo a la puerta de la posada, Holly pagó al hombre el recorrido, segura de que a la mañana siguiente encontrarían algún medio de transporte para continuar el viaje. Tras darle las gracias, el cochero subió de nuevo al pescante, puso en marcha el carruaje y se perdió en la espesura de la noche.

      Gina y Holly