Espejo rojo. Simone Pieranni. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Simone Pieranni
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789876286022
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en China como en los Estados Unidos surgieron escándalos por el procesamiento de datos por parte de aplicaciones o de sociedades que aprovechaban el tráfico de datos de las redes sociales. El escándalo de Cambridge Analytica sacó a la luz cómo los datos de 50 millones de usuarios estadounidenses fueron utilizados por la sociedad de consultoría para fines también electorales. Se descubrió que, a través de la compraventa de datos, la empresa Cambridge Analytica utilizó informaciones derivadas de los perfiles de Facebook para efectuar una campaña focalizada, personalizada, capaz de mover muchos votos en la carrera electoral para la presidencia estadounidense. El escándalo puso en crisis tanto a Facebook, cuya política de privacidad de los datos personales demostró tener muchas fallas, y a la misma Cambridge Analytica, que quebró poco tiempo después.

      Siempre en 2018, del otro lado del mundo, en China, WeChat fue acusada de entregar al gobierno una enorme cantidad de datos: la aplicación permitió al gobierno observar, en tiempo real, la cantidad de gente presente en un mismo lugar. De esta forma, la policía puede evaluar si algunas concentraciones pueden resultar “particulares” y por lo tanto potencialmente peligrosas para la estabilidad social. Estas tendencias del gobierno chino con frecuencia han hecho clamar por el riesgo de un nuevo Gran Hermano. Y es verdad: en varias ocasiones WeChat fue sorprendida entregando datos al gobierno o dando apoyo a las campañas de censura del Partido Comunista. WeChat no sólo fue acusada más de una vez de haber entregado al gobierno chino sus propios datos, también censura con sistemas sofisticados a sus propios usuarios: su sistema de apps “censuradoras” ya está muy evolucionado. En mis muchos encuentros con startups tecnológicas chinas, descubrí que muchas de ellas han elaborado para WeChat algoritmos en condiciones de bloquear contenidos en la súper app china. Se trata de instrumentos hoy ya muy evolucionados respecto al pasado y en condiciones de individualizar también imágenes y mensajes que usan un slang empleado a propósito para evitar la censura.

      Todo esto tiene que ver con el lado más oscuro de WeChat y de nuestras redes sociales y con un discurso general sobre la importancia que tienen hoy en nuestra vida los Big Data. China y Occidente, desde hace un tiempo, han llegado a la misma conclusión: los datos constituyen la verdadera riqueza de nuestra época. Con los datos se alimentan algoritmos e inteligencia artificial, se predicen comportamientos gracias a las redes neuronales y, si en China el Estado cree que utilizando los datos puede controlar mejor a la población, en Occidente las empresas y los partidos piensan que pueden controlar las ocasiones electorales, poniendo en grave riesgo al propio concepto de democracia.

      Sabemos que, al contrario que los chinos, estadounidenses y europeos dan gran importancia a la defensa de su propia privacidad. Pero quizá no todos los ciudadanos estadounidenses y europeos saben que al dar su propia autorización a la geolocalización de algunas apps (del tránsito, de la meteorología, para la medida de la propia actividad física) sus datos son analizados y revendidos a quien está interesado en “perfilar” futuros clientes. O a quien está interesado, por ejemplo, en invertir en un sector más que en otro. O en hacer votar a uno en vez de a otro (“¿y entonces la democracia de la cual hablan tanto?”, comentaría un chino). En 2018, gracias a investigaciones periodísticas, emergió precisamente esto: los datos de los movimientos físicos de millones de estadounidenses, registrados por varias apps, fueron vendidos a terceros.

      En un mundo que parece progresar cada vez más hacia un nuevo bipolarismo, aunque amenazado por potencias regionales de distinta fuerza, China y Estados Unidos serán los países que se disputarán el desafío tecnológico global y nuestros datos, influenciando al resto del planeta. La tendencia actual es extraordinaria, porque el llamado “capitalismo de vigilancia” se está aproximando de un modo sorprendente a las dos principales potencias mundiales. China y USA están mostrando un camino que, bien o mal, será seguido por el resto de los países. La diferencia entre el modelo chino y el estadounidense/occidental es la siguiente: en nuestro mundo los datos son gestionados por empresas que los utilizan para fines privados, mientras que en China es el Estado quien dispone de las informaciones sobre los propios ciudadanos. De todos modos, estas dos tipologías de gestión de los datos, en realidad, no son tan disímiles. Por ejemplo, muchas empresas estadounidenses han sido acusadas de proporcionar sus propios datos a autoridades gubernamentales. Yahoo!, incluso, ha hecho más: en 2002 –como surgió de los actos procesales– entregó a las autoridades chinas los mails de dos disidentes, arrestados y luego condenados a diez años de cárcel. En 2007 Yahoo!, también y sobre todo a causa de la intervención del Congreso que acusó a la sociedad por este episodio, tuvo que indemnizar a las esposas de los disidentes, que también habían denunciado haber sido torturados. El caso provocó estupor y planteó los primeros interrogantes sobre la relación entre empresas high-tech y Estados.

      Ahora, intentemos hacer un esfuerzo de fantasía: imaginémonos que todos los datos que se puedan recoger lleguen efectivamente a quien interesan. Imaginemos que llegan a un Estado, también a través de empresas privadas. E imaginemos que, a través de esos datos, el Estado pueda decidir cómo organizarnos la vida, apoyando nuestras necesidades, desarrollando otras, empezando por el territorio circundante. Entramos, entonces, en el universo de las smart cities chinas.

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