Espejo rojo. Simone Pieranni. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Simone Pieranni
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789876286022
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WeChat va a la guerra

      Crisis de las exportaciones e impulso del Estado en la innovación tecnológica: ésta es la situación que hace de trasfondo al nacimiento de WeChat. ¿Pero cuál es el momento que marca la afirmación definitiva de WeChat? La historia de la aplicación tiene su momento más importante el día de año nuevo de 2014, cuando WeChat se afirma en el mercado chino porque desafía (triunfando) a la primera empresa china del mundo: Alibaba.

      Alibaba es la reina insuperada del comercio online y es una empresa de envergadura mundial. En sus varias tiendas online se puede comprar una bolsita de papas fritas pero también un Boeing. O alquilar un falso marido o una falsa esposa para presentar a parientes o amigos (en China hasta hace poco tiempo había mucha presión al respecto) o una persona que pueda ir a ver a los padres ancianos en lugar de uno mismo (especialmente en los últimos años volvió a cobrar auge la piedad filial confuciana, pero no todos están persuadidos). Pero Alibaba, obviamente, no es sólo esto: es también una sociedad financiera, una suerte de banco, un coloso en todo sentido.

      Durante el año nuevo chino de 2014, con una movida estratégica, WeChat permitió a sus usuarios enviar unos “sobres rojos” virtuales, los tradicionales sobres que contienen dinero, el principal regalo del fin de año chino, permitiendo a sus usuarios conectar el perfil de WeChat a la cuenta bancaria. Partieron muchos sobres rojos virtuales y en general la moda, en boga también hoy, de pasarse dinero con comodidad. Durante aquel año nuevo, 5 millones de personas conectaron su propia “billetera” de WeChat a su propia cuenta bancaria. Jack Ma, el dueño de Alibaba, no lo tomó muy bien. Alibaba tiene en efecto su sistema de pagos online. Se llama Alipay y está muy presente también en Occidente, en los comercios y también en los taxis. Jack Ma fue forzado a admitir una debacle tremenda. Definió la movida de WeChat como el Pearl Harbour para los pagos online, en particular para su empresa. Evaluó las pérdidas y se puso el casco, pero muy pronto fue obligado a perseguir a WeChat en otros campos de batalla: para no quedarse atrás, el 7 de agosto de 2019, el Día de San Valentín en China, Alibaba inauguró el servicio en Alipay que permite emitir todos los documentos para el matrimonio (función que, como hemos visto, WeChat ofrecía ya desde hacía tiempo).

      De la guerra de 2014 entre WeChat y Alibaba emergen dos aspectos importantes para comprender el actual esfuerzo chino en el mundo de los Big Data y de la inteligencia artificial: en primer lugar, el dinamismo empresarial y la capacidad creativa de explotar también en el mundo digital algunos de los elementos tradicionales de la sociedad china; en segundo lugar, el valor de los datos, el verdadero tesoro chino en materia de inteligencia artificial. Kai-Fu Lee, taiwanés, gurú de la innovación tecnológica y cabeza de un grupo inversor que apuesta al sector de la inteligencia artificial china, definió a China como “la Arabia Saudita de los datos”, en el sentido de que los chinos siempre los tuvieron pero no sabían que los tenían. En efecto, a fin de que las máquinas inteligentes puedan elaborar comportamientos “humanos” hace falta una cantidad de datos impresionante. En algunos casos el desarrollo o no de una app o de un software se detiene precisamente frente a la necesidad de un número mayor de datos. No es lo que ocurre en China. Pero como hemos visto, los datos chinos no sólo son muchos: son también de calidad, porque no sólo registran el comportamiento online de las personas sino que siguen al usuario también en la vida aparentemente offline. La historia que llevó a WeChat a ser lo que es, es parte de la más amplia historia de su país y su éxito está vinculado a las lógicas de la misma sociedad china. No por casualidad WeChat, fuera de China, no tiene las mismas funcionalidades sino muchas menos. Pero el modo en el cual WeChat engancha a sus usuarios, los mantiene en su mundo y gestiona cada uno de sus datos, ha creado un camino que Occidente ahora observa con mucha atención, tanto que intenta imitarlo.

      1.5. Por qué a Facebook le interesa WeChat

      ¿En qué podría entonces transformarse Facebook (y todas las apps que controla, incluidas Instagram y WhatsApp) en un futuro inmediato? En otras palabras, ¿cómo un gigante tecnológico occidental puede extraer inspiración de un aún más gigante tecnológico chino? ¿Cuál es el futuro según el fundador de Facebook? La mensajería privada, los “grupos”: mirando al mundo tecnológico chino, Zuckerberg comprendió que es dentro de los grupos y de la mensajería privada que se puede potencialmente crear la riqueza futura de Facebook; no sólo en términos de eventual publicidad sino también y sobre todo en términos, por ejemplo, de movimientos de dinero, de compras directas y de, naturalmente, datos, muchísimos datos.

      Desde el escaparate de Facebook, nuestro futuro online estará siempre más en el interior de grupos (como ya sucede en WhatsApp: si bien detestándolos, al menos en palabras, estamos siempre ahí creando o participando en otros nuevos). Pero si WhatsApp o Messenger se volvieran como WeChat no sólo podríamos intercambiarnos también dinero, o comprar cualquier cosa que nos sugiera un amigo, podríamos hacer todo desde allí: basta de correo electrónico, mensajes, posteos, envíos de documentos. Mientras que los usuarios de Facebook ven constantemente anuncios de publicidad en su feed de noticias, los usuarios de WeChat ven sólo uno o dos anuncios al día en su feed Moment. Esto es porque WeChat –como ya vimos antes– no depende de la publicidad para ganar dinero sino de la comisión en los pagos y mucho más. Jeffrey Towson, profesor de inversiones en la Universidad de Pekín, explicó al New York Times que WeChat ha demostrado en modo definitivo que la mensajería privada, en particular los pequeños grupos, es el futuro. A menudo se ha discutido sobre WeChat y la eventualidad de que Facebook siga su camino, como una suerte de “mundo” o, quedándonos en el ámbito tecnológico, de sistema operativo a la par de Apple y de Android. ¿La demostración más clara? WeChat tiene una suerte de home page dentro de la aplicación desde la cual es posible buscar y cliquear en todas las mini apps que se desee. El objetivo es el siguiente: hacer de manera tal que al encender el celular la pantalla principal sea la de WeChat, no la de IOS o de Android.

      Ahora imaginen encender sus celulares: si Facebook cumplirá estos pasos, les bastará cliquear sobre Messenger y tendrán la puerta a todos los servicios, tanto más que, como fue anunciado en mayo de 2019 por el propio Zuckerberg, Facebook, WhatsApp e Instagram podrán intercambiarse recíprocamente los mensajes en un sistema de compartimiento total. Si tuvieran WeChat, habrían visto todo esto desde hace mucho tiempo.

      1.6. ¿Dejamos nuestros datos a las empresas estadounidenses o al Estado chino?

      En junio de 2013, cuando todavía vivía en Pekín, en Estados Unidos se ponía en escena uno de los eventos que cambió nuestra época: Edward Snowden, tras haber revelado las modernas técnicas de reunión de datos personales de la National Security Agency, se había refugiado en Hong Kong. Creo que fue el momento en que algunos grupos en WeChat registraron su pico histórico de actividad respecto a los consabidos mensajes de horarios, lugares, citas: un agente estadounidense revelaba una terrible obra de control total, en violación de todo concepto de privacidad de los Estados Unidos, y se refugiaba en Hong Kong, que para los chinos es indudablemente China. Los mensajes que recibí de muchos amigos chinos eran todos del mismo tenor: “Piensa si este escándalo de intrusión en la privacidad de las personas hubiera ocurrido en China, ¡piensa cuántos artículos en los medios occidentales! Ahora veremos si sus medios van a contar todo”. Aquellos eventos, seguidos desde Pekín, asumían la forma de algo aún más trascendental: para el gobierno de Pekín y para muchos chinos, saber que los Estados Unidos espiaban a sus propios ciudadanos era una revancha a todos los efectos. Y junto a esta certeza se manifestaba la sospecha de que Occidente habría hecho de todo para tapar el escándalo (al contrario de lo que harían los medios occidentales, piensan los chinos, si en China estallara algo análogo).

      Además, a partir de aquel momento comenzó a difundirse también en China una nueva atención a los datos y a sus usos potenciales; una nueva relevancia que comenzará a excavar en el concepto de privacidad, “con características chinas”, se comprende.

      Con la revelación del patrullaje de masas, Snowden había revelado en 2013 algo que ya consideramos normal. Hoy, la recolección de datos, la verdadera linfa del actual “capitalismo de las plataformas”, es algo que se da por descontado ya sea en