9 Aunque estoy consciente de las dificultades semánticas y teológicas que puede generar la identificación de la Biblia hebrea como Antiguo Testamento —p. ej., por la creencia de que lo antiguo ya ha sido superado por lo nuevo, insinuando algún tipo de juicio valorativo negativo, o por la actitud que puede generar hacia la comunidad judía—, he querido mantener la nomenclatura eclesiástica tradicional por varias razones: en primer lugar yo emprendo esta empresa exegética, educativa, literaria y teológica desde la perspectiva de un estudioso cristiano, que entiende que en el Nuevo Testamento se pone de manifiesto y se revela un «nuevo pacto» de Dios con la humanidad a través de la vida y obra de Jesucristo. En nuestro análisis, además, el uso del término «antiguo» no implica imperfección ni alude a un nivel de revelación divina de menor categoría o importancia, ni intenta ignorar las contribuciones judías a esta literatura —de todos modos, fueron judíos los que redactaron estos documentos—. Es importante indicar, en torno a este asunto de la nomenclatura, que esta terminología tradicional es la que generalmente se utiliza en los entornos eclesiásticos y entre los grupos académicos de las comunidades hispanoparlantes, incluso en las ediciones y traducciones de la Biblia. Referente a este importante asunto, ver la reveladora obra de Roger Brooks y John J. Collins, eds.: Hebrew Bible or Old Testament? Studying the Bible in Judaism and Christianity (Notre Dame, Indiana: University of Notre Dame, 1990).
10 Un fundamental y necesario libro de teología del Antiguo Testamento, escrito desde la perspectiva sistemática por un erudito católico, es el de P. van Imschoot, Teología del Antiguo Testamento, (Madrid: Ediciones Fax, 1969). Entre las virtudes de la obra está la identificación y exposición de varias categorías teológicas mayores, que están en diálogo con la teología sistemática contemporánea e informan el pensamiento religioso actual.
11 Los que se acercan un poco al asunto de explicar las maneras en que Dios se les ha revelado son los profetas en sus narraciones de vocación: p. ej., Isaías 6; Jeremías 1; Ezequiel 1–3.
12 Entre las buenas evaluaciones históricas de las formas en que se ha estudiado la teología bíblica se pueden identificar las siguientes obras: Hans Frei, The Eclipse of Biblical Narrative: A Study of Eighteenth and Nineteenth Century Hermeneutics (New Haven: Yale University Press, 1974). John H. Hayes y Frederick C. Prussner, Old Testament Theology: Its History and Development (London: SCM Press, 1985); Gerhard Hasel, Old Testament Theology: Basis Issues in the Current Debate (Grand Rapids: Eerdmans, 1972); D. G. Spriggs, Two Old Testament Theologies (Naperville, Illinois: Alec R. Allenson Inc., 1972); Juan José Ferrero Blanco, Iniciación a la teología bíblica (Barcelona: Herder, 1967); Edmund Jacob, Teología del Antiguo Testamento (Madrid: Marova, 1969); Walter Brueggemann, Theology of the Old Testament: Testimony, Dispute, Advocacy (Minneapolis: Fortress Press, 1997); Walther Eichrodt, Teología del Antiguo Testamento (Madrid: Cristiandad, 1975). Respecto al desarrollo histórico y a la identificación de los temas fundamentales en el estudio de la teología bíblica, la obra de Hayes y Prussner es impostergable e insustituible; incluye discusiones extensas y críticas en torno a los presupuestos filosóficos y metodológicos de la disciplina, desde la época de la Reforma hasta varias interpretaciones recientes de las últimas décadas del siglo veinte. De particular importancia en el libro es la vasta presentación bibliográfica que puede ayudar considerablemente a la persona interesada en los temas expuestos a ponderar las peculiaridades metodológicas y las diferencias entre acercamientos, prioridades y autores.
13 Seguimos en esta sección, principalmente, aunque de forma revisada para añadir estudios recientes, el libro de Hasel, op. cit., pp. 11-28.
14 Esta metodología se distingue muy bien de la teología sistemática, cuya función primaria es ordenar los temas teológicos para traducir su significado para la sociedad actual. Entre los exponentes de esta metodología se encuentran los siguientes: Edmond Jacob, op. cit.: G. Ernest Wrigth, El Dios que actúa (Madrid: Ediciones Fax, 1974).
15 Una obra de importancia que se puede identificar como representante de esta metodología es la de G. A. F. Knigth, A Christian Theology of the Old Testament (London/Richmond: SCM Press/John Knox Press, 1959). Ver, además, en torno a esta forma de estudio bíblico, a Roland de Vaux: «Is It Possible to Write a “Theology of the Old Testament”?». The Bible and the Ancient Near East (London/Garden City: Darton, Longman & Todd/Doubleday and Company, 1971), pp. 49-62.
16 Una de las contribuciones mayores en el campo de la teología bíblica en el siglo veinte, utilizando esta metodología, se relaciona con los estudios seminales de Walther Eichrodt, particularmente en su obra magna, Teología del Antiguo Testamento, op. cit. El principio rector de las categorías mayores de la teología de Eichrodt es el pacto, y se manifiestan en las alianzas entre Dios y el pueblo, Dios y el mundo, y Dios y el ser humano.
17 El mejor representante de esta metodología es Gerhard von Rad quien contribuyó destacadamente a la teología bíblica con su obra Teológica del Antiguo Testamento, Vol. 1 y 2 (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1973).
18 Generalmente se reconoce a Brevard S. Childs, Introduction to the Old Testament as Scripture (Philadelphia: Fortress Press, 1979), como uno de los mejores y más importantes exponentes de esta metodología de teología bíblica.
19 He decidido identificar esta metodología como «postmoderna» por el análisis histórico y teológico y por la seria y penetrante explicación y exposición sociológica que ha incorporado Walter Brueggemann en su magistral obra, Theology of the Old Testament… op. cit. Este libro presenta la teología del Antiguo Testamento a la luz de los estudios bíblicos críticos contemporáneos, y toma seriamente en consideración el pluralismo de las ideas y pone de relieve los testimonios del pueblo de Israel en torno a la figura central de la Biblia, Dios. La influencia de G. von Rad en la teología de Brueggemann es intensa y reconocida, aunque en este nuevo esfuerzo se han superado las limitaciones metodológicas que se ponían de relieve en los estudios previos. En la introducción de su teología. Brueggemann presenta un magnífico análisis de las contribuciones importantes que a la teología bíblica han hecho los eruditos de otras latitudes y de otras perspectivas ideológicas y metodológicas.
20 Walther Zimmerli, Manual de teología del Antiguo Testamento (Madrid: Cristiandad, 1972).
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