¿Quién es Dios en el Antiguo Testamento?. Samuel Pagán. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Samuel Pagán
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Религия: прочее
Год издания: 0
isbn: 9781646911042
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del poder de los egipcios y sacarlos de ese país,

       para llevarlos a una tierra buena y espaciosa,

       tierra donde abundan la leche y la miel…

       Éxodo 3:7-8a

      El relato revela varios aspectos fundamentales y características importantes de la naturaleza divina que, posteriormente, a través de la Escritura y en la historia del pueblo, se expanden y explican aún mejor. Esa percepción de Dios sirvió de base para la identidad nacional y para la comprensión, explicación y recuento de las intervenciones divinas en medio de la humanidad. El relato de la revelación divina a Moisés está en el centro mismo de la teología bíblica.

      Dios «ve» el sufrimiento de su pueblo. Se revela de esta forma una divinidad que tiene capacidad visual, es decir, que posee el don de la vista, no solo para mirar de forma distante y despreocupada lo que sucede en el mundo, sino también para, al percatarse de lo que sucede y evaluar críticamente la realidad humana, intervenir dramáticamente en la historia con un propósito redentor y liberador. El «ver» divino es una forma de comprender y solidarizarse con los israelitas, que estaban en medio de las penurias y el cautiverio a manos del faraón egipcio.

      Ese «ver» divino, unido a su «oír», significa comprensión, simpatía y participación. Revela su deseo de intervención liberadora y manifiesta su anhelo de responder a las necesidades humanas más profundas e importantes. El Dios bíblico «libera» porque «ve» y «escucha», que es una manera de decir que el Señor redime porque está interesado en ponderar y atender la condición humana y tiene la capacidad y el deseo de «descender» a liberar y redimir a la humanidad de sus congojas, cautiverios y opresiones. El «ver» y el «oír» de Dios conducen a su «descender» con virtud redentora y poder liberador.

      El pueblo de Israel, tanto en el recuento de la historia nacional como en la articulación de sus cánticos y cultos, continuamente afirma esa convicción. El Dios que se reveló a Moisés «conoce» las angustias de los israelitas, afirma su poder salvador y manifiesta su claro compromiso con la gente en cautiverio, orfandad y necesidad. En las narraciones históricas, en la redacción de leyes, en los mensajes proféticos y en las expresiones poéticas y religiosas del pueblo se articula clara y continuamente la misma seguridad y se revela con gran fuerza dramática la siguiente convicción:

       El SEÑOR es mi roca, mi amparo, mi libertador;

       es mi Dios, el peñasco en que me refugio.

       Es mi escudo, el poder que me salva,

      ¡mi más alto escondite!

       Salmos 18:2

      Esa afirmación básica, de que Dios es el fundamento de la esperanza del pueblo, es el hilo conductor primario del pensamiento teológico del Antiguo Testamento. Esa seguridad le dio cohesión y sentido de dirección a la teología bíblica, y sentó las bases necesarias para el desarrollo pedagógico, moral, filosófico, teológico y ético del Nuevo Testamento.

      En el corazón mismo de todo pensamiento teológico en la Biblia se encuentra Dios. Esta afirmación indica que para la comprensión adecuada de la literatura bíblica debemos entender lo que la Escritura dice en torno a ese singular personaje. Además, nos desafía a investigar y descubrir las implicaciones teológicas de los conceptos y las ideas fundamentales que se exponen en sus secciones legales, poéticas, históricas, proféticas y de sabiduría, entre las que podemos identificar, están las siguientes: elección, alianza o pacto, creación, sanidad, liberación y salvación.

      De particular importancia es identificar y analizar las posibles relaciones entre la teología y la ética, entre el concepto de Dios y el comportamiento humano, entre las percepciones de la divinidad y las acciones diarias del pueblo y los individuos y entre la religión y la moralidad. Este importante análisis nos puede ayudar a entender mejor el tema de la espiritualidad saludable y transformadora.

      Casi en cada página del Antiguo Testamento se hacen afirmaciones teológicas que tienen implicaciones importantes para la caracterización de Dios y para la comprensión de su naturaleza. En momentos, Dios se relaciona con las personas y los pueblos de forma natural, íntima y humana. En otras instancias, sin embargo, interviene en la sociedad de manera extraordinaria como poderoso creador de la naturaleza y el cosmos, como Señor de los ejércitos y como redentor y liberador del pueblo. Inclusive, en otras ocasiones se revela en medio de las liturgias semanales y las festividades religiosas y nacionales de la comunidad judía. En esas manifestaciones y autorrevelaciones es importante notar que es Dios quien lleva el papel protagónico, y el que tiene autoridad absoluta sobre la humanidad, la historia nacional e internacional y la naturaleza.

      Generalmente las reflexiones en torno a Dios en el Antiguo Testamento se producen como respuesta humana a algún tipo de intervención o manifestación divina en la historia. En vez de desarrollar un sistema filosófico abstracto o un programa complejo de teología especulativa, el Antiguo Testamento presenta sus reflexiones a Dios como parte de las narraciones sobre la historia y las vivencias diarias del pueblo de Israel, en medio de oráculos proféticos, incorporados en oraciones y plegarias del templo, e, inclusive, como parte de la sabiduría popular que se pone de manifiesto en proverbios y salmos.

      Desde la perspectiva hebraica, la existencia de Dios nunca se pone en entredicho. Según el testimonio bíblico, Dios existe y manifiesta su poder y autoridad en medio del cosmos, la humanidad y la historia. La fe del pueblo de Israel, de acuerdo con las narraciones escriturales, se fundamenta en realidades concretas, en experiencias reales, en vivencias históricas. No es el propósito de los autores sagrados especular sobre Dios, ni tampoco están muy interesados en explorar lo abstracto e intangible. No se presenta la teología bíblica como un tratado sistemático en torno a la divinidad.

      Los personajes bíblicos tienen experiencias sustanciales con la divinidad en medio de las vivencias cotidianas: p. ej., Abraham se encontró con Dios en su campamento nómada y durante sus viajes por los desiertos; Moisés respondió a lo sagrado no solo en la cumbre del monte Sinaí, sino también en el palacio del faraón y en la tienda del encuentro; los reyes, los sacerdotes y los profetas entendían que habían sido ungidos y comisionados por Dios para cumplir responsabilidades legales, sociales, administrativas, políticas, religiosas y aun militares, que se llevaban a efecto en la sociedad civil y en el templo; e, inclusive, los relatos de Job evidencian que Dios se manifestó en el sufrimiento, en la crisis personal y familiar y aun en medio de las dudas e incredulidades.

      Esa particular característica teológica de la fe del Antiguo Testamento, que ve la presencia de Dios e interpreta su