Danza y peronismo. Eugenia Cadús. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Eugenia Cadús
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789876918978
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otros críticos de danza, como Inés Malinow; algunas bailarinas también escribían sobre danza, tal es el caso de Cecilia Ingenieros (hija de José Ingenieros), quien desde 1938 hasta 1950 publicó artículos en el diario La Prensa y en las revistas Eco Musical, Ars, Correo Literario y Los Anales de Buenos Aires, entre otras (Ossona, 2003). Nuevamente, es posible observar en estos casos cómo la danza escénica interesaba tanto a la intelectualidad “culta” como a las clases populares.

      Sus directores eran Juan Carlos De Carli y Rafael Cedeño, y en la nota editorial del primer número destacan que la finalidad de la publicación es la de generar mayor legitimidad para la danza como arte. Escriben: “Salimos a la luz con un propósito definido: ayudar con todos los medios a nuestro alcance para que la danza tenga cada día más arraigo en nuestro país” (Ballet. Ideario de la danza, 1954: 3). Además, abogaban por la eliminación de lo que denominaban el “concepto arcaico” de que estudiar danza “queda bien” pero no “está bien” (3). También promulgaban una crítica sin “gongorismos”, es decir, clara y llana, y también “sincera” y desinteresada en cuanto a ataques “despiadados” o alabanzas (3-4).

      La segunda publicación especializada fue Danza. La revista de la gente que baila, que apareció en diciembre de 1954, y cuyo centro eran los bailarines, tal como lo enuncia su nombre y la ilustración de tapa (imagen 3), donde aparecen dos bailarines en ascenso –Tamara Satanowski y Emir Lapparo– pertenecientes a una compañía no oficial –el ballet de Amalia Lozano–. Esta revista contaba aproximadamente con unas cuarenta páginas en blanco y negro, y en un papel de menor calidad que la anterior publicación. También incluía entrevistas, comentarios de obras, sección pedagógica, notas generales sobre danza y hasta una sección humorística sobre danza. Se dedicó al ballet, la danza moderna, el folclore y la danza española. La directora de esta publicación era María Elena Espiro. Tanto su público como sus escritores eran agentes de la práctica de la danza escénica. Expresa la nota editorial de contratapa:

      Imagen 2. Tapa del primer número de la revista Ballet. Ideario de la danza (1954).

      Un día de octubre de 1953, se combinaron el entusiasmo y la necesidad de hablar en un lenguaje propio, para dar a luz una nueva revista de danza. La idea surgió de un grupo de bailarines con amor a su vocación y fe en el destino; amor a su vocación quiere decir amor a todos aquellos, sus compañeros, que de modo semejante conducen sus vidas. […] Esta revista, pensada por bailarines conscientes de los problemas vitales que el campo de la danza plantea al que lo recorre, quiere añadir a la faz exterior de la crítica que enseña mediante la comparación y el ejemplo, la verdad interior, que siempre se propuso y la realidad práctica del bailarín. (Danza. La revista de la gente que baila, 1954, contratapa)

      * * *

      A lo largo del presente capítulo, contextualicé y analicé los distintos aspectos que definirán la práctica de la danza durante las décadas de 1940 y 1950: los agentes (coreógrafos, maestros, directores, bailarines, críticos), la educación artística, y los espacios y consumo de este arte. Además, me detuve a analizar la “primera modernización” de la danza, la emergencia de la danza moderna ante la hegemonía dominante del ballet. Cabe señalar que en este momento ingresaba a la práctica de la danza escénica otra cultura emergente: el folclore escénico.

      Imagen 3. Tapa del primer número de la revista Danza. La revista de la gente que baila (1954).

      La danza espectacular ingresó como práctica artística en la Argentina de la mano de la elite intelectual porteña, en sintonía con la estructura de sentimiento de la clase alta argentina cuyas características eran el eurocentrismo y las ansias de modernidad. Así, la danza se configuró como un arte representante de la cultura humanista y universalista, la denominada alta cultura en oposición a las culturas populares. Su exponente máximo era el ballet o danza clásica y su centro legitimador, el Teatro Colón.

      Posteriormente, a mediados de 1940, ingresaron como culturas emergentes la danza moderna y sus agentes –constituyendo una cultura alternativa–, y el folclore escénico –que en algunas expresiones será una cultura de oposición–. De todos modos, los preceptos estéticos que la guiaban no diferían esencialmente de los del ballet, y de esta forma se mantenía dentro de la esfera de la alta cultura como modo de legitimarse.

      No obstante, las políticas culturales implementadas por parte del primer peronismo pusieron en tensión la relación entre alta y baja cultura. Por medio de la democratización de la cultura, las clases populares accedieron al consumo de bienes artísticos que anteriormente solo le eran accesibles a la clase alta. De este modo, la danza dejó de ser objeto de consumo solamente de la elite intelectual y se volvió accesible para nuevos públicos masivos, lo que aportó a la creación de público para la danza y le permitió consolidarse como práctica artística.

      La existencia por primera vez en nuestro país de una planificación cultural estatal benefició a la danza escénica, ya que le dio la posibilidad de ocupar múltiples espacios, profesionalizarse, divulgar la práctica y tener ámbitos de formación públicos. Sin embargo, los preceptos estéticos dominantes en las producciones continuaban siendo los mismos, lo que otorgaba a la danza una característica adaptativa que le permitía crecer y afianzarse en cuanto práctica al beneficiarse de las políticas culturales implementadas por parte del gobierno, pero, por otra parte, mantenía las formaciones culturales hegemónicas como arte representante de la alta cultura.

      1. El objetivo de esta Escuela era la formación de artistas capaces de participar en las tareas del teatro. “[…] el curso de danzas comprende ocho años de estudio, y pueden ingresar a él las niñas comprendidas entre los 8 y los 10 años, y los varones entre los 8 y los 15. Para ser admitidos, deben aprobar un examen en que demuestren condiciones rítmicas y físico adecuado para la danza. También estos alumnos, como los del curso de cantantes solistas, actúan periódicamente en los espectáculos, y también como aquéllos, esta actuación se les considera en carácter de curso de aplicación práctica” (Romito, 1958: 173).

      2. A modo de síntesis, la autodenominada danza moderna se compone de dos ramas: la norteamericana, que se denomina modern dance, inició con Isadora Duncan, Ruth St. Denis, Ted Shawn y otros, y alcanzó su esplendor con Martha Graham, Doris Humphrey y Helen Tamiris (como las coreógrafas más conocidas); y la danza moderna alemana o Ausdruckstanz –danza de expresión– con Mary Wigman y Rudolf von Laban como sus representantes más directos. La danza moderna surgió como una reacción contra los rígidos cánones impuestos por la academia (entiéndase danza clásica) y se dio predominancia a la expresión de una interioridad. Para ello, se crearon diferentes técnicas bajo una nueva cultura corporal que ubicaba al cuerpo y al movimiento en el centro de la escena (Tambutti, 2015).

      3. En cuanto a la escuela Denishawn, fue fundada por Ruth St. Denis y Ted Shawn en Los Ángeles, California, en 1915, y se apoyaba principalmente en la idea de lograr una formación integral y generar una