Por la opresión de los humildes;75 por el gemido de los menesterosos, ahora me levantaré, dice Jehová;76 traigo auxilio a quien por él suspira.77 A su debido tiempo, el Señor escuchará a sus escogidos que claman a él día y noche,78 y aunque haya sido paciente con sus opresores, los vengara presto. Observemos que la mera opresión de santos, aunque la soporten en silencio, es por sí misma un grito ante Dios: Moisés fue oído en el Mar Rojo, aunque no dijera palabra;79 y la aflicción de Agar fue escuchada, a pesar de su silencio.80 Jesús siente con su pueblo, sus pensamientos le son oradores poderosos. Y cuando, poco a poco, los santos empiezan a suspirar y expresar su aflicción, el auxilio viene raudo. Nada mueve más a un padre que el llanto de sus hijos; y cuando esto sucede, el Señor se levanta, despierta su furor, derrota al enemigo, y sitúa sus amados en lugar seguro. Un simple soplo basta para derribar al niño, y el enemigo es tan soberbio y poderoso, que se ríe de él con desprecio; pero cuando viene el Padre, y descarga sobre el torturador toda su ira, entonces es el niño quién ríe. ¡Qué virtud tan maravillosa hay en los suspiros de pobre, que son capaces de hacer levantar al Dios Altísimo de su trono! Los necesitados no se atrevían a pronunciar palabra, tan solo a suspirar en secreto; pero el Señor escuchó esos suspiros, y no pudo seguir reposando, ciñó su espada y se dispuso para la batalla. Día feliz aquel en que nuestra alma consiga involucrar a Dios en la pelea, porque en cuanto vea su santo brazo desnudo,81 Filistea, lo lamentará. En la noche de la Iglesia, las horas más oscuras son aquellas que preceden el romper del día. Los límites del hombre son la oportunidad de Dios para intervenir. Jesús vendrá para liberar a los justos cuando escuche sus suspiros de necesidad apremiante, cuando crean que para ellos se ha desvanecido definitivamente toda esperanza. Oh Señor, declara de una vez tu ahora, y levántate raudo en nuestra ayuda. Todo lector afligido que sea capaz de asirse con fuerza a la promesa de este versículo, sacará de él plenitud de consuelo. Dice al respecto Gurnall:82 «De igual modo que con un simple grifo se puede extraer todo el vino de un tonel, así también puede un alma angustiada hacer suyo todo el consuelo que emana del Pacto, a través de una simple promesa, si es capaz de hacerla suya». El que ha prometido ponernos a salvo, implica en su promesa protección y preservación en la tierra, a la vez que salvación eterna en el cielo.
C. H. SPURGEON
Por la opresión de los humildes; por el gemido de los menesterosos, ahora me levantaré, dice Jehová. Cuando opresores y perseguidores se alían contra el pueblo de Dios, lo desprecian y desafían, creyendo poder derribarlo con un simple soplo; entonces, Dios se levantará para ejecutar juicio, como lo expresa la versión caldea. En ese instante, cuando todo parece estar perdido, cuando a los pobres, oprimidos y afligidos, no les queda ya más que suspirar y llorar, entonces, el Señor se levantará para aliviarlos de sus opresiones, bridándoles una extraordinaria oportunidad para proclamar su gloria y bondad a favor de su pueblo: “Y otros, echando mano a los siervos, los maltrataron y los mataron. Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad”.83
THOMAS BROOKS [1608-1680]
“London’s lamentations: or, A serious discourse concerning that late fiery dispensation that turned our once renown City into a ruinous Heap”, 1670
Por la opresión de los humildes; por el gemido de los menesterosos, ahora me levantaré, dice Jehová. Dios se deleita en tomar nota de todo acto de obediencia y toda inclinación hacia la gracia, incluso de las más pequeñas. Temer su nombre, no es gran cosa y, sin embargo, cuenta ya con una promesa: “a los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia”.84 Pensar en su nombre, es aún menos, y no obstante se escribe en “un libro de memoria”.85 El Señor registra cuantos pensamientos de bien salgan de un alma pura. Igual que tiene en cuenta los pensamientos perversos de los impíos, que son frutos naturales del corazón malvado;86 anota los pensamientos puros de los santos, pues son lo que mejor revela la bondad de un corazón regenerado.87 Un deseo es cosa pequeña, en especial el de un pobre, sin embargo Dios valora tanto el deseo de los pobres que lo califica como gran virtud: “lo que es deseable en un hombre es su bondad”.88 Una lágrima no hace ruido, pero tiene voz “El Señor ha escuchado la voz de mi llanto”;89 no es un líquido precioso, pero el Señor las recoge, embotella y atesora.90 Un gemido es algo pobre, y sin embargo a veces es la esencia de la oración: “pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.91 Un suspiro es menos que un gemido, pero suficiente para que el Señor se levante y traiga auxilio: “Traigo auxilio a quien por él suspira”.92 Una mirada menos aún, pero eficaz como último recurso: “sin embargo volveré a mirar hacia tu santo templo”.93 Respirar es menos que todo lo anterior, y sin embargo, Dios lo tiene controlado y lo toma en cuenta: “no escondas tu oído a mi respiro”.94 Y un jadeo es menos que respirar, jadeamos cuando nos quedamos sin aliento, y no obstante, es una de las cosas de las que más y mejor nos podemos jactar: “Como el ciervo busca jadeante las corrientes de las aguas, así te anhela a ti, oh Dios, el alma mía”.95 En el retrato del cristiano, lo más destacado son sus debilidades: Bienaventurados los pobres, los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed.96 Cuando Ana oró con mayor eficacia, fue cuando llorando con desespero: “solamente se movían sus labios, y su voz no se oía”.97 Lo mismo cabe decir del publicano, que no hacía más que golpearse el pecho y clamar por sus adentros: “Dios, sé propicio a mí, pecador”.98 Y María Magdalena, cuando fue en busca de Jesús, se sentó y lloró, guardando silencio.99 ¡Qué dulce suena la música sobre las aguas!100 ¡Que fructíferos son los valles profundos! Los corazones dolientes son los más inspirados, pues lo profundo es más fecundo. El Buen Pastor tiene siempre mayor cuidado de sus ovejas más frágiles. Un buen padre se vuelca siempre en los vástagos que más le necesitan; y una madre se deshace por el hijo enfermo. Qué dulces y reconfortantes suenan las palabras de nuestro Salvador: “no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños”;101 y su afirmación de que en el cielo no entrará nadie que no se vuelva y se haga como un niño.102
JOHN SHEFFIELD [1654-1726]
“The rising sun, or, The sun of righteousnesse shining upon the sons of unrighteousnesse”, 1654
Por la opresión de los humildes; por el gemido de los menesterosos, ahora me levantaré, dice Jehová. La opresión insolente y cruel de los pobres es un pecado que acarrea desolación y destrucción sobre todo aquel que la practica. Dios envió diez plagas justicieras, una detrás de otra, contra Faraón, su pueblo y su tierra, para vengar la opresión cruel que ejercía sobre los israelitas.103 “No robes al pobre, porque es pobre, ni quebrantes en la puerta al afligido; porque Jehová defenderá la causa de ellos, y despojará el alma de aquellos que los despojaren”.104 Robar y oprimir a los ricos es un pecado; robar a los pobres, un pecado mucho mayor; pero robar a los pobres que carecen de dinero para comprar la justicia, es la cima de la inhumanidad y la impiedad. Oprimir a cualquiera es pecado; pero oprimir al oprimido es el colmo del pecado. La pobreza, la necesidad