El guardián de la capa olvidada. Sara Maher. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Sara Maher
Издательство: Bookwire
Серия: Trilogía Crónicas de Silbriar
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418390036
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siendo muy hospitalarias. Concretamente, Sybila está ayudándonos a comprender la labor que allí desempeñan. Ellas son las custodias de la magia, del conocimiento heredado a través de las distintas culturas. He mostrado interés por las Profecías Blancas, redactadas por las brujas ancestrales hace miles de años, y también por el Libro de los Guardianes, ya que cuenta parte de mi historia, de mi familia.

      Sybila ha sido muy generosa al aclararme ciertas dudas. Las Profecías Blancas hablan de que la estirpe de Ela no se ha extinguido y que volverá a reinar algún día, ya que Silona no encontrará la paz mientras dure su gobierno. La sacerdotisa me ha explicado que existe una leyenda que cuenta que Ela, ante el temor de que su hijo fuera capturado durante la Gran Guerra, lo envió a otro mundo y que allí tuvo descendencia. Algunos aventuran que se trata de nuestra tierra, el hogar de los guardianes. Me he quedado sorprendida ante tal revelación.

      Valeria leyó las siguientes frases con rapidez. No referían nada trascendental, tan solo continuaban con su observación del trabajo de las sacerdotisas y de su día a día en la biblioteca. Al atardecer, su madre se entrenaba en los vastos campos que rodeaban la ciudad junto con el resto de los guardianes y siempre bajo la atenta mirada de sus respectivos maestros. Soltó una sentida exhalación. Estaba agotada. Sus párpados comenzaban a ceder y cubrir cada vez más sus pupilas. Pero, entonces, algo llamó su atención.

      Lía ha entrado a hurtadillas en mi habitación. Estaba asustada, y me ha contado una historia que todavía me cuesta creer. Me ha dicho que tenemos que irnos de Tirme inmediatamente, que las sacerdotisas no tratan de instruirnos en la historia de la magia ni en el cuidado de su legado, sino que pretenden averiguar qué guardián porta la sangre de Ela, que están colaborando con un grupo de hechiceros con ideas supremacistas y que quieren eliminar a todo el que sea diferente. Yo he tratado de calmarla, pero ella ha insistido en que estamos en peligro. Según Lía, llevan meses examinando a grupos diferentes de guardianes con el pretexto de indagar más sobre ellos en el Libro de los Descendientes y localizar la extirpe perdida de Ela con un único propósito: acabar con ella.

      Cuando le he preguntado de dónde ha sacado toda esa información, me ha confesado que mantiene una relación con Hanis, el mago del agua, y que este, escuchando una conversación entre su padre y un grupo de afines, ha descubierto que está gestándose una rebelión y que acabarán con todos los impuros de Silbriar.

      —¿Y qué tiene eso qué ver con nosotras? —le he preguntado confusa.

      Y me ha respondido que todo. Porque, según una de las Profecías Blancas, los libertadores de ese régimen tiránico pertenecen al linaje de Ela, portando cada uno de ellos los tres dones mágicos.

       Yo la he mirado con dudas que han debido ser más que evidentes en mi rostro, porque me ha suplicado que la ayude a escapar. Le he sugerido que podríamos hablar con nuestros maestros para verificar esa información, pero ella ha negado con la cabeza y me ha dicho que cualquiera de ellos podría estar apoyando esa rebelión oscura. Yo no me imagino a Zacarías planeando una conspiración de ese tipo. Él no es un hombre sencillo. Es cierto que es algo vanidoso y su retórica no es nada discreta, pero jamás albergaría tales pensamientos.

      —Si esa gentuza descubre que he mantenido una relación secreta con Hanis, me matarán sin dudarlo. Él ha cruzado los Bosques Altos a caballo para advertirme... Esther, ¡por Dios, tienes que creerme! —me ha suplicado.

      —¿Y cómo pretenden averiguar si somos hijos de Ela? ¿Con el Libro de los Descendientes?

      —Están reuniendo datos. La mayoría de los objetos mágicos son heredados, o al menos la facultad de poseer uno de ellos. Primero descartan a aquellos guardianes que no hayan heredado los dones a través de su línea genética. Ya sabes que puede romperse la cadena cuando no existe un descendiente digno, y entonces el objeto busca a un nuevo portador. En este caso, es imposible que la persona sea un descendiente de Ela, ya que estos siempre ostentarán la condición de puros para recibir el objeto. Yo procedo de una familia que, hasta donde conozco, siempre ha poseído un objeto, aunque no haya sido el mismo. Ha habido magos, artesanos y guerreros en mis antepasados.

      —Y en la mía igual, pero en la mayoría de las familias sucede así. A veces se salta una generación, pero el don latente despierta en la siguiente.

      —¡Por eso están investigándonos! Si descubren una línea de sangre mágica en nuestro ADN, estamos acabadas.

      —Pero ¿por qué estás convencida de que serías una buena candidata?

      —Porque he infringido las reglas dos veces. Mantengo una relación prohibida y, además, creo que estoy embarazada.

      A Valeria se le aceleró el pulso y continuó leyendo las páginas con rapidez, intuyendo que algo importante estaba acercándose.

      Al final, conseguí apaciguar los nervios de Lía. Le dije que si escapaba ahora, resultaría sospechoso. La he cubierto durante varios días, mintiendo, diciendo que no se encontraba bien.

      He aprovechado para indagar más sobre las Profecías Blancas y estudiar con más ahínco el Libro de los Guardianes, concretamente el tomo de los Descendientes, donde se enumera quién ha poseído un objeto concreto y por cuáles manos ha pasado. Esto es algo muy difícil. No me encuentro cómoda no contándoselo a mi maestro.

      También he hablado con Sybila hoy. Me parece una mujer sensata. Es la suma sacerdotisa, y no veo oscuridad en sus ojos. Le he preguntado si alguna vez han recurrido a la magia para localizar esa supuesta extirpe perdida de Ela. Ella me ha sonreído y me ha contestado que no hay necesidad de eso, que Silbriar vive en paz, que debemos confiar en el destino y que ya aparecerán cuando sean requeridos. Entonces, me ha dicho que no hay que darle tanta importancia a las Profecías Oscuras, que muchas de ellas ni siquiera se han cumplido. Pero antes de que pudiera preguntar más por esas profecías, ha venido su hermana Moira a buscarla.

      Valeria se mordió el labio inferior con insistencia. ¿Moira? ¿Por qué le sonaba tanto ese nombre? ¿Dónde lo había escuchado antes? Estrujó su cerebro hasta casi creer que iba a reventarle. ¡Dios mío! ¡Claro!

      —¡Tengo algo! Sí, sí... Creo que es importante. —Se levantó de un brinco y, con los brazos en jarra, observó a sus amigos, que cabeceaban sobre la mesa—. ¡Dani! ¡Jonay!

      —Estoy escuchándote —respondió el guardián de Pan, quien continuaba con la barbilla apoyada en la madera—. ¿Qué es eso que has averiguado?

      —¡Moira! —exclamó exaltada—. Es el nombre que dijo mi hermana antes de saltar de la balsa.

      —¡¿Qué?! ¿Quién es esa? —preguntó Daniel, estirando los brazos y ocultando un bostezo bajo su mano.

      —Lidia la nombró, dijo que Kirko tendría problemas con ella si volvía al castillo. ¿No lo entendéis? ¡Moira es la bruja! Mi madre la conoció durante su estancia en Tirme. Era una sacerdotisa, y si recordamos las sospechas de Samara, siempre pensó que la bruja era una tirmiana traidora.

      —¿Tu madre conoció a la bruja? —Daniel la miraba atónito.

      —Descubrió que estaban haciéndoles pruebas a los guardianes para tratar de eliminar a los posibles descendientes de Ela antes de iniciar la rebelión.

      —Pero si las sacerdotisas colaboraban con Lorius, ¿para qué molestarse en quemar su propia ciudad? —Jonay se había enderezado y le prestaba atención.

      —No todas estaban en el ajo, es evidente —respondió entre dientes—. Y siempre cabe la posibilidad de que no fuera Lorius quien prendiera la llama.

      —Tienes razón. Lo más lógico es pensar que a las sacerdotisas las cogieran por sorpresa y que fuera la propia Moira quien encendiera la mecha —añadió Daniel—. ¡Es la bruja!

      Valeria se dejó caer de nuevo en la silla, abatida. Su madre estaba conociendo a los principales protagonistas de la conspiración que pronto terminaría con el reinado de la casa de Sión y con Silona apresada. Su