113. Emmanuelli, L., 1990, 64.
114. Dull, J. R., 1985, 55-56, 75-78; Murphy, O. T., 1982, 243-244; Schiff, S., op. cit., 31-32; Granet, S., 1963, 59.
115. DHPF, vol. 1, 506-509; NDAR, vol. 6, 524-525, vol. 7, 1000-1003; Shomette, D., 2007, 59-65; Crout, R. R., 1977, 130-131; Hedges, J. B., 1968, 230-233.
116. PGW, vol. 10, 152-153.
117. NDAR, vol. 6, 399-400.
118. SFME, vol. 23, 245-250.
119. Schaeper, T. J., 1995, 92-107, 156-165; Schiff, S., op. cit., 50-53.
120. PGW, vol. 15, 29-30; Risch, E., op. cit., 293-295.
121. Lüthy, H., 1961, 339, 452-455, 612-619.
122. Potts, L. W., op. cit., 167-172; Beerman, E., 1992, 27-35; Thomson, B. P., op. cit., 48-62; Chávez, T. E., op. cit., 61-63. Mi agradecimiento a Reyes Calderón Cuadrado por la información adicional que me ha aportado sobre las actividades de contrabando de Gardoqui.
123. NDAR, vol. 10, 1130-1133; Moller, G. D., op. cit., 404-405. Los mosquetes españoles se fabricaban con el mismo calibre de 0,69 pulgadas que los franceses desde que la Guerra de Sucesión española (1701-1714) instaló la dinastía borbónica. Vid. Chartrand, R. y Rickman, D., 2011, 41.
124. Mackesy, P., op. cit., 89-91.
125. Middleton, R., op. cit., 60-63; Selesky, H. E.y Boatner, M. M. (eds.), op. cit., vol. 2, 933-937, 1161-1165.
126. Estimaciones a partir de Moller, G. D., op. cit., 484 y de Stephenson, O. W., op. cit., 277-278.
127. McCullough, D., 2005, 274.
128. Selig, R. A. et al., «Archaeology, Computer Technology, and the Battle of Princeton as a Cross-Cultural, Trans-Atlantic Encounter», en Comer, D. C. (ed.), 2013, 27-33.
129. Middleton, R., op. cit., 69-80.
130. Dupuy, R. E. y Dupuy, T. N., op. cit., 80-96.
131. Ibid.
132. Morton, B. N. y Spinelli, D. C., op. cit., 97-112, 207.
133. Ibid., 125-127; PGW, vol. 9, 336-337, 440-444.
134. PGW, vol. 9, 579-580, vol. 10, 152-153; Smith, R. F., 2008, 2-5. Gracias a Anthony Tommell por la información extra aportada.
135. Morton, B. N. y Spinelli, D. C., op. cit., 128.
136. Elting, J. R., 1977, 88; Ketchum, R. M., 1999, 334; PGW, vol. 10, 152-453, 216-218. Mi agradecimiento a Eric Schnitzer, del National Park Service Saratoga, por la información adicional aportada.
137. Carroll, M. R., 2009.
138. Luzader, J., 2010, 189-192.
139. Elting, J. R., op. cit., 48-67; Luzader, J., ibid., 201-296.
140. Stark, C., 1860, 357.
141. Mackesy, P., op. cit., 524-525.
142. Ketchum, R. M., op. cit., 369.
143. Schiff, S., op. cit., 109; Beaumarchais, P.-A. C., op. cit., 254; Morton, B. N. y Spinelli, D. C., op. cit., 130.
144. Schaeper, T. J., 1995, 196-198; Buel, R. Jr., op. cit., 60-61.
145. Tuchman, B., 1998, 5-7.
___________________
* N. del T.: Cada fanega [bushel] estadounidense equivale a un volumen de 35,2 litros.
** N. del T.: En origen, en inglés se daba este apelativo a los ricos que habían hecho una fortuna en oriente, en especial en la India. Con el tiempo, su significado se amplió hasta aplicarse a cualquier personaje rico e importante. Deriva del portugués nababo, que, a su vez, proviene del hindi nawwab.
*** N. del T.: Lit., hombres al minuto. Soldados de milicia.
**** N. del T.: A lo largo del libro, las sumas monetarias se expresan en libras francesas, principalmente, que, por comodidad, llamaremos simplemente «libras». En los casos en que se trate de libras esterlinas británicas se especificará esta denominación.
***** N. del T.: Se llamaban cañones de infantería a los que actuaban en apoyo cercano de las unidades de infantería y solían asignarse a sus regimientos o batallones. El resto de los cañones operaba en baterías de forma independiente.