Hermanos de armas. Larrie D. Ferreiro. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Larrie D. Ferreiro
Издательство: Bookwire
Серия: Historia de España
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788412221305
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no solo podían observar los movimientos navales británicos por el Caribe y el golfo de México, sino que también llevaban mensajes de y hacia los informantes situados en las colonias británicas, entre ellos un grupo de sacerdotes en Florida Oriental que vigilaba lo que sucedía en San Agustín. A la vez, comerciantes cubanos viajaban con regularidad a Pensacola y, a su vuelta, mantenían informado a Bucareli de la construcción de fortificaciones en torno a su bahía.

      Unzaga, por su parte, estaba preocupado por la presencia británica a lo largo del Misisipi, cada vez mayor. Dos cuestiones animaban a los colonos a desplazarse a los valles de los ríos Ohio y Misisipi. Por una parte, no se hacía respetar la Línea de Proclamación, lo que permitía, en la práctica, que los asentamientos avanzaran hacia el oeste. Por otro lado, panfletos como el muy difundido Estado actual de los asentamientos europeos en el Misisipi [Present State of European Settlements on the Mississippi], publicado en 1770, pintaban de color de rosa la vida en los territorios occidentales. En consecuencia, carretas y balsas pronto transportaban ya a un gran número de familias a poblaciones como Natchez y Baton Rouge.

      El año 1770 también trajo una crisis política que amenazaba con un estallido bélico y que obligó a la red de Unzaga a extremar su vigilancia. Tanto Gran Bretaña como España tenían pequeños asentamientos en las islas Malvinas (Falkland, para los británicos), en el Atlántico Sur. El gobernador de Buenos Aires, siguiendo órdenes de Madrid, envió un gran contingente anfibio para desalojar a la guarnición británica. Los dos países se prepararon para la guerra. Madrid recomendó a sus colonias de ultramar estar vigilantes ante un posible ataque sorpresa, pero no inició movimientos hostiles que pudieran precipitarlo. Mientras tanto, Grimaldi le pidió a Francia que cumpliera el Pacto de Familia y acudiera en su ayuda. Aunque Choiseul (que de nuevo ostentaba el cargo de ministro de Exteriores) le dio respuestas vagas, Luis XV era firme en su posición en contra de aquello. La crisis se desactivó al año siguiente, después de que España desautorizara la acción militar y pusiera a un lado la cuestión de la soberanía.

      FRANKLIN EN LA CABINA DE MANDO

      El Parlamento, por su parte, no veía la utilidad de dichas concesiones. Su respuesta al creciente descontento colonial fueron las Leyes Coercitivas de 1774, que, entre otras medidas, cerraban el puerto de Boston al comercio, despojaban a Massachusetts de cualquier clase de autogobierno y ordenaban el acuartelamiento de tropas en pueblos y ciudades. La Administración británica ordenó a Gage que aplicara las Leyes Coercitivas y que sofocara cualquier rebelión, pues pensaba que Francia no interferiría en los asuntos coloniales británicos igual que no había apoyado a España durante la crisis de las islas Malvinas/Falkland. Las colonias americanas reaccionaron con el envío de delegados al Primer Congreso Continental, que tuvo lugar en Filadelfia en septiembre de 1774, para debatir qué acciones podrían tomarse en respuesta a aquellas leyes. También comenzaron a formar y entrenar milicias para que estuvieran preparadas en caso de conflicto.

      En Francia, los hombres que habían firmado el Tratado de París no serían los mismos que iban a asistir con preocupación a la escalada del conflicto en Norteamérica. Luis XV había perdido la confianza en Choiseul tras la crisis de las Malvinas/Falklands y lo destituyó poco después. También salió del gabinete su primo Choiseul-Praslin y con ambos desapareció el rígido control que había dominado la política exterior y naval gala durante más de una década. La estrategia de revancha contra Inglaterra se vio sustituida por un planteamiento más pacífico, en el que se aminoró el ritmo del rearme naval francés y se archivaron los planes de invasión de Gran Bretaña. La crisis también había envenenado el Pacto de Familia borbónico y ahora España miraba con suspicacia todo lo que significara depender más de Francia.

      En 1774, en el momento en que la situación en las colonias norteamericanas alcanzaba el punto de ebullición, Luis XV moría. Su nieto, Luis XVI, le sucedió en el trono. El nuevo rey de 19 años, pese a su acercamiento a su abuelo después de la muerte de su padre, emprendió, de todas formas, importantes cambios en el gobierno. Para el puesto de ministro principal nombró a un antiguo ministro de Marina que llevaba postergado veinticinco años, Jean-Fréderic Phélypeaux, conde de Maurepas. Al enterarse de la existencia del Secret du Roi por Charles-François de Broglie, el monarca lo desmanteló de inmediato y puso toda la política diplomática en manos de su nuevo ministro de Exteriores, Charles Gravier, conde de Vergennes, el cual había sido, por cierto, miembro del Secret. Por desgracia, hubo un miembro del Secret que en gran medida no se vio afectado por la reforma, el chevalier d’Éon, quien aún residía en Londres y poseía los planes franceses de invasión de Gran Bretaña, ahora abandonados. Si Londres se enteraba de aquellos planes, podría desencadenarse una guerra que el nuevo rey no deseaba y para la que no estaba preparado. Al final, la solución para el problema del chevalier d’Éon, tramada por Luis XVI y Vergennes, llevaría a Francia directamente a la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos.

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