Respecto al despacho del barco, decidimos ampliarle de la zona de navegación 5 (hasta 5 millas) a la 4 (hasta 12 millas). Tal vez no hubiera sido estrictamente necesario para la navegación costera que planificábamos, pero tuvimos en cuenta los posibles “atajos” en línea recta en los grandes golfos, y la posibilidad de ir a las islas Columbretes. También añadimos al equipamiento previo una radio VHF fija de 25 W, que ya no precisa llamada selectiva digital desde el Real Decreto 1435/2010 (teníamos un walkie-talkie portátil de 5 W) 6 cohetes con luz roja, 3 bengalas de mano, una señal fumígena flotante, compás, prismáticos, campana para hacer señales sonoras en caso de niebla, linterna estanca, reflector radar y balde contra incendios. Parte de este equipamiento ya estaba a bordo aunque no fuera obligatorio previamente. Una vez añadido, tuvimos que pasar una nueva inspección.
Desde el punto de vista impositivo es importante llevar a bordo, al navegar por otro país (íbamos a hacerlo por Portugal y Francia) el certificado del IVA del barco. Si no se lleva a bordo y te lo solicita la autoridad aduanera del otro país puedes verte obligado a pagarlo de nuevo en el momento, so pena de no poder seguir tu viaje. Para un barco comprado de segunda mano como el Corto Maltés, se trataría del certificado del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales que es el equivalente al IVA entre particulares. Igualmente hay que llevar las facturas de electrónica de a bordo por el mismo motivo (demostrar haber pagado el IVA). En nuestro caso disponíamos de todo ello y, para el caso particular del plotter que nos habían donado, llevábamos un certificado de que nos lo habían regalado; como no nos lo pidieron no podemos asegurar si eso habría sido suficiente.
En el aspecto sanitario, tuvimos que sacarnos la Tarjeta Sanitaria Europea, que extiende la prestación sanitaria pública española a otros países de la Comunidad Europea. Como íbamos a pasar por Portugal y Francia nos la recomendaron. Se solicita en las oficinas del INSS o de Muface y se obtiene en pocos días. El trámite es gratuito. Por suerte tampoco necesitamos utilizarla en todo el viaje.
Un problema específico de la vuelta a España fue saber si era necesario un permiso especial para navegar por aguas interiores de Francia, que no estaría cubierto por nuestro título español de Capitán de Yate. Aunque para los que alquilan una barcaza en verano no se les exige nada, ni teórico ni práctico, según la normativa francesa el permiso fluvial es exigible a los que navegan por el canal de Midi en su propio barco, aunque tengan un título igual o superior para navegar por el mar. Hay una exención para barcos pequeños dependiendo de sus medidas y potencia del motor, que no se aplicaría al Corto Maltés. Ni en la Capitanía Marítima de Santander ni en la embajada francesa fueron capaces de aclararnos si en nuestro caso era obligatorio. Las páginas web de Voies Navigables de France daban información contradictoria, y los expertos consultados tampoco se ponían de acuerdo. Finalmente emprendimos el viaje desconociendo si al llegar a Francia deberíamos perder unos días en preparar y pasar un examen para obtener este permiso, lo que nos hubiera atrasado la finalización del viaje, y hubiera podido ser una de las razones para traer el barco de vuelta a Santander por carretera. Una vez en Francia, los navegantes consultados nos dijeron que allí nadie tenía ese título, que no estaba claro si era exigible a navegantes de otra nacionalidad navegando en su propio barco (si están conformes con la legislación de su país) y que, en cualquier caso, no hay una autoridad que lo controle. Cuando acudimos a las oficinas de Voies Navigables de France solo nos informaron de la necesidad de adquirir la “Vignette” o tasa que se paga por el tránsito del canal, sin mención alguna al permiso fluvial. Finalmente comprobamos que en ningún punto del recorrido por los canales, ninguna autoridad nos pidió el citado permiso. Ahora bien, de ello no sacamos la conclusión de que no se deba obtener, y aún nos queda la duda de que si hubiéramos tenido algún accidente o abordaje en el canal habríamos estado en regla o no.
Igualmente, para fondear en cualquiera de las islas Atlánticas de Galicia son necesarios dos permisos. El permiso de navegación se otorga por un año, a nombre de un barco, no de una persona, y ya salimos de Santander con él. El permiso de fondeo y desembarco se obtiene por Internet directamente de la página del Parque Nacional de las islas Atlánticas. La principal dificultad es que hay que llevarlo impreso y no todos los barcos tienen Internet, y menos impresora. Se saca para el día y para la isla concreta que vas a fondear, con lo que no se puede hacer con mucha antelación ya que no es posible prever el día exacto cuando, como era nuestro caso, hace 20 días que salimos del puerto base. Nosotros pedíamos los permisos desde el Internet del teléfono y luego guardábamos la página, de forma que si nos los pedían podíamos enseñar la autorización en el propio teléfono. Lo que resulta llamativo es que no se pueda obtener el permiso por ninguna otra vía.
En los aspectos administrativos pueden incluirse también los permisos de pesca (ya comentados) y las banderas de cortesía. Para una embarcación deportiva es obligatorio llevar en popa la bandera nacional. Se lleva de día y de noche, aunque en algunos barcos se acostumbra a retirarla por la noche. La visita a otro país, y como reconocimiento de su territorialidad, aconseja izar en el obenque de estribor la bandera del país visitado. Esta “bandera de cortesía” es opcional, pero en algunos países la consideran obligatoria y si no se lleva molesta a las autoridades y puede provocar una sanción. Como en la vuelta a mundo se visitan cientos de países, los navegantes suelen construirse por sí mismos las banderas, utilizando retales de ropa o trapos. Para nuestra vuelta a España llevamos las de Francia y Portugal, que son los países por los que íbamos a navegar, hechas en casa. En Portugal nos hicieron alguna referencia a la suya, y en Francia nada, si bien navegamos casi todo el tiempo (por los canales) con el palo tumbado y, por tanto, no había lugar a izar ninguna bandera.
Una parte crucial de los preparativos es resolver la situación laboral durante la ausencia. Uno de nosotros es funcionario y debió solicitar un permiso sin sueldo para el viaje. Habitualmente estos permisos no se sustituyen y los compañeros deben asumir el exceso de trabajo durante su ausencia. A la vuelta uno se encuentra problemas acumulados o temas que se han ido posponiendo hasta su regreso. Al ser un permiso no remunerado hace más crucial la buena gestión de la economía durante la navegación. El otro es trabajador por cuenta propia, lo que añade dificultades a la hora de ausentarse tanto tiempo. Además de la reducción de ingresos se da también una pérdida de clientes que lógicamente no van a esperar meses para solucionar sus problemas. Esta pérdida de mercado cuesta mucho recuperarla en la actual situación de crisis.
Habréis comprobado que la preparación de un viaje de este tipo no se improvisa. Una vez tomada la decisión hay que poner una fecha de salida y calcular varios meses de preparación. Estar dispuesto a superar dificultades administrativas, de tipo práctico y tener el ánimo suficiente para ver en estos inconvenientes otro aliciente para el viaje. Como veréis en los capítulos siguientes, al final merece la pena.
Capítulo 3
Por fin la salida y las primeras millas, hasta Galicia
Después de varios meses de preparativos fijamos la salida para el 18 de mayo. Estuvimos atentos al pronóstico meteorológico que inicialmente daba vientos suaves del Este, pero en el último momento aparecieron unas borrascas seguidas que barrieron la cornisa cantábrica con vientos fuertes de Oeste (de hasta 25-28 nudos) y olas de 2-3 metros que nos obligaron a posponerla, primero al domingo 20 y luego al martes 22 de mayo, que fue la fecha definitiva. Este cambio forzado de planes en el momento de la salida, con tantas ganas acumuladas para salir y tanta gente pendiente de nosotros, fue una auténtica prueba de prudencia. Parecía cómico haber anunciado una fecha para largar amarras nada menos que para una vuelta a España y atrasarla por un viento contrario. Pero sabíamos por experiencia que el Corto Maltés navega mal de ceñida con estos vientos tan fuertes y que no para de dar pantocazos, y que la lluvia que acompañaba a estas borrascas habría convertido los primeros días de navegación en un calvario de humedad (la ropa no se seca y la cabina rezuma vapor de agua) y avance lento. Ya vendrían durante la larga travesía muchos otros vientos contrarios que no podríamos esquivar por estar en alta mar o en puertos de paso, como para empezar el viaje por gusto en estas condiciones.
Así