Los desafíos de hoy
Primero, se disputa el lugar de cambio en la iglesia. Algunas personas en la iglesia pretenden que las cosas se queden igual, como una manera de apuntalarse ellos mismos en contra de los cambios que los afectan en todas las áreas de su vida. La iglesia es el lugar que sienten como familiar, y cualquier sugerencia de cambio los reciben con una resistencia comprensible. Otros sienten una creciente conciencia de la necesidad de cambio. A pesar de algunas señales alentadoras, la iglesia en Inglaterra sigue deteriorándose. Las últimas estadísticas de un autor de numerosos proyectos en ella, Peter Brierley, hablan de una disminución severa de niños, una disminución constante entre la gente joven, y una ausencia aterradora de adultos jóvenes. Brierley nota que las cifras de la asistencia a la iglesia son alarmantes, no simplemente porque están en decadencia, sino debido a que el índice de ésta se encuentra en aumento.32 Numerosas diócesis anglicanas se hallan en dificultades financieras.33 La influencia del pensamiento y los valores cristianos parecen estar disminuyendo. No menciono todo esto para promover el desaliento, sino simplemente para llamar la atención hacia lo que algunas personas en la iglesia ya se dan cuenta: las cosas tienen que cambiar. Para dar lugar al cambio, alguien tiene que discernir la dirección de ese cambio, y eso involucra al liderazgo. De acuerdo con un futurólogo, el doctor Patrick Dixon, “o controlamos el futuro o el futuro nos controlará a nosotros”.34
Segundo, las expectativas generacionales del liderazgo difieren. El cuadro que presento a continuación refleja algunos de estos cambios a lo largo de franjas de edades específicas.35 Las personas responden a los líderes de diferentes maneras, y es esto en parte lo que hace más difícil el liderazgo de hoy. No vivimos en una cultura monocromática, sino en un enorme caleidoscopio de culturas entretejidas. En cualquier congregación u organismo, podemos tener una variada gama de culturas en las cuales la gente tiene muy diferentes expectativas acerca de cómo deben liderar los líderes.
Gen Y1984-2000 | Gen X1964-83 | Baby boomers1946-63 | Tradicionalistas1925-45 | |
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Pregunta clave | ¿Cuál es mi elección? | ¿Cómo se siente? | ¿Funciona? | ¿Es verdad? |
Esperan que los líderes | Colaboren y me involucren desde el comienzo | Consulten /Me comprendan | Sean competentes y profesionales | Den enseñanza y dirección |
Métodos preferidos de comunicación | Tweets, textos, Facebook | Sitios de Internet y correos electrónicos | Un poco de esto—><— y de aquello | Revistas y anuncios en la comunidad religiosa |
Mi primer compromiso es con | Mis amigos | Personas en tanto personas | Mi campo de trabajo | La organización |
Funcionamiento conjunto | Busco divertirme en mi equipo | Necesito un equipo para hacer cualquier cosa | Veo la necesidad de trabajar en un equipo | Preferiría trabajar solo |
Desacuerdo | Vadearlo | Sacarlo a la luz y discutirlo | Decidir de acuerdo con lo que es más eficiente | Evitar la confrontación |
Descripción | Conectado | Involucrado | Atareado | Fiel |
Tercero, un resultado de la explosión en el interés por el liderazgo es que han crecido las expectativas de la gente con respecto a los líderes. Lo que la gente experimenta en su vida laboral crea expectativas cuando se reúnen como iglesia. En un tiempo en que la gente está mirando para ver el liderazgo ejercido de una manera cada vez más competente y profesional, los líderes en la comunidad cristiana están pobremente entrenados, y el liderazgo es lamentablemente escaso y carece de calidad. Parte de la razón de esto se debe al cambio de la sociedad desde la Segunda Guerra Mundial. Con la desintegración del Servicio Nacional en la década de 1950, el surgimiento de la era del gerenciamiento en los años 60 y la búsqueda de identidad en los 70, disminuyeron los modelos para el liderazgo. Además, en parte se debe a la imagen percibida de los líderes cristianos de la década de 1990 (y el desgaste de la confianza en el liderazgo en general a lo largo de la sociedad), que luchan para mantenerse en pie ante la presión de la decadencia, o son ridiculizados por la prensa por delitos menores. Para revertir esta tendencia necesitamos hacer crecer el liderazgo proactivamente, pero no necesariamente de la misma manera que en el pasado.
Estos tres factores presentan un desafío a cualquiera en el liderazgo cristiano de hoy. Paralelamente a estos desafíos generales, hay algunos específicos que afectan a los líderes dentro de ciertos perfiles de edad.
Para líderes jóvenes (18–35 años)36
Hoy en día, muchos líderes jóvenes comienzan desde un lugar muy diferente tanto social como emocional que los que lo hicieron hace cincuenta años. En un excelente artículo en el periódico Church of England Newspaper, Pete Ward resaltó un aspecto de este tema dentro de la Iglesia Anglicana:
Un número creciente de ministros ordenados están buscando primeros curatos en donde puedan entrenarse en nuevas maneras de ser iglesia. Esto no sorprende: muchos de los estudiantes más despiertos y capaces que están recibiendo educación teológica, vinieron de un entorno de culto alternativo, del ministerio juvenil y de la plantación de iglesias… Pero enfrentan un problema: su primer curato.37
Los puestos de entrenamiento tradicionales muy a menudo son inapropiados para los ministros asistentes cuya inclinación es hacia las nuevas maneras de ser iglesia. Desean conectarse con la cultura emergente, esos grupos de personas a los que se esfuerzan por llegar quienes heredaron una cierta manera de “ser una iglesia”.38
Nuestro trabajo junto a los líderes de entre 25 a 40 años en el Programa de Liderazgo Arrow confirma los hallazgos de Pete Ward. Los líderes jóvenes a menudo luchan no sólo con el modelo de iglesia ofrecido por las iglesias a donde van después de terminar el instituto teológico, sino también con el modelo de liderazgo ofrecido por los ministros que están liderando esas iglesias. El modelo de iglesia, el de liderazgo y evangelismo al que tantos ministros se aferran, simplemente son inapropiados para los jóvenes menores que tratan de comprometerse con las generaciones perdidas de la sociedad contemporánea.
Reconozco que no es simplemente un problema generacional. Es perfectamente posible ser un ministro asistente de 27 años de edad aliado con una forma de iglesia heredada, o uno de 56 años disfrutando de la forma de iglesia emergente. Sin embargo, se presenta más comúnmente como un problema generacional. Como concluye Pete Ward, “no es solo una cuestión de complacer a los clérigos subalternos. Más bien da sentido a la misión de la iglesia”. Necesitamos lanzar líderes jóvenes para que experimenten con nuevos modelos de iglesia, liderazgo y evangelismo, y asegurarnos de que les proporcionamos suficiente apoyo, orientación y responsabilidad.
En este tiempo de transición también necesitamos líderes jóvenes que estén preparados para aprender de líderes de más edad y ejercitar el dominio propio y la sumisión; comprender antes de juzgar, ser respetuosos antes de criticar; y ser leales antes de hablar fuera de lugar.
Rara vez se enseña la disciplina de la sumisión, y de hecho va en contra del espíritu de la época. En Celebración de la disciplina, Richard Foster escribe: “La obsesión de exigir que las cosas se hagan de la manera como las queremos es una de las mayores esclavitudes de la sociedad humana de hoy”.39 Su capítulo sobre sumisión es un recordatorio