Siguiendo al experto venezolano en epistemología, son dos los criterios para la establecer y clasificar los tipos de enfoques epistemológicos, a la luz del denominado por el propio Padrón (2000) como modelo de variabilidad de la investigación educativa. El primero de los criterios tiene que ver con el producto del conocimiento científico, y el segundo, con la vía de acceso y de producción de este. Tomando en cuenta estos dos criterios, pueden identificarse tres enfoques epistemológicos: el empirista-inductivo, el racionalista-deductivo y el introspectivo-vivencial.
De acuerdo con los planteamientos del autor, el enfoque empirista-inductivo también es conocido como probabilista, positivista, neopositivista, atomista lógico, etc. Considerando el primer criterio, en este enfoque los patrones de repeticiones de eventos se conciben como base para producir conocimiento científico; tales patrones explican las interdependencias entre clases distintas de eventos fácticos. El conocimiento acerca del mundo se reduce a la reiteración y a la frecuencia con las cuales los eventos ocurren. En tal sentido, y teniendo en cuenta el segundo criterio, la vía para generar y validar el conocimiento es la experiencia sensorial; por tanto, los instrumentos para la identificación de la frecuencia de ocurrencia permiten el registro y sistematización de las características y condiciones bajo las cuales estos eventos ocurren.
La lógica que prevalece en este enfoque es la inductiva, que reconoce la presencia de los hechos desde la realidad, y se entiende como el espacio de concreción por excelencia donde se manifiestan el conjunto de interacciones y las dinámicas que permiten detectar cómo se comportan determinados patrones. Los procedimientos metodológicos que concretan este enfoque son el diseño de experimentos, la formulación de hipótesis empíricas, la medición y la construcción de posibles generalizaciones a partir de resultados del análisis estadístico (descriptivo o inferencial).
El siguiente enfoque epistemológico se conoce con la denominación de racionalista-deductivo, categorizado también como teórico-conceptual. Considerando el primer criterio, este enfoque concibe como el producto del conocimiento científico la construcción de sistemas explicativos y conceptuales, sustentados en una lógica de tipo argumentativa y deductiva, según la cual se presentan aseveraciones generales o conclusivas, de las que se derivan otras aseveraciones que fundamentan la general. Estas elaboraciones conceptuales se caracterizan por una alta potencialidad para la generalización, apoyada en hipótesis teóricas, cuya aceptación o rechazo dependen de la validez interna y externa de las construcciones conceptuales y de su consistencia, coherencia y pertinencia. La invención, la generación y la creación conforman la acción intencional que guía el proceso de construcción del conocimiento en este enfoque. Por ello, más que descubrir, con este enfoque se busca producir sistemas, modelos y esquemas a partir de los cuales se pueda explicar el comportamiento de los fenómenos que se estudian.
Si bien en el enfoque epistemológico de tipo empirista e inductivo se acude a principios de medición y experimentación, articulando la visión de la realidad desde lenguajes estadísticos y matemáticos, en el racionalista los instrumentos de producción de conocimiento están sustentados en el razonamiento que puede evidenciarse a partir de los argumentos lógicos y convincentes. Al estar apoyado en procedimientos de la razón para el desarrollo de esquemas abstractos que evidencien la estructura de la realidad mediante el comportamiento de los hechos materiales y humanos, este enfoque se vale del conocido método deductivo, según el cual se producen conclusiones susceptibles de fundamentación en aseveraciones específicas que la apoyan. En cuanto a los procedimientos que se prefieren utilizar en este enfoque, se tienen las modelaciones teóricas, la configuración de sistemas conceptuales-explicativos y la generación de cartografías elaboradas a partir de relaciones de implicación, de colateralidad y de jerarquía.
Por último, el enfoque introspectivo-vivencial constituye, según la propuesta de Padrón (2000), la tercera de las formas y el conjunto de convicciones mediante las cuales se pueden abordar los fenómenos, no con el propósito de descubrirlos o razonarlos, sino con el objeto de comprenderlos, para develar el universo simbólico que los configuran. En palabras del autor, este enfoque también se conoce como psicologista, hermenéutico, interpretativo, cualitativo, entre otros. Considerando el primer criterio para clasificar el enfoque, el conocimiento es producto de la interacción intersubjetiva y del mundo de significaciones e interpretaciones de los mensajes presente en la estructura del mundo sociocultural. El conocimiento en este enfoque es más producto de la dialógica que se puede establecer entre diversos actores —mediados por condiciones y características socioculturales e históricas— que del diseño experimental o de las argumentaciones, derivadas del razonamiento, como es el caso de los enfoques empiristas y racionalistas respectivamente.
Si con el enfoque empirista se busca descubrir la frecuencia de ocurrencia de los hechos y con el racionalista se pretende la modelación de la realidad, con el introspectivo vivencial la meta es comprender los elementos en torno a los cuales se articulan los fenómenos. En este enfoque, es crucial el papel que cumple el lenguaje y las estrategias de interpretación y develamiento de la realidad. La ciencia se concibe como un poderoso instrumento para la emancipación del ser humano y para la transformación de la sociedad.
Ahora bien, se hace hincapié en la noción de sujeto como actor social, cuya comprensión del mundo es posible evidenciarla a partir del lenguaje y los mensajes verbales que reproducen la conciencia individual y colectiva, desde donde es posible también derivar las estructuras que subyacen en la realidad. Al conocimiento se llega a partir de la experiencia intersubjetiva y la capacidad interpretativa que los actores pueden desencadenar como producto de la toma de conciencia de su presencia en los contextos donde ocurren los hechos. El calificativo de vivencialista se da porque la relación sujeto-objeto no se realiza como en los enfoques empírico y racionalista, sino que esta relación entre quien estudia y quien forma parte de los escenarios en estudio se da de una manera simbiótica y recíproca, en la que ambos, sujetos investigadores y sujetos estudiados, se convierten en actores que resignifcan y reconstruyen su mundo fenoménico a partir de la experiencia vivida y compartida.
Tomando en cuenta los estilos de pensamiento estudiados y los enfoques epistemológicos, es evidente que una relación se complementa, en virtud de que cada estilo se corresponde con cada enfoque epistemológico. En síntesis, los estilos de pensamiento encarnan diversas estrategias cognitivas que permiten la materialización de cada enfoque.
De acuerdo con los estilos de pensamiento estudiados y los enfoques epistemológicos definidos, puede observarse entonces la relación que existe entre unos y otros, de modo que cada estilo de pensamiento corresponde a un enfoque epistemológico particular. En este sentido, Padrón (2000) señala que los enfoques epistemológicos y los estilos de pensamiento se corresponden uno a uno. De hecho, en muchos grupos de investigación o comunidades académicas prevalecen algunos de estos estilos y enfoques, y sobre esta base se han configurado las creencias y modelos de descubrimiento, explicación y comprensión de los problemas que se estudian. Es posible entonces llegar a la conclusión de que los estilos de pensamiento pueden derivarse de la misma clasificación de enfoques epistemológicos, tal como puede examinarse en una comparación entre las tablas 5 y 6.
Tabla 5. Enfoques epistemológicos
Fuente: Padrón (2000).