Doy veinte vueltas en la cama, pensando en todo y en nada, no me puedo dormir… Me pongo música, un poco de Liam Payne para regalarme los oídos. Sus canciones románticas me relajan bastante y al final me duermo.
—¡Ella, cariño! Pensaba que no me cogerías el teléfono. —Me ha despertado mi padre, pero ¿qué hora es? Lo miro y me levanto corriendo, Leopoldo me mata si llego tarde.
—¡Papá! Hola, perdona, supongo que ayer me olvidé de poner el despertador… Soy un desastre. —Y en realidad lo creo y lo confirmo, tantas distracciones en mi mente no son buenas.
—No digas eso… ¿Estás nerviosa?
—No, ¡todo saldrá muy bien! Vas a estar en la gala, ¿no? —Cómo miento… Sí, lo estoy y mucho, sobre todo porque como siga en la cama llegaré tarde, seguro.
—Claro, no me lo pierdo por nada del mundo. —Mi padre siempre está ahí para mí, siempre.
—Pues nos vemos luego, papá, te quiero.
—Y yo a ti, hija.
Llego al Palacio de la Música, me quedo asombrada de cuántos cantantes hay, me presentan a muchos de ellos, como a Alejandro Sánchez, Malena Verdú, David Becker entre otros, y me doy cuenta de que son gente normal y corriente como tú y como yo, son divertidos y me caen muy bien; de repente se acerca a mí Leopoldo y me dice que ha habido un contratiempo de última hora y que necesita que actúe con mi single.
Por lo visto Adeline Matius tenía que actuar pero no ha podido asistir al evento y en su lugar no tienen a nadie, por lo que ha pensado que puedo cantar mi single. Me preocupa que no salga perfecto, ya que no lo hemos grabado definitivamente, pero Leopoldo confía en que saldrá bien, me dice que Jordi me acompañará al piano y eso me da una cierta tranquilidad y una confianza que no esperaba tener.
Hay muchas actuaciones y todas me han gustado mucho, llega mi turno con Noah y todo sale muy bien, nos aplauden. Noah es conocido, yo no… Es normal, conforme va evolucionando la noche se van acercando a mí personalidades del mundo de la música y me felicitan, dicen que esperan ansiosos para oírme en solitario y comienzo a ponerme nerviosa.
—¿Qué tal, preciosa? —Jordi se sienta a mi lado—. No he tenido ni un minuto para estar contigo. ¿Estás bien?
—Sí… Bueno, algo nerviosa, no es lo mismo cantar con Noah, que está muy ensayado, a cantar yo sola.
—No te preocupes, Ella, lo harás genial. —Me coge de la mano y vamos hacia el escenario, es mi turno y tiemblo como un flan, noto como miles de fotógrafos sacan fotografías de nosotros y todavía me pongo más nerviosa, no estoy acostumbrada a ser el centro de atención.
El presentador anuncia mi entrada con naturalidad, me presenta como una brisa fresca y da a conocer mi single titulado No te vayas de mi lado.
La música del piano comienza a inundar la sala, en el escenario está Jordi, como si estuviera en el salón de su casa, desliza los dedos por las teclas como todo un experto, tranquilo, paciente… Y de repente aparezco entonando una dulce melodía, que les dedico a mis seres más queridos, pero sobre todo a Lucas.
En la canción le pido perdón, interpreto un papel, le canto a Jordi aunque en realidad creo que es Lucas, lo miro y le canto, con mi voz le acaricio, me mira solo a mí, no al teclado del piano. Me sonríe y me pierdo en su sonrisa, intensifico más mi canción, la letra me embriaga, le pido que vuelva conmigo, no una noche sino todas, que me perdone por los errores del pasado y que volvamos a ser felices, me mira y me traspasa con la mirada, algo en mí me dice que ojalá no estuviera tan enamorada de Lucas, porque Jordi podría ser la pareja perfecta que siempre he buscado, pero no tengo que olvidarme de que en el escenario interpretamos un papel. Todo este efecto es causado por la magia de la música.
Cuando termina la canción, me abraza y me besa en la frente, todos aplauden y mi padre está llorando… cómo no. Muchos me dicen cuando bajo que les he recordado a mi madre, están orgullosos de mí, el equipo es fantástico, y Leopoldo me dice que no tardarán en sacar mi disco, la noche de hoy promete bastante.
Leopoldo está encantado, voy a mi mesa y me encuentro con un ramo de rosas enorme, miro a Jordi que cuando lo ve deja de sonreír.
—No me mires que no es mío —parece un poco molesto, aunque le dura poco porque me abraza y me da la nota del ramo—.Venga, va, mira a ver quién es tu primer fan.
—Anda, dame, no me creo lo que veo. —Abro la nota para ver de quién será aunque creo que es de mi padre.
“Yo tampoco he dejado de quererte nunca”.
Me sorprendo tanto que me tengo que sentar. Siento que tengo la mirada perdida, y no sé si sonreír como una boba o llorar como una niña. Me decanto por lo primero porque delante de los medios es mejor no llorar, en mi estómago no revolotean mariposas, no, más bien hay un huracán.
—¿Qué, no me vas a contar de quién es? —pregunta Jordi curioso.
—Es… es… de Lucas.
Solo puedo decir eso, no sé dónde estará pero sí que sé algo, es imposible que esté en la otra punta del mundo. Tiene que estar aquí, volvió. Necesito averiguarlo pero ahora no es el momento.
Jordi se ha quedado tan alucinado como yo, me mira y mira el ramo, repite el mismo gesto varias veces y no sabe qué decir. Supongo que no esperaba que me atreviera a escribirle o esperaba un resultado muy diferente. Pues mira por donde va a resultar que voy a vivir la vida que he querido siempre con Lucas.
No dejo de pensar en él en toda la noche, me habla, contesto pero todo es muy mecánico, es como si mi mente estuviera en otro sitio. Y lo está, está pensando en todas las noches que pasé con Lucas, en la pasión, en el amor y estoy encantada con mi ramo.
—¿Vas a dejar de mirarlo? Lo vas a gastar.
«¿Pero qué coño le pasa a este ahora?»
—¿Qué dices? Oye, Jordi, ¿te has enfadado? Porque el que me dio pie a escribirle fuiste tú, además no sé por qué te enfadas.
—No estoy enfadado… Es solo que siento que ahora quizá cambies y no tengas tiempo para mí. Bueno no sé cómo explicártelo, cuando estoy contigo todo es distinto. —Es extraño, pero yo siento lo mismo.
—Jordi, solo es un ramo de rosas, no es una petición de matrimonio, no pienses que dejaré de estar con mis amigos, además ahora mi vida está cambiando mucho, pero intentaré sacar tiempo para todo, en serio, te lo prometo.
—Me dejas más aliviado.
«No le creo nada…».
—Pero es todo muy raro… no me ha puesto ni dónde está ni nada. ¿Cómo sabía dónde mandarme el ramo? Tengo que hablar con él, porque no sé qué significa esto.
—Bueno, Ella, tranquila, que si ha sabido donde mandarte el ramo creo que también sabrá dónde encontrarte. Es una pena porque creí que podríamos pasar la noche juntos, para celebrar tu éxito y eso… —Creo que en mente tenía otra cosa no solo celebrar mi éxito…
—Jordi, lo siento, prefiero irme a casa y pensar, no te enfadas, ¿no? —Espero que no se enfade porque con él me lo paso estupendamente y no quiero perder eso. Tengo unos sentimientos bastante contradictorios.
—No, tranquila, llámame mañana y me lo cuentas todo, ¿vale?
—¡Hecho!