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Asunto: La esperanza es lo último que se pierde
Querida Ella,
No sé ni por dónde empezar… Llevo tantos años esperando ese mensaje… Tenemos que hablar, ponernos al día, en mi vida al igual que en la tuya han pasado muchas cosas, pero te diré que siempre me he arrepentido de todo lo que te dije. Entendí que me borraras de tu vida porque necesitabas hacerlo.
Siempre tuve la esperanza de que algún día decidiríamos enterrar el hacha de guerra y podríamos volver a estar juntos, quiero que sepas que siempre fuiste mi prioridad, a pesar de estar con Beth, pero yo no parecía ser la tuya y tuve que avanzar, nunca pensé que la vida nos fuera a dar otra oportunidad a pesar de que nunca perdí la esperanza.
Espero que no te haya incomodado mi ramo, aunque parecía que el chico que estaba junto a ti sí que lo estaba, no quería espiarte, pero no tenía planes esta noche y he decidido acudir a la gala para verte.
Viajo bastante a Madrid por trabajo y justamente esta semana estoy aquí, si quieres podemos vernos y ponernos al día, creo que ambos tenemos que hablar de muchas cosas.
Espero tu respuesta impaciente, siempre tuyo.
Lucas.
No tardo en contestarle, y quedo con él al día siguiente en mi bar, porque tengo cosas que hacer, pero sé que ahí estaremos solos, podremos hablar y ponernos al día.
Por su mensaje puedo entender que ha pensado tanto en mí en estos últimos años como yo en él y no sé qué esperar, no quiero precipitarme. Yo ahora estoy bien como estoy, pero no quiero cerrar una puerta con Lucas porque es el amor de mi vida.
Aunque últimamente con Jordi tengo un no sé qué especial… que para nada es romántico… ¿O sí? No, para nada.
Él no quiere una relación y yo la que quiero es con Lucas, él lo sabe y yo también, lo nuestro es un rollo amigos con derecho a roce y ambos estamos contentos, pero tengo que decirte que cuando se queda en casa a dormir y me abraza me siento como en otro mundo y no quiero que ese momento acabe, a veces cuando estamos en el estudio nos miramos sabiendo que el día antes hemos estado juntos y nos comunicamos con la mirada, además puedo hablar con él de lo que sea, es raro acabar de follar con un tío y hablarle de otro, pero estamos muy bien.
Aunque hoy me ha descolocado un poco su actitud, porque parece incómodo ante la posibilidad de que yo comience una relación con Lucas, sabe que si eso ocurre se le acabará el derecho a roce, pero no creo que sea solo eso, él está muy bueno y puede tener a la chica que quiera, no hay más que verlo cuando salimos de fiesta, todas se le acercan… es como si tuviera un imán para cualquier mujer, menos conmigo, aunque no sé cómo lo hacemos que siempre que salimos terminamos la noche juntos.
Y por fin llega ese día tan esperado, estoy en mi bar, mi ropa es la de siempre, aunque quizá la camiseta es un poco más escotada de las que suelo llevar a diario, estoy colocando botellas en los estantes, cuando de repente escucho cómo entran por la puerta. Me giro lentamente con miedo y ahí está él… Sigue exactamente igual que el día que lo acompañé al aeropuerto, lleva una camiseta de tirantes y unas bermudas, los músculos se le marcan por toda la camiseta, lleva el pelo muy corto, moreno, sus ojos marrones me miran y por un momento nos quedamos mirándonos como dos tontos sin saber qué decir.
—Así que este es tu bar, es muy bonito… ¡Ella estás guapísima! —Lucas por fin se ha arrancado.
—Sí, este es mi bar, ¿te gusta el nombre?
—Sí, me encanta, es muy tuyo, la familia, lo que siempre te ha importado por encima de todo, me alegro de que tengas este proyecto aunque ahora estés con la música.
—Sí, yo también, porque no sé cómo me irá; lo cierto es que estoy muy ilusionada con todo, mi vida ha dado un cambio radical, solo me faltabas tú para que fuera perfecta. —Lo he visto y lo he tenido claro, quiero esa relación seria, casarme y tener una familia, lo quiero todo con él, porque después de tantos años no he dejado de amarle nunca.
—Ella, sobre nosotros… Tenemos que hablar. —No me gusta nada cómo suena eso. —Bueno, es que han pasado cuatro años, los sentimientos no han cambiado pero la vida… Eso es otra cosa. Verás, yo vivo en Nueva York, trabajo en una multinacional del sector de las telecomunicaciones, soy el subdirector y eso es lo que me hace viajar tanto a Madrid. Normalmente estoy aquí una semana al mes, porque tenemos una sede y tengo que supervisarla.
»Yo… Joder, es difícil, no sé por dónde empezar… Cuando nos peleamos, lo sentí al día siguiente, pero tú ya me habías bloqueado en las redes sociales y demás y pensé que en un tiempo me pedirías perdón, que se te pasaría, que te darías cuenta de que estábamos hechos el uno para el otro. Pero no fue así, y yo fui un cobarde por no volver a España. Pero en aquel momento acababa de conocer a Beth y yo tampoco veía las cosas con claridad… Con el tiempo todo eso cambió, pasaron cosas y ya no pude volver… Decidí quedarme allí e intentar olvidarte pero nunca he podido.
No sé cómo me siento exactamente, entiendo lo que me dice porque a mí me ha pasado lo mismo, nunca le he olvidado aunque haya estado con otras personas. Y supongo que cuando alguien nuevo entra en tu vida ya no ves más allá, pero necesito saber hacia dónde nos va a llevar esto. Solo viene aquí una semana al mes, de momento creo que podría bastarme, aunque si la cosa se pone seria querría más. Supongo que podría trasladarse, es el subdirector de la empresa, ¿no? O podría trasladarme yo.
«Ella para el carro que te emocionas, te ha dicho que no te ha olvidado, pero no te ha prometido amor eterno, de momento».
Mi mente como siempre poniéndome en mi sitio… Noto cómo me mira y me acaricia la mejilla, su mirada y la mía conectan de nuevo pero no es tan especial como lo esperaba, deben de ser los nervios que llevo encima.
—Ella… Yo te quiero, te quiero desde que te conocí y quiero estar contigo, no hay nada que quiera más en este momento que estar a tu lado. —Nos miramos de nuevo y no puedo evitarlo, nos besamos. Ese beso es tan intenso y tan ansiado que me puedo perder en él durante un año y no volver.
Poco a poco desliza su mano por mi espalda y suavemente me acaricia, me abraza y no me suelta en ningún momento, el beso se vuelve más intenso, estamos muy a gusto, pero decido pararlo, este no es el lugar, así que decido cerrar el bar e ir a mi casa, que por suerte está muy cerca.
Cuando llegamos a mi casa estamos abrazados y no deja de darme besos, qué bien saben sus besos, llevaba tanto tiempo sin saborearlos… En este momento no puedo pensar en nada, solo puedo pensar en él y en mí. No existe nada más. Y pasa lo que tiene que pasar… Llegamos a la cama y no es solo sexo, en esta ocasión hay amor, mucho amor, los dos nos acariciamos y besamos, sin dejar de mirarnos, de sentirnos, de desearnos como nunca lo habíamos hecho, sus caricias se intensifican en mi piel y me pongo encima de él, me dejo acariciar y poco a poco me acoplo a él, le dejo penetrarme, suave y dulcemente, comienza a moverse y nos acompasamos el uno al otro, es como si nunca hubiéramos estado separados, poco a poco vamos haciendo el espacio nuestro y no dejamos de decirnos lo mucho que nos hemos echado de menos. No quiero que este momento termine nunca… Mi teléfono suena en ese preciso instante, lo ignoro, obviamente, continuamos y ambos ardemos de placer, llegamos al clímax y seguimos besándonos, no queremos separarnos por nada del mundo.
—Ella no has cambiado nada, me encantas, me vuelves loco, te juro que nunca nadie se podrá comparar contigo. Te he echado de menos. —Me mira raro, no sé descifrar sus sentimientos, es nostalgia, lo dice como si lo que ha pasado no se fuera a repetir, no sé lo que siento en este momento.
—Lucas, te noto raro. ¿Te arrepientes de lo que hemos hecho? No te entiendo… No tienes que compararme con nadie, yo solo quiero