Radzyń Podlaski es un pueblo apenas más grande que Parczew e igual de insignificante. Audrey estaciona delante del castillo. Tenemos cita con el director del archivo. Gracias a él, estamos tras una pista prometedora: las actas del juzgado de paz de Parczew, es decir, del tribunal local, encargado de los asuntos más nimios, injurias, riñas entre borrachos, etc. Bajamos a un sótano abovedado de ladrillo a la vista, con planisferios en ruso y mesas de fórmica. Son las 16, la sala de lectura cierra en breve. Es mi último día en Polonia, esta misma tarde regresamos a Varsovia y mañana me tomo el avión de vuelta. Audrey y yo llenamos decenas de fichas, una tras otra, para consultar los registros del juzgado de paz entre 1931 y 1936: nombre del lector, fecha, tema de investigación, designación del fondo, datos del libro, número de artículo. Diez minutos más tarde, el bedel vuelve con cajas que apoya con fuerza sobre la mesa. Hurgamos febrilmente entre los fajos, pero el tiempo apremia, el empleado ya está mirando el reloj. Un registro con tapa marmolada blanco y negro, Repertorium Kg. Sqdu Grodzkiego w Parczewie, 1933-1934. Índice de contenido. Columna de la “J”. Hay cinco referencias a Jablonka, de las cuales cuatro son relativas a 1933. Me remito a ellas con prisa, pero el registro es enorme, me cuesta manejarlo, me tiemblan las manos. Ahí estamos. Página 57, caso 538 registrado el 18 de agosto de 1933, 18 prevenidos, Mates Jablonka, Kuna Niski, Dawid Szklarz y otros, artículo 251 del Código Penal, el tribunal ha decidido... Audrey apenas tiene tiempo de traducirme la parte superior de la página que ya tenemos que salir, la sala cierra, ya nos concedieron quince minutos de tolerancia. Mucho tiempo después, recibiré las fotocopias en París.16 Los párrafos que siguen son fruto de esa fuente, cruzada con los informes de policía confidenciales sobre el “movimiento subversivo y sindicalista” de la región de Wlodawa y con el expediente judicial de mi abuelo, conservado en el Archivo de Actas Nuevas en Varsovia.
El 18 de agosto de 1933, Mates es detenido en compañía de 17 camaradas a quienes entrenó para la preparación de “una acción terrorista contra los miembros de una organización sionista”. No sé qué es lo que tramaron exactamente, pero su delito encuadra en el artículo 251 del Código Penal, el cual sanciona el hecho de forzar a otro “mediante violencia o amenazas ilícitas”.17 En uno de los folios secuestrados en su domicilio, Mates enumera sus quejas contra el sionismo: en 1932, cerca de Jerusalén, Ben Gurion hace echar a los albañiles árabes de las obras con ayuda del servicio de orden y la policía inglesa; ningún oficio árabe está representado en la Histadrut, la central sindical judía; miles de emigrantes, engañados por los “predicadores” que surcan Polonia vendiendo pamplinas sobre el “país afortunado”, sólo encuentran allí miseria y deben aceptar cualquier faena para alimentar a su familia. El sionismo, prosigue Mates, “se imagina que es una respuesta a las preguntas judías”, cuando en realidad es una diversión a la que se le suma un anacronismo:18 un Estado judío fruto del nacionalismo pequeñoburgués haría renacer la explotación y la opresión de las que, precisamente, hay que liberarse. La verdadera solución, mucho más realista que las quimeras sionistas, es la Revolución; lo universal contra la alienación judía.
Los sionistas descarrían al proletariado judío, lo cual explica por qué los comunistas les reservan sus “acciones terroristas”. En Parczew, como en otros sitios, esas agresiones son moneda corriente. El Yizker Bukh cuenta que sionistas y comunistas se matan en las bodas para decidir a qué causa irá a parar la subasta del pastel de la novia: ¿compra de tierras en Palestina o presos políticos? A falta de invectivas, se llega a una solución de compromiso, mitad y mitad. Pero las querellas no siempre se arreglan de común acuerdo. En 1930, durante la fiesta de Lag Ba Omer, un grupo de sionistas es atacado con garrotazos, limas y botellas de arena por un grupo de “sindicalistas” al cual quizá ya pertenecían Mates, Hershl, Henya y los demás (Gottesdiner-Rabinovitch, 1977; Zahav, 1977: 112).
Mientras que el tribunal de Parczew condena a Mates a seis meses de prisión y a 20 zlotys de multa, sus coacusados son castigados con menos severidad: ¡a tal señor, tal honor! El 6 de octubre de 1933, Mates es otra vez llevado ante el tribunal de Parczew, esta vez por “deterioro de bienes ajenos”: ¿habrá pegado un afiche sobre la fachada de un negocio? Los arrestos son enérgicos, puesto que Mates también es inculpado por “ultraje a funcionario” y condenado a dos meses de prisión:19 ¿habrá desafiado a la policía como en el episodio de clausura del baño familiar?
Gracias al juego de las apelaciones, Mates permanece libre. Proceso, condena, rumor público que censura a un comunista impío y antipatriota, advertencias de la familia, Simje desde Buenos Aires, Reizl desde Chelm, no hay caso: Mates sólo tiene ojos para un “porvenir luminoso”. Y se muestra particularmente persuasivo. Un informe policial nos informa que, “el 18 de noviembre [1933], a las 17 horas, en Parczew, calle 11 de Noviembre, Mates Jablonka, [...] domiciliado en Parczew, calle Amplia 33, miembro del comité local de la KZMP, organizó una manifestación comunista. Alrededor de cuarenta jóvenes judíos participaron en ella. Durante la manifestación, Mates Jablonka tomó la palabra en idioma judío, el contenido de lo dicho permanece indeterminado. También vitoreó los siguientes eslóganes: ‘¡Abajo el gobierno! ¡Abajo los tribunales excepcionales! ¡Abajo la policía! ¡Viva el comunismo!’”.20
El hecho de pasar del “idioma judío”, el ídish, que el oficial infiltrado entre la muchedumbre no comprende, al polaco, textualmente citado en el informe, brinda una información importante: el orador es bilingüe, pero arenga principalmente en ídish. Como Lenin estaba convencido de que los judíos no formaban una nacionalidad, y como el KPP es una organización centralizada en la cual los individuos no gozan de autonomía alguna, el movimiento comunista polaco sólo puede expresarse en polaco. Pero la calle judía tiene tal potencial, constituye tal semillero revolucionario, que en ciertos casos es aceptable hacer propaganda en ídish (Traverso, 1990: 145-147; Mishkinsky, 1989). Flexibilidad dentro de la rigidez. A partir de entonces, el KPP puede operar en los entornos judíos, y esa acción en el terreno incumbe a comités locales coordinados por una oficina central judía. En 1931, por ejemplo, el Comité Central se inquieta por la debilidad del Partido ante la pequeña burguesía judía y las masas empobrecidas, de modo que la oficina central judía recibe la orden de redoblar esfuerzos denunciando el cierre de escuelas judías, los pogromos, etc. (Weinstock, 1986: 105-110). En su calidad de comunista, Mates es hostil a las aspiraciones nacionales judías, sin embargo, tiene apego por su idioma materno y permanece cerca de las masas a quienes se dirige.
Detrás de la chatura burocrática del informe, se adivinan cuarenta jóvenes rabiosos, entre los cuales acaso figuren Idesa, Hershl, Henya, Mayer Rapoport, Icek Sznajder, Abram Fiszman y Malka Milechsberg, una pequeña asamblea que vibra al oír al orador. ¿Qué dice Mates? Sus palabras han echado vuelo. Quizá dice que estamos en el crepúsculo de la civilización capitalista; que los especuladores alemanes y su jefe de bando, Hitler, preparan la guerra; que las huelgas estallan en toda Europa y Estados Unidos; que la Unión Soviética es el único país del mundo donde no hay ni crisis ni desempleo; que ahí ya no hay divisiones nacionales ni antisemitismo, ni aprovechadores; que todos pueden comer hasta saciarse; que el analfabetismo está por desaparecer; que el Plan Quinquenal arroja un crecimiento del 20% anual; que explota la producción de hulla, electricidad, petróleo, acero, tractores, locomotoras, cereales; que la Unión Soviética es una fortaleza que no sólo hay que defender sino visitar, cueste lo que cueste. Tal vez agrega que los camaradas se están muriendo de frío en la fortaleza de Brisk, pero que el fascista Pilsudski jamás podrá impedir la Revolución. La asamblea no aplaude, prefiere la discreción, pero los mentones aprueban, los ojos brillan. Y el joven líder ejecuta la estocada final en polaco –certeza del archivo: “¡Abajo el gobierno! ¡Abajo los tribunales excepcionales! ¡Viva el comunismo!”–.