Historia de los abuelos que no tuve. Ivan Jablonka. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ivan Jablonka
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789875994478
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de la región del Limousin. En la entreguerras, los judíos polacos padecen expropiaciones, discriminaciones fiscales, exclusión de las licitaciones públicas, númerus clausus en la universidad, despidos de la función pública y de diversos sectores de la economía. En 1932, el Dr. Thon, rabino y presidente del Círculo Judío en la Cámara, menciona “la desesperación total de la juventud judía, que no ve futuro alguno delante de sí, puesto que los judíos son eliminados de todos los ámbitos de la actividad económica” (Korzec, 1980: 213). Esos jóvenes, pertenecientes a la clase obrera o a la pequeña burguesía empobrecida, arraigados en el mundo secular ídish, se unen masivamente al KPP. Las autoridades locales tienen conciencia de ello, como lo indica un informe de 1927: “En las ciudades, particularmente en Parczew y Wlodawa, el movimiento del KPP es marcadamente clandestino, recluta en el ámbito de la juventud obrera judía, pero no penetra entre los judíos de mayor edad ni en los artesanos y pequeños comerciantes”4. En 1933, mientras que Polonia se ve golpeada de frente por la crisis, los efectivos del KPP y sus organizaciones satélite se elevan a 30.000 militantes, lo cual no es desdeñable habida cuenta de la represión que recae sobre ellos. En Parczew, son entre cien y doscientos (Schatz, 1991: 83; Horoch y otros, 2001: 213-214).

      Hasta aquí, todo puede parecer trivial: unos jóvenes trabajadores pobres se entregan en cuerpo y alma al Partido. Pero para acceder a una correcta lectura de la situación, hay que apartarse de los estereotipos franceses –los campesinos de la región roja del Midi, el metalúrgico de Billancourt, los camaradas que venden L’Humanité en un mercado de los suburbios rojos de París. Pues si bien es obvio que para millones de personas en el siglo xx el comunismo es un modo de vida y, a la vez, un acto de fe, también cabe entender que Mates e Idesa asumen un riesgo enorme. En los años treinta, los comunistas polacos corren el peligro de pasar varios años en la cárcel, en la edad en que otros se pasean del brazo de sus novias y ahorran con el fin de establecerse. Al entrar en el Partido, sus miembros aceptan no sólo sacrificar su persona por la revolución, sino también cortarse de todo y de todos, cumplir con la transgresión suprema, aquella que no se perdona: el militante del KPP es el hombre del cuchillo entre los dientes, el bandido, el enemigo de la nación, el secuaz de esa Rusia que tanto tiempo subordinó a Polonia y que, derrotada por los ejércitos de Pilsudski en 1921, sólo piensa en vengarse. Lógicamente, los comunistas son odiados por todo el mundo y su internacionalismo es visto como una pura traición. ¿Y si por añadidura estos fueran judíos? ¿Y si el Satán escarlata también tuviera nariz ganchuda? Entonces eso se llama zydo-komuna, “complot judeo-comunista”, hidra vomitada por el infierno, y se lo ha de aplastar sin piedad.

      Mates no es el único que se entusiasma. En Francia, los comunistas quedan boquiabiertos frente a las proezas de Stalin. En La colectivización de los campos soviéticos (Miglioli, 1934: 277), a partir de cifras similares, un italiano saluda “el ímpetu y el heroísmo admirables” con que las poblaciones de la Unión Soviética cumplieron su cometido.

      Mientras que la Unión Soviética pasa de un éxito a otro, los países capitalistas, agotados por una guerra mundial que resultó en nueve millones de muertos, se hunden en la crisis de Wall Street. En otra foja, Mates observa los recientes desarrollos de la lucha de clases en Europa y Estados Unidos:

      Una marcha del hambre en Londres.

      Estados Unidos. Una huelga de mineros en Nueva York. Una marcha de veteranos [...].

      Alemania. Huelgas en la industria química.

      España. Huelgas de soldados.

      Viena. Una marcha del hambre de los desocupados.

      Checoeslovaquia. Luchas con los campesinos.

      Polonia. Huelgas. Luchas.

      ¿Qué nos enseñan esas luchas? Estamos en un enfrentamiento decisivo, una guerra mundial.