La espiritualidad puritana y reformada. Joel Beeke. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Joel Beeke
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9781629461557
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con una mente espiritual puede aprender rápidamente a espiritualizar las cosas naturales, pues sus deseos son contrarios a los de aquéllos que tienen una mente mundana, que carnalizan incluso las cosas espirituales.337Como escribió Manton: “Un corazón gracioso es como un alambique: puede destilar meditaciones útiles de todas las cosas con las que se encuentra. Así como ve todas las cosas en Dios, ve a Dios en todas las cosas”.338

      Casi todos los libros puritanos sobre la meditación mencionan la meditación ocasional. Algunos puritanos, como William Spurstowe, Thomas Taylor, Edward Bury y Henry Lukin escribieron libros enteros de meditaciones ocasionales.339

      La meditación ocasional tiene sus peligros, sin embargo. El obispo Joseph Hall advirtió de que, cuando se dejan sin freno, estas meditaciones pueden extraviarse fácilmente de la Palabra y hacerse supersticiosas, como fue el caso de la espiritualidad católico-romana.340 La imaginación debe ser frenada por la Sagrada Escritura.

      Los puritanos difirieron entre sí acerca de cuán lejos se había de llegar con estas meditaciones. En The Pilgrim’s Progress and Traditions in Puritan Meditation, U. Milo Kaufmann dijo que había dos tradiciones divergentes en la meditación puritana. Dijo que Joseph Hall, un puritano moderado en orientación teológica, aunque no en sistema de gobierno eclesiástico, lideró el desarrollo de la literatura sobre la meditación entre los puritanos mediante su obra Art of Divine Meditation, publicada en 1606 por primera vez. Hall frenó la imaginación en la meditación, limitándola al contenido de la Palabra. Esto influyó enormemente en Isaac Ambrose y Thomas Hooker, que escribieron en los años 50 del siglo XVII, y a John Owen y Edmund Calamy, que escribieron una generación más tarde. Kaufmann afirmó que, a diferencia de los escritores católico-romanos, no era “probable que [la mayoría de los puritanos] meditara en sucesos de la vida de Cristo sino, más bien, en doctrinas o proposiciones específicas de la Escritura”.341

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      Richard Sibbes

      Según Kaufmann, Richard Sibbes y Richard Baxter rompieron con esta tradición al recomendar la meditación en los sacramentos y el cielo. Sibbes, en particular, afirmó que, aunque el alma puede recibir mucho daño de la imaginación desenfrenada, también puede “obtener mucho bien de ella”. Representar las cosas celestiales en términos terrenales, como, por ejemplo, presentar el reino de los cielos en términos de un banquete y unión con Cristo en casamiento, ofrecía “un enorme campo por donde andar nuestra imaginación…con gran cantidad de ganancia espiritual”, escribió Sibbes.342Kaufmann creía que Baxter, al enfatizar la imaginación comparando objetos sensitivos con objetos de fe estaba siendo influido por The Soul’s Conflict de Sibbes. Por su parte, John Bunnyan se animó a escribir El progreso del peregrino, en el que aplicó su imaginación a una gran variedad de temas que afectaban al peregrinaje espiritual del creyente.343

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      Richard Baxter

      Aunque la valoración de Haufmann contiene parte de verdad, hay en él muy poca apreciación del temor puritano a permitir que la imaginación adquiriese un libre reinado, al margen de la Escritura. Los puritanos tenían razón en temer los excesos de Anselmo, Ignacio de Loyola y otros católico romanos, visualizando las historias del evangelio –particularmente el arresto, juicio, crucifixión y resurrección de Cristo– para dar rienda suelta a la imaginación a través de los cinco sentidos.344 Además, la valoración negativa que Kaufmann hace de Hall y Ambrose no tiene en cuenta la notable libertad que ambos escritores dieron a la imaginación y uso de los sentidos a partir de la Escritura.345Contemplations de Hall y Looking Unto Jesus de Ambrose se entregaron totalmente a la meditación sin traspasar los límites de la Escritura. Este equilibrio es crucial en la tradición puritana y, como tal, los puritanos sirven como mentores respecto al modo en que podemos usar la imaginación santificada.346

      El tipo de meditación más importante es la meditación diaria y deliberada, en la que nos ocupamos en horas prefijadas. Calamy dijo que la meditación deliberada toma lugar “cuando un hombre aparta…un tiempo y entra en un aposento privado, o da un paseo privado, y allí medita deliberadamente en las cosas del cielo”. Esta deliberación se posa en Dios, Cristo y la verdad, al igual que “la abeja que se posa y hace morada en la flor, para absorber toda la dulzura”. “Es un acto en que el alma se refleja a sí misma, por medio del cual es traída a sí misma, y considera todas las cosas que conoce” sobre la materia, incluyendo sus “causas, frutos (y) propiedades”.347

      Thomas White dijo que la meditación deliberada bebe de cuatro fuentes: la Escritura, las verdades prácticas del cristianismo, las ocasiones providenciales (experiencias) y los sermones. Los sermones son campos particularmente fértiles para la meditación. Como escribió White: “Es mejor oír sólo un sermón y meditar en él, que oír dos sermones y no meditar en ninguno”.348

      Algunos puritanos dividieron la meditación deliberada en dos partes: la meditación que es directa y se centra en el objeto sobre el que se medita, y la meditación que es reflexiva (en ambos sentidos de la palabra) y se centra en la persona que medita. La meditación directa es “un acto de la parte contemplativa del entendimiento”, mientras que la meditación reflexiva es “un acto de la conciencia”. La meditación directa ilumina la mente con conocimiento, mientras que la meditación reflexiva llena el corazón de bondad.

      La meditación deliberada puede ser dogmática, teniendo la Palabra como objeto, o práctica, teniendo nuestras vidas como objeto.349 Thomas Rouge combinó varios aspectos de la meditación deliberada al escribir: “Una meditación prefijada y deliberada es una seria aplicación de la mente a alguna materia espiritual o celestial, disertando sobre ella contigo mismo, con la finalidad de que tu corazón se enardezca, tus afectos se aviven y tus propósitos se eleven a un mayor amor de Dios, odio del pecado, etc.”.350

      Richard Baxter dijo que la meditación “prefijada y solemne ”difiere de la meditación “ocasional y superficial” tanto como los tiempos señalados para la oración difieren de las oraciones espontáneas pronunciadas en medio de las ocupaciones diarias.351 Ambos tipos de meditación son esenciales para la piedad. Sirven tanto para las necesidades de la cabeza como para las del corazón.352Sin la aplicación del corazón, la meditación no es más que estudio. Como escribió Thomas Watson: “El estudio es el descubrimiento de una verdad, la meditación es la mejora espiritual de una verdad; uno busca el filón de oro, el otro saca el oro. El estudio es como un sol de invierno que tiene poco calor e influencia; la meditación…funde el corazón cuando está helado y lo hace derramarse en lágrimas de amor”.353

       El Deber y la Necesidad de la Meditación

      Los puritanos acentuaron la necesidad de la meditación. Dijeron que, en primer lugar, Dios nos ordena meditar en su Palabra. Esto solo debería ser suficiente razón. Citan numerosos textos bíblicos (Dt. 6:7; 32:46; Sal. 19:14; 49:3; 63:3; 94:19; 119:11, 15, 23, 28, 93, 99; 143:5; Lc. 2:19; 4:44; Jn. 4:24; Ef. 1:18; 1 Tim. 4:13; He. 3:1) y ejemplos (Melquisedec, Isaac, Moisés, Josué, David, María, Pablo, Timoteo). Cuando no meditamos, tenemos en poco a Dios y su Palabra y revelamos que no somos piadosos (Sal. 1:2).

      En segundo lugar, deberíamos meditar en la Palabra como si fuera una carta que Dios nos ha escrito. “No debemos acercarnos a ella con prisa, sino meditar en la sabiduría de Dios al redactarla y en su amor al enviárnosla”, escribió Thomas Watson.354Esta meditación inflamará nuestros afectos y amor hacia Dios. Como dijo David: “Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, y meditaré en tus estatutos” (Sal. 119:48).

      En tercer lugar, no se puede ser un cristiano sólido sin meditar. Como dijo Thomas Manton: “La fe es flaca y pronta a desfallecer a menos que se alimente con continua meditación en las promesas. Como dice David (Sal. 119:92): ‘Si tu ley un hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción