La espiritualidad puritana y reformada. Joel Beeke. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Joel Beeke
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9781629461557
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la obra de sus manos.

      Finalmente, cobrad ánimo del enfoque de Calvino de “la puerta abierta”. ¿No erramos gastando nuestras energías en intentar abrir puertas que Dios ha cerrado? ¿No deberíamos, más bien, orar más para que se abran nuevas puertas a nuestro ministerio? ¿No deberíamos pedir la guía de Dios para reconocer qué puertas están abiertas y, por su fuerza, atravesarlas? Dios nos dé gracia no para guiarlo, sino más bien para seguirlo en toda nuestra obra evangelizadora. ¿No es el corazón mismo de la evangelización reformada seguir a Dios antes que intentar guiarlo?

      Pueda el Señor Jesús decir de nosotros lo que dijo a la iglesia de Filadelfia en Apocalipsis 3:8: “Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi Palabra, y no has negado mi nombre”.

      De esto se trata la evangelización reformada de Calvino, y de esto debe tratarse nuestra evangelización. Dios nos ayude a ser verdaderos a su nombre y obedientes a su Palabra, buscar las puertas que abrirá ante nosotros, y orar con Calvino: Ayúdanos a solicitarte cada día en nuestras oraciones, y a no dudar jamás que, bajo el gobierno de tu Cristo, puedes volver a reunir a todo el mundo…, cuando Cristo ejercerá el poder que le ha sido dado para nuestra salvación y para la de todo el mundo”.323

      “La meditación aplica, la meditación sana, la meditación instruye.” –Ezekiel Culverwell324

      El crecimiento espiritual se intenciona como parte de la vida cristiana de los creyentes. Pedro exhorta a los creyentes a “crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pe. 3:18). El Catecismo de Heidelberg dice que los verdaderos cristianos son miembros de Cristo por la fe y participación de su unción. Por el poder de Cristo, son resucitados a una nueva vida y tienen el Espíritu Santo, que les es dado como arras. Por el poder del Espíritu, “buscan las cosas de arriba” (Col. 3.1). Sólo puede esperarse crecimiento espiritual, ya que “es imposible que aquéllos que son implantados en Cristo con fe verdadera no den los frutos de agradecimiento”.325

      Un obstáculo para el crecimiento de los cristianos de hoy es la falta de cultivación del conocimiento espiritual. Somos faltos en dar el tiempo suficiente a la oración y la lectura de la Biblia, y hemos abandonado la práctica de la meditación. ¡Cuán trágico es que la misma palabra “meditación”, en otro tiempo considerada una disciplina central del cristianismo y “una preparación crucial para, y adjunta a, la tarea de la oración”, sea ahora asociada a una espiritualidad New Age no bíblica. Con razón criticamos a quienes se involucran en la meditación trascendental y otros ejercicios que relajan la mente, porque estas prácticas están relacionadas con religiones falsas, como el budismo y el hinduismo, y no tienen nada que ver con la Escritura. Tales formas de meditación se centran en vaciar la mente para desconectar del mundo y unirse a la llamada Mente Cósmica –no acercarse, escuchar y estar activo para un Dios vivo y personal–. Sin embargo, podemos aprender de tales personas la importancia de la serena reflexión y prolongada meditación.326

      Hubo un tiempo en que la Iglesia cristiana estaba profundamente involucrada en la meditación bíblica, lo cual implicaba separación del pecado y acercamiento a Dios y a nuestro prójimo. En la época puritana, numerosos ministros predicaron y escribieron sobre cómo meditar.327En este capítulo, miraremos el arte puritano de la meditación, considerando la naturaleza, deber, modo, temas, beneficios, obstáculos y auto-examen de la meditación.328Con los puritanos como mentores, quizás podamos recuperar la práctica bíblica de la meditación para nuestro tiempo.

       Definición, Naturaleza y Tipos de Meditación

      La palabra “meditar” o “musitar” significa “pensar en” o “reflexionar”. “En mi meditación se encendió fuego”, dijo David (Sal. 39:3). También significa “murmurar, hablar entre dientes, hacer sonido con la boca… Implica lo que expresamos hablándonos a nosotros mismos”.329Esta meditación supone recitarse a sí mismo, en tono bajo, pasajes de la Escritura que se han memorizado.

      La Biblia habla a menudo de meditación. “Había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde”, dice Génesis 24:63. A pesar de la exigente tarea de Josué de supervisar la conquista de Canaán, el Señor le ordenó que meditara en el libro de la ley día y noche, para que pudiese hacer todo lo que estaba escrito en él (Jos. 1:8). El término “meditación”, sin embargo, ocurre con más frecuencia en los Salmos que en todos los demás libros de la Biblia juntos. El salmo 1 llama bienaventurado al varón cuya delicia está en la ley de Jehová, y en su ley medita de día y de noche. En el salmo 63:6, David habla de acordarse de Dios en su lecho y meditar en Él en las vigilias de la noche. El salmo 119:148 dice: “Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche, para meditar en tus mandamientos”.330

      Pensar, reflexionar o musitar presupone un tema en que meditar. La meditación formal implica temas de peso. Por ejemplo, los filósofos meditan en conceptos como la materia y el universo, mientras que los teólogos reflexionan sobre Dios, los decretos eternos y la voluntad del hombre.

      Los puritanos jamás se cansaron de decir que la meditación bíblica implica pensar en el Dios trino y su Palabra. Anclando la meditación en la Palabra viva, Jesucristo, y en la Palabra escrita, la Biblia, los puritanos se distanciaron del tipo de espiritualidad falaz o misticismo que acentúa la contemplación a expensas de la acción, y acude a la imaginación a expensas del contenido bíblico.

      Para los puritanos, la meditación ejercita tanto la mente como el corazón. El que medita se aproxima a una cuestión con su intelecto a la vez que con sus afectos. Thomas Watson definió la meditación como “un santo ejercicio de la mente por el que traemos a la memoria las verdades de Dios y, con seriedad, reflexionamos sobre ellas y nos las aplicamos”.331

      Edmund Calamy escribió: “La verdadera meditación es cuando un hombre medita en Cristo de tal manera que logra que su corazón se inflame del amor de Cristo; medita en las verdades de Dios de tal manera que se transforma en ellas; y medita en el pecado de tal manera que logra que su corazón aborrezca el pecado”. Siguió diciendo que, para hacer bien, la meditación debe entrar por tres puertas: la puerta del entendimiento, la puerta del corazón y los afectos, y la puerta de la vida práctica. “Debes meditar en Dios de tal manera que camines como Dios camina; y meditar en Cristo de tal manera que lo tengas en gran estima y vivas en obediencia a Él”.332

      La meditación era un deber diario que potenciaba todos los demás deberes de la vida cristiana del puritano. Así como el aceite lubrica un motor, la meditación facilita el diligente uso de los medios de gracia (la lectura de la Escritura, la audición de sermones, la oración y todas las demás ordenanzas de Cristo),333acentúa las marcas de la gracia (arrepentimiento, fe, humildad) y fortalece las relaciones con los demás (amor a Dios, a los otros cristianos, al prójimo en general).

      Los puritanos escribieron sobre dos tipos de meditación: ocasional y deliberada. “Hay una meditación repentina, breve y ocasional sobre las cosas celestiales; y hay una meditación solemne, prefijada y deliberada”, escribió Calamy. La meditación ocasional toma lo que se observa con los sentidos para “elevar los pensamientos a la meditación celestial”. El creyente hace uso de lo que ve con sus ojos u oye con sus oídos, “cual escalera para subir al cielo”. Esto es lo que hizo David con la luna y las estrellas en el salmo 8, lo que hizo Salomón con las hormigas en Proverbios 6, y lo que hizo Cristo con el agua del pozo en Juan 4.334Thomas Manton explicó: “Dios entrenó a la Iglesia antigua con tipos y ceremonias para que, a partir de un objeto común, ascendieran a pensamientos espirituales; y nuestro Señor, en el Nuevo Testamento, enseñó por parábolas y similitudes tomadas de funciones y oficios ordinarios de los hombres, para que en todo trabajo y llamamiento nos empleemos en nuestra labor mundana con una mente celestial y que, ya sea en la tienda, o en el telar, o en el campo, aún pensemos en Cristo y en el cielo”.335

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