Una pregunta que se presenta de vez en cuando es ¿Existe más de un Dios? Nuevamente, mi respuesta (basada en mi experiencia personal) es: “No, todo está contenido en la Unidad”. Un espíritu por muy evolucionado o iluminado que sea no se transforma en un Dios separado, siempre es parte de la Unidad. Exhibe más energía Divina; tiene una mayor comprensión de Dios, pero aun así forma parte de Dios. Esa es mi respuesta, todo está dentro de Dios y a su vez Dios está – dentro de todo.
Mi propósito al comenzar de esta forma este segundo libro es decirle a la gente que lo leerá y lo escuchará (porque será puesto a disposición de diferentes formas, incluido el audio): Dios está “afuera” de ustedes, Él está afuera suyo y a su alrededor, lo rodea, lo protege... pero también está “adentro” de usted.
Ese universo que se expande desde punto hacia los bordes del círculo para luego regresar, también se encuentra dentro de ustedes y si lo piensan, ésta también es la forma en la que ustedes operan como almas en la Tierra, como seres físicos. El momento del nacimiento es la explosión del alma hacia lo físico; desde el punto hacia lo que realmente son. Cuando alcancen los límites de comprensión, dentro de una vida en un universo físico, ustedes continúan (o como ustedes dicen, “mueren”) hacia otra área de existencia, llevando condensado dentro suyo ese conocimiento para que su alma saque provecho de él al regresar al mundo espiritual. Y entonces se produce una nueva existencia para la cual el punto es nuevamente expulsado hacia lo físico o quizás hacia otra área del mundo espiritual pero el viaje hacia afuera para devolverse está reflejado en todas las cosas, incluido en ustedes.
El objetivo de este libro es hacerlos conscientes de su potencial como almas y de su potencial y capacidad como seres humanos, porque ustedes tienen contenido dentro de ustedes -como seres humanos- lo esencial o los bloques de construcción necesarios para crear lo que quieran crear: crear una sociedad diferente, mejorar la sociedad, curarse a sí mismos, alcanzar nuevos conocimientos, cambiar la faz de la Tierra y alcanzar otros planetas si es algo que como raza tanto desean. Todo ese potencial está dentro de ustedes.
Desgraciadamente, en estos momentos ese potencial no está siendo reconocido porque la gente no está recibiendo un estímulo espiritual verdadero. La gente ha perdido su rumbo y está perdida en la “ilusión” de este mundo. Está perdida en lo que ve afuera de ella sin darse cuenta que ello es creado en su interior. No sirve de nada despotricar contra la sociedad diciendo que está errada. Ustedes, todos ustedes en masa han creado la sociedad como está. Es verdad que las almas que vinieron antes de ustedes contribuyeron a ello pero la “realidad” es como un interruptor que se puede encender y apagar cuando se desee.
Mi mensaje para ustedes y que investigaremos en los próximos capítulos, es que no sirve de nada quejarse contra la sociedad si es que no están preparados para encender el interruptor. De nada sirve decir ¿qué puedo hacer? De nada sirve decir, “No me importa porque estoy a salvo”. Deben ver y saber que depende de ustedes cambiar las cosas.
Cada persona debe saber que depende de ella cambiar las cosas.
Si creen que le corresponde a los políticos, están errados. Si creen que le corresponde al clérigo, están errados. Si creen que le corresponde a los consejos locales, a la policía, a los abogados o a los jueces, ¡están errados!
Son ustedes los que cambian la sociedad.
¡La responsabilidad es suya! Ustedes como parte de Dios, son poderosos. Ustedes, como parte de Dios, son pura bondad. Ustedes, como parte de Dios, son puro Amor y es debido a que han olvidado estas cosas que no son capaces de manifestarlas en su sociedad al momento.
Ustedes recordarán que en el primer libro que publicamos me presenté como atlante... y, sí, esa es una de las vidas que viví en la Tierra y con la cual me siento más confortable. Quisiera poder llevarlos a esos tiempos. Quisiera poder mostrarles el esplendor y la belleza del mundo en esos tiempos. Quisiera que pudiesen ver los árboles bronceados bajo los cielos color violeta. Cómo me gustaría que pudiesen ver el arte que creábamos con oro, que era trabajado de forma tan fina que parecía casi transparente. Quisiera que vieran las frutas que cultivábamos. Quisiera que vieran las comunidades que teníamos... y perdimos todo aquello a causa del hombre que se hunde en su propia ilusión.
He vuelto a la Tierra como el interlocutor de un número de almas para asegurarme que los errores que cometimos en los tiempos de la Atlántida no se repitan. Ese idilio, esa belleza puede volver a ser suya. No como algo para ser apreciado por algunos pocos sino que como algo para que todas las almas de la Tierra disfruten y den gracias a Dios. Esa perfección, esa simetría que en el presente no se encuentra, puede volver a ser suya.
Eso comienza por ustedes.
Eso comienza hoy día.
Eso comienza ahora.
¡Comienza en el momento en que leen esto, no hay tiempo que perder!
En los siguientes capítulos les diré cómo pueden cambiar la sociedad y para cambiar la sociedad, primero deben cambiar ustedes. Este libro trata de nuevos puntos de vista; este libro es para otorgarles la habilidad de volver a soñar; este libro es cómo proyectar al éter la sociedad que desean, que Dios desea...y por último, este libro es sobre cómo salvar al mundo.
Cuando era joven, en mi existencia en la Atlántida, estaba indeciso en cuanto a lo que quería hacer. Estaba fascinado por la forma en la que funcionaban las cosas, en por qué las cosas funcionaban como lo hacían. Estaba enfocado hacia dos direcciones: una, nuestro lado científico y la otra, nuestro lado espiritual. Ahora, deben comprender que en mi sociedad ambos lados eran sólo uno, pero podíamos elegir el lado espiritual y perfeccionarnos en lo científico o elegir lo científico y perfeccionarnos en lo espiritual.
Me fascinaban las direcciones, los puntos del compás, las tierras “lejanas”, la gente que podíamos encontrar... y teníamos visitantes frecuentes. No le negábamos nada a nadie pero debían solicitarlo, porque nuestra sociedad era más avanzada que muchas de las sociedades que nos rodeaban. Si nos lo pedían, nosotros les enseñábamos todos nuestros “secretos”, sentíamos que nuestro deber espiritual era compartir nuestro conocimiento con los demás.
Debo decir que cuando crecí fue la religión (aquella con la cual crecí y no era el concepto de “religión” como ustedes lo entienden) la que llevó la vanguardia. Teníamos grandes templos y en nuestros templos se podía ver la energía espiritual porque teníamos aparatos con los cuales podíamos concentrar energía espiritual...”concentrar” es una palabra incorrecta. Es algo que hoy día ustedes no conocen; es como si construyeran sus iglesias de una cierta forma, con una cierta resonancia, usando ciertos materiales, entonces es fácil que la gente que está descarnada se manifieste debido a que la acústica vibratoria espiritual, está correcta. Así es que teníamos grandes templos donde podíamos ver bolas de energía, donde podíamos ver visiones si estábamos dispuestos a ello. Yo estaba dispuesto a ello y me arrodillaba para ver el centro de la esfera de energía y estaba en comunión con los ángeles. Comulgaba con los que ustedes llamarían “santos”, con seres evolucionados, y mi vida era feliz...hasta el momento en que todos erraron.
El potencial del hombre es igual al mío, es igual al que yo tenía y del cual soy capaz, del que mi gente era capaz. Pero en estos momentos también existe un gran potencial destructivo. La destrucción ha llegado a la Tierra con anterioridad, por lo menos dos veces por lo que puedo ver. Llegó durante mi tiempo en la Atlántida pero también mucho antes que eso. El hombre, en forma física es mucho más antiguo de lo que ustedes piensan y la razón por la cual los visito y gasto tanta energía (porque comunicarme de esta forma no es una sensación placentera para mí) es para asegurarme que no exista una tercera vez.
Así es que en la introducción les he hablado un poco de mí y de mi pasado. Siempre he creído en mi Dios y (algo que no he dicho nunca en mis comunicaciones anteriores) estoy haciendo esto por mandato de Dios. Él quiere que yo haga esto. ¿Cómo lo sé? Porque le