Amo la vida. Néstor Daniel Farinella. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Néstor Daniel Farinella
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789878707525
Скачать книгу
Alonso, por entonces capitán y figura de River Plate, era mi ídolo.

       Figurita de Norberto “Beto” Alonso creada por el Dibujante Jorge de los Ríos. – Año 1986.

      Con el tiempo entendí que los ídolos no existen; no avalo las representaciones divinas, creo y sé de la existencia de un solo Dios milagroso y vivo.

      Mi tío Francisco era CONSTRUCTOR; tengo bien guardado el juego de compases que utilizó cuando estudiaba, y que me regalo cuando comencé mis estudios SECUNDARIOS en la Escuela Industrial.

       Años 1976 a 2019, nunca tuve claro dónde empezaba y terminaba la adolescencia...

      Pasaron los años; en adolescente me fui transformando, con amores inocentes, a veces no tanto... Poco a poco me fui aferrando a la vida. Me enamoré de las cosas; incluso de la casa de mis abuelos maternos y paternos, con macetas con malvones, y de la sensación de aire bueno que allí encontré. Y no descarto los sueños que inventé; es por eso que de niño creí viajar en un rayo de sol, de adolescente en el barco de la lluvia y, defraudado a veces, a través de la oscuridad.

      – En el mientras tanto, el tiempo pasa y se va. –

      El día 06 de Octubre de 1987 escribí la poesía

      GUIROS

      ¡La luz que me asombró entonces!

      (a la ronda, ronda):

      es igual hoy, en los años viejos.

      En ese patio, donde ya es primavera

      pues los malvones vuelven, como todo,

      a resurgir sus flores,

      retornan imágenes a mí mente vieja:

      Corría yo por esas baldosas,

      jugando a policías y ladrones.

      Niño era, y no importaba

      el tiempo que transcurría,

      y luego adolescente...

      lloré un amor.

      Como todo perece, cambiaron mis años.

      Ahora, ya de hombre, comprendo

      (no sé si para mí mal o para mí bien):

      ¿Qué es morir?

      No existir.

      Año 2019

      Ausencia puede referirse a la falta o privación de algunas de nuestras cualidades, en páginas posteriores detallaré con mayor profundidad éste concepto; como por ejemplo, el de nuestra fuerza de voluntad. El impulso necesario para vencer los obstáculos y alcanzar muestras metas, éste impulso sólo se puede desarrollar y reforzar mirándonos hacia adentro. Siempre es más fácil hablar de objetos o cualidades materiales, de su ausencia o presencia según corresponda, que hablar de objetos o cualidades inmateriales. Inmaterial se refiere a lo no material (lo que se puede tocar y sentir), todo lo relacionado a lo espiritual. Cuando sentí que mis fuerzas se desvanecían; el amor de Dios complemento el impulso, y tuve la fuerza necesaria para sortear los obstáculos.

      A lo largo de toda mi vida he tratado de actuar en la forma correcta; en la forma que expresé en mí primera frase, y que inventé para todos los días de mí vida:

      El día 04 de Junio de 1985 escribí mí FRASE N° 1”.

       “No seas como aquellos; que por ser perversos por que sí, son incapaces de ser felices”.

      Traté siempre de actuar como aquel poema de Arturo Capdevila, el que muchas veces mi madre ha recitado, y es el mismo que utilicé como canción de cuna, para hacer dormir a mis hijos:

      LA BUENA PALABRA

      Casi he rodado al fondo de la sima...

      Tú que me escuchas, mi enseñanza aprende:

      Nunca seas la espada que lastima.

      Sé, tan sólo, la espada que defiende.

      Nunca hieras. El hombre cuando hiere,

      tortuoso intento de matar delata.

      Llama pura es la sangre del que muere.

      Humo negro, la sangre del que mata.

      Si te siega el rencor, vuélvete heroico.

      Huye de los demás. Busca el encierro.

      Y hazte en tu grave soledad de estoico,

      recto como una vertical de hierro.

      Un agua fresca de perdón de hermano

      vuelca en el odio de carbones rojos.

      Con sus cenizas, límpiate las manos,

      y lávate con lágrimas los ojos.

      Debo decir; que no sé qué rara fuerza me ha impulsado a contarles ciertos aspectos de mi vida, que han marcado una senda de la vena al corazón. Y debe ser por eso; que tengo ganas de contar aquí mis tristezas, algunas alegrías, y por qué en estas páginas hago alusión a una frase de César Vallejo:

      HOY ME GUSTA LA VIDA MUCHO MENOS,

      PERO SIEMPRE ME GUSTA VIVIR.

      Cuando mis ojos se abrieron al mundo, no sabían a dónde mirar, pero con el tiempo he comprendido, que en éste correr de las horas, que es la vida, sólo he vivido de ilusión. En el camino recorrido, aunque he sufrido a veces, siempre he tenido mis metas claras...

      Mi objetivo ha sido la sinceridad, el querer reencontrarme con las cosas simples, esa palabra amistosa que nos hace sentir bien; tomar un café con amigos; la luz que entra por mí ventana; el almuerzo del domingo, y su clásica polémica; un barrilete enredado entre cables de una mala comunicación, o de una luz apagada; la pelota estrellándose en una red, un sábado por la tarde; una abuela tejiendo. Todo lo que llena el espíritu y el alma, que no sufre, enredada entre tanto amor...

      Refiriéndome a la luz que entra por mi ventana, además de haberme iluminado, ha sido a veces la luz de la alegría, de la esperanza. Pero también creí que el sol era negro, el que oscurece, cuando la luz se transformó. Entonces, en vez de ser de alegría, fue de incomprensión, de traición a los sentimientos y a las ilusiones...

      Así seguí caminando, inyectándome de fe, a mí manera, ya sea escribiendo o leyendo poesía. Quizás haya sido una forma de ahogarme un poco más en el dolor.

      Un día; encontré una poesía de Enrique González Martínez, que se encuentran en su obra Silinter, y dice así:

      IRAS SOBRE LA VIDA DE LAS COSAS...

      Irás sobre la vida de las cosas

      con noble lentitud; que todo lleve

      a tu sensorio luz: blancor de nieve,

      azul de linfas o rubor de rosas.

      Que todo deje en ti como una huella

      misteriosa grabada intensamente:

      lo mismo el soliloquio de la fuente

      que el flébil parpadeo de la estrella.

      Que asciendas a las cumbres solitarias,

      y allí, como arpa eólica, te azoten

      los borrascosos vientos, y que broten

      de tus cuerdas rugidos y plegarias.

      Que esquives lo que ofusca y lo que asombra

      al