Legends, Tales and Poems - The Original Classic Edition. Becquer Gustavo. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Becquer Gustavo
Издательство: Ingram
Серия:
Жанр произведения: Учебная литература
Год издания: 0
isbn: 9781486413355
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un punto los espantados ojos. Este, despues de coordinar sus ideas, prosiguio asi:

       --Desde el dia en que a pesar de tus funestas predicciones llegue a la fuente de los Alamos, y atravesando sus aguas recobre el ciervo que vuestra supersticion hubiera dejado huir, se lleno mi alma del deseo de la soledad.

       Tu no conoces aquel sitio. Mira, la fuente brota escondida en el seno de una pena, y cae resbalandose gota a gota por entre las verdes y flotantes hojas de las plantas que crecen al borde de su cuna. Aquellas gotas que al desprenderse brillan como puntos de oro y suenan como las notas de un instrumento, se reunen entre los cespedes, y susurrando, susurrando con un ruido semejante al de

       las abejas que zumban en torno de las flores, se alejan por entre las arenas, y forman un cauce, y luchan con los obstaculos que se oponen a su camino, y se repliegan sobre si mismas, y saltan, y huyen, y corren, unas veces con risa, otras con suspires, hasta caer en un lago. En el lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres, cantares, yo no se lo que he oido en aquel rumor cuando me he sentado solo y febril sobre el penasco, a cuyos pies saltan las aguas de la fuente misteriosa para estancarse en una balsa profunda, cuya inmovil superficie apenas riza el viento de la tarde.

       Todo es alli grande. La soledad con sus mil rumores desconocidos, vive en aquellos lugares y embriaga el espiritu en su inefable melancolia. En las plateadas hojas de los alamos, en los huecos de las penas, en las ondas del agua, parece que nos hablan los invisibles espiritus de la naturaleza, que reconocen un hermano en el inmortal espiritu del hombre.

       Cuando al despuntar la manana me veias tomar la ballesta y dirigirme al monte, no fue nunca para perderme entre sus matorrales en pos de la caza, no; iba a sentarme al borde de la fuente, a buscar en sus ondas ... no se que, !una locura! El dia en que salte sobre ella con mi Relampago[1] crei haber visto brillar en su fondo una cosa extrana ... muy extrana ... los ojos de una mujer.

       [Footnote 1: Relampago. The name of his horse, mentioned p. 17.]

       Tal vez seria un rayo de sol que serpeo fugitive entre su espuma; tal vez una de esas flores que flotan entre las algas de su seno, y cuyos calices parecen esmeraldas ... no se: yo crei ver una mirada que se clavo en la mia; una mirada que encendio en mi pecho un deseo absurdo, irrealizable: el de encontrar una persona con unos ojos como aquellos.

       En su busca fui un dia y otro a aquel sitio:

       Por ultimo, una tarde ... yo me crei juguete de un sueno ... pero no, es verdad, la[1] he hablado ya muchas veces, como te hablo a ti ahora ... una tarde encontre sentada en mi puesto, y vestida con unas ropas que llegaban hasta las aguas y flotaban sobre su haz, una mujer hermosa sobre toda ponderacion. Sus cabellos eran como el oro; sus pestanas brillaban como hilos de luz, y entre las pestanas volteaban inquietas unas pupilas que yo habia visto... si; porque los ojos de aquella mujer eran los ojos que yo tenia clavados en la mente; unos ojos de un color imposible; unos ojos ...

       [Footnote 1: la. The Spanish Academy condemns the use of la instead of le as a feminine dative. Spanish writers, however, frequently so employ it.]

       --!Verdes! exclamo Inigo con un acento de profundo terror, e incorporandose de un salto en su asiento.

       Fernando le miro a su vez como asombrado de que concluyese lo que iba a decir, y le pregunto con una mezcla de ansiedad y de alegria:

       --?La conoces?

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       --!Oh, no! dijo el montero. !Libreme Dios de conocerla! Pero mis padres, al prohibirme llegar hasta esos lugares, me dijeron mil veces que el espiritu, trasgo, demonio o mujer que habita en sus aguas, tiene los ojos de ese color. Yo os conjuro, por lo que mas ameis en la tierra, a no volver a la fuente de los Alamos. Un dia u otro-os alcanzara su venganza, y expiareis, muriendo, el delito de haber encenagado sus ondas.

       --!Por los que mas amo!... murmuro el joven con una triste sonrisa.

       --!Si!, prosiguio el anciano; por vuestros padres, por vuestros deudos, por las lagrimas de la que el cielo destina para vuestra esposa,

       por las de un servidor que os ha visto nacer ...

       --?Sabes tu lo que mas amo en este mundo? Sabes tu por que daria yo el amor de mi padre, los besos de la que me dio la vida, y todo el carino que pueden atesorar todas las mujeres de la tierra? Por una mirada, por una sola mirada de esos ojos ... !Como podre yo

       dejar de buscarlos!

       Dijo Fernando estas palabras con tal acento, que la lagrima que temblaba en los parpados de Inigo se resbalo silenciosa por su me-

       jilla, mientras exclamo con acento sombrio: !Cumplase la voluntad del cielo!

       III

       --?Quien eres tu? ?Cual es tu patria? ?En donde habitas? Yo vengo un dia y otro en tu busca, y ni veo el corcel que te trae a estos lugares, ni a los servidores que conducen tu litera. Rompe de una vez el misterioso velo en que te envuelves como en una noche profunda, yo te amo, y, noble o villana, sere tuyo, tuyo siempre....

       El sol habia traspuesto la cumbre del monte; las sombras bajaban a grandes pasos, por su falda; la brisa gemia entre los alamos de la fuente, y la niebla, elevandose poco a poco de la superficie del lago, comenzaba a envolver las rocas de su margen.

       Sobre una de estas rocas, sobre una que parecia proxima a desplomarse en el fondo de las aguas, en cuya superficie se retrataba temblando el primogenito de Almenar, de rodillas a los pies de su misteriosa amante, procuraba en vano arrancarle el secreto de su existencia.

       Ella era hermosa, hermosa y palida, como una estatua de alabastro. Uno de sus rizos caia sobre sus hombros, deslizandose entre los pliegues del velo como un rayo de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de sus pestanas rubias brillaban sus pupilas como dos esmeraldas sujetas en una joya de oro.

       Cuando el joven acabo de hablarle, sus labios se removieron como para pronunciar algunas palabras, pero solo exhalaron un suspiro, un suspiro debil, doliente, como el de la ligera onda que empuja una brisa al morir entre los juncos.

       --!No me respondes! exclamo Fernando al ver burlada su esperanza; ?querras que de credito a lo que de ti me han dicho? !Oh! No.... Hablame: yo quiero saber si me amas; yo quiero saber si puedo amarte, si eres una mujer...

       --O un demonio.... ?Y si lo fuese?

       El joven vacilo un instante; un sudor frio corrio por sus miembros; sus pupilas se dilataron al fijarse con mas intensidad en las de aquella mujer, y fascinado por su brillo fosforico, demente casi, exclamo en un arrebato de amor:

       --Si lo fueses ... fe amaria ... te amaria como te amo ahora, como es mi destino amarte, hasta mas alla de esta vida, si hay algo mas alla de ella.

       --Fernando, dijo la hermosa entonces con una voz semejante a una musica: yo te amo mas aun que tu me amas; yo, que desciendo hasta un mortal, siendo un espiritu puro. No soy una mujer como las que existen en la tierra; soy una mujer digna de ti, que eres superior a los demas hombres. Yo vivo en el fondo de estas aguas; incorporea como ellas, fugaz y trasparente, hablo con sus rumores y ondulo con sus pliegues. Yo no castigo al que osa turbar la fuente donde moro; antes le premio con mi amor ... como a un mortal superior a las supersticiones del vulgo, como a un amante capaz de comprender mi carino extrano y misterioso.

       Mientras ella hablaba asi, el joven, absorto en la contemplacion de su fantastica hermosura, atraido como por una fuerza descono-

       cida, se aproximaba mas y mas al borde de la roca. La mujer de los ojos verdes prosiguio asi:

       --?Ves, ves el limpido fondo de ese lago, ves esas plantas de largas y verdes hojas que se agitan en su fondo?... Ellas nos daran un

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       lecho de esmeraldas y corales ... y yo ... yo te dare una felicidad sin nombre, esa felicidad que has sonado en tus horas de delirio, y que no puede ofrecerte nadie.... Ven, la niebla del lago flota sobre nuestras frentes como un pabellon de lino ... las ondas nos llaman con sus voces incomprensibles, el viento empieza entre los alamos sus himnos de amor; ven ... ven ...

       La noche comenzaba a extender sus sombras, la luna rielaba en la superficie del lago, la niebla se arremolinaba al soplo del aire, y

       los ojos verdes brillaban en la obscuridad como los fuegos fatuos que corren sobre el haz de las aguas