Legends, Tales and Poems - The Original Classic Edition. Becquer Gustavo. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Becquer Gustavo
Издательство: Ingram
Серия:
Жанр произведения: Учебная литература
Год издания: 0
isbn: 9781486413355
Скачать книгу
que costear el precipicio a que cayo la maldita bruja que le da su nombre, y en el cual se cuenta que anda penando el alma que, despues de dejar el cuerpo, ni Dios ni el diablo han querido para suya. --!Hola! exclame entonces como sorprendido, aunque, a decir verdad, ya me esperaba una contestacion de esta o parecida clase. Y ?en que diantres se entretiene el alma de esa pobre vieja por estos andurriales? --En acosar y perseguir a los infelices pastores que se arriesgan por esa parte de monte, ya haciendo ruido entre las matas, como si fuese un lobo, ya dando quejidos lastimeros como de criatura, o acurrucandose en las quiebras de las rocas que estan en el fondo del precipicio, desde donde llama con su mano amarilla y seca a los que van por el borde, les clava la mirada de sus ojos de buho, y cuando el vertigo comienza a desvanecer su cabeza, da un gran salto, se les agarra a los pies y pugna hasta despenarlos en la sima.... !Ah, maldita bruja! exclamo despues de un momento el pastor tendiendo el puno crispado hacia las rocas como amenazandola; !ah! maldita bruja, muchas hiciste en vida, y ni aun muerta hemos logrado que nos dejes en paz; pero, no haya cuidado, que a ti y tu endiablada raza de hechiceras os hemos de aplastar una a una como a viboras. --Por lo que veo, insisti, despues que hubo concluido su extravagante imprecacion, esta usted muy al corriente de las fechorias de esa mujer. Por ventura, ?alcanzo usted a conocerla? Porque no me parece de tanta edad como para haber vivido en el tiempo en que las brujas andaban todavia por el mundo. Al oir estas palabras el pastor, que caminaba delante de mi para mostrarme la senda, se detuvo un poco, y fijando en los mios sus asombrados ojos, como para conocer si me burlaba, exclamo con un acento de buena fe pasmosa:--!Que no le parezco a usted de edad bastante para haberla conocido! Pues ?y si yo le dijera que no hace aun tres anos cabales que con estos mismos ojos que se ha de comer la tierra, la vi caer por lo alto de ese derrumbadero, dejando en cada uno de los penascos y de las zarzas un jiron de vestido o de carne, hasta que llego al fondo donde se quedo aplastada como un sapo que se coge debajo del pie? --Entonces, respondi asombrado a mi vez de la credulidad de aquel pobre hombre, dare credito a lo que usted dice, sin objetar palabra; aunque a mi se me habia figurado, anadi recalcando estas ultimas frases para ver el efecto que le hacian, que todo eso de las brujas y los hechizos no eran sino antiguas y absurdas patranas de las aldeas. --Eso dicen los senores de la ciudad, porque a ellos no les molestan; y fundados en que todo es puro cuento, echaron a presidio a algunos infelices que nos hicieron un bien de caridad a la gente del Somontano,[1] despenando a esa mala mujer. [Footnote 1: la gente del Somontano = 'the people of the Slope,' those living near the foot of the Moncayo mountain.] --?Conque no cayo casualmente ella, sino que la hicieron rodar, que quieras que no? !A ver a ver! Cuenteme usted como paso eso, porque debe ser curioso, anadi, mostrando toda la credulidad y el asombro suficiente, para que el buen hombre no maliciase que solo 27 queria distraerme un rato, oyendo sus sandeces; pues es de advertir que hasta que no me refirio los pormenores del suceso, no hice memoria de que, en efecto, yo habia leido en los periodicos de provincia una cosa semejante. El pastor, convencido por las muestras de interes con que me disponia a escuchar su relate, de que yo no era uno de esos senores de la ciudad, dispuesto a tratar de majaderias su historia, levanto la mano en direccion a uno de los picachos de la cumbre, y comenzo asi, senalandome una de las rocas que se destacaba obscura e imponente sobre el fondo gris del cielo, que el sol, al ponerse tras las nubes, tenia de algunos cambiantes rojizos. --?Ve usted aquel cabezo alto, alto, que parece cortado a pico, y por entre cuyas penas crecen las aliagas y los zarzales? Me parece que sucedio ayer. Yo estaba algunos doscientos pasos camino atras de donde nos encontramos en este momento: proximamente seria[1] la misma hora, cuando crei escuchar unos alaridos distantes, y llantos e imprecaciones que se entremezclaban con voces varoniles y colericas que ya se oian por un lado, ya por otro, como de pastores que persiguen un lobo por entre los zarzales. El sol, segun digo, estaba al ponerse, y por detras de la altura se descubria un jiron del cielo, rojo y encendido como la grana, sobre el que vi aparecer alta, seca y haraposa, semejante a un esqueleto que se escapa de su fosa, envuelto aun en los jirones del sudario, una vieja horrible, en la que conoci a la tia Casca. La tia Casca era famosa en todos estos contornos, y me basto distinguir sus grenas blancuz-cas que se enredaban alrededor de su frente como culebras, sus formas extravagantes, su cuerpo encorvado y sus brazos disformes, que se destacaban angulosos y obscuros sobre el fondo de fuego del horizonte, para reconocer en ella a la bruja de Trasmoz. Al llegar esta al borde del precipicio, se detuvo un instante sin saber que partido tomar. Las voces de los que parecian perseguirla sonaban cada vez mas cerca, y de cuando en cuando la veia hacer una contorsion, encogerse o dar un brinco para evitar los cantazos que le arrojaban. Sin duda no traia el bote de sus endiablados untos, porque, a traerlo, seguro que habria atravesado al vuelo la cortadura, dejando a sus perseguidores burlados y jadeantes como lebreles que pierden la pista. !Dios no lo quiso asi, permitiendo que de una vez pagara todas sus maldades!... Llegaron los mozos que venian en su seguimiento, y la cumbre se corono de gentes, estos con piedras en las manos, aquellos con garrotes, los de mas alla con cuchillos. Entonces comenzo una cosa horrible. La vieja, !maldita hipocritona! viendose sin huida, se arrojo al suelo, se arrastro por la tierra besando los pies de los unos, abrazandose a las rodillas de los otros, implorando en su ayuda a la Virgen y a los Santos, cuyos nombres sonaban en su condenada boca como una blasfemia. Pero los mozos, asi hacian caso de sus lamentos como yo de la lluvia cuando estoy bajo techado.--Yo soy una pobre vieja que no he hecho dano a nadie: no tengo hijos ni parientes que me vengan a amparar; !perdonadme, tened compasion de mi! aullaba la bruja; y uno de los mozos, que con la una mano la habia asido de las grenas, mientras tenia en la otra la navaja que procuraba abrir con los dientes, la contestaba rugiendo de colera: !Ah, bruja de Lucifer, ya es tarde para lamentaciones, ya te conocemos todos! --!Tu hiciste un mal a mi mulo, que desde entonces no quiso probar bocado, y murio de hambre dejandome en la miseria! decia uno.--!Tu has hecho mal de ojo a mi hijo, y lo sacas de la cuna y lo azotas por las noches! anadia el otro; y cada cual exclamaba por su lado: !Tu has echado una suerte a mi hermana! !Tu has ligado a mi novia! !Tu has emponzonado la hierba! !Tu has embrujado al pueblo entero![2] [Footnote 1: seria = ' it must have been,'] [Footnote 2: Accusations commonly made against those deemed guilty of witchcraft.] Yo permanecia inmovil en el mismo punto en que me habia sorprendido aquel clamoreo infernal, y no acertaba a mover pie ni mano, pendiente del resultado de aquella lucha. La voz de la tia Casca, aguda y estridente, dominaba el tumulto de todas las otras voces que se reunian para acusarla, dandole en el rostro con sus delitos, y siempre gimiendo, siempre sollozando, seguia poniendo a Dios y a los santos Patronos del lugar por testigos de su inocencia. Por ultimo, viendo perdida toda esperanza, pidio como ultima merced que la dejasen un instante implorar del cielo, antes de morir, el perdon de sus culpas, y de rodillas al borde de la cortadura como estaba, la vieja inclino la cabeza, junto las manos y comenzo a murmurar entre dientes que se yo que imprecaciones ininteligibles: palabras que yo no podia oir por la distancia que me separaba de ella, pero que ni los mismos que estaban a su lado lograron entender; Unos aseguran que hablaba en latin, otros que en una lengua salvaje y desconocida, no faltando quien pudo comprender que en efecto rezaba, aunque diciendo las oraciones al reves, como es costumbre de estas malas mujeres. En este punto se detuvo el pastor un memento, tendio a su alrededor una mirada, y prosiguio asi: --?Siente usted este profundo silencio que reina en todo el monte, que no suena un guijarro, que no se mueve una hoja, que el aire esta inmovil y pesa sobre los hombros y parece que aplasta? ?Ve usted esos jirones de niebla obscura que se deslizan poco a poco a lo largo de la inmensa pendiente del Moncayo,[1] como si sus cavidades no bastaran a contenerlos? ?Los ve usted como se adelantan mudos y con lentitud, como una legion aerea que se mueve por un impulse invisible? El mismo silencio de muerte habia entonces, el mismo aspecto extrano y temeroso ofrecia la niebla de la tarde, arremolinada en las lejanas cumbres, todo el tiempo que duro aquella suspension angustiosa. Yo lo confieso con toda franqueza: llegue a tener miedo. ?Quien sabia si la bruja aprovechaba aquellos instantes para hacer uno de esos terribles conjuros que sacan a los muertos de sus sepulturas, estremecen el fondo de los abismos y 28 traen a la superficie de la tierra, obedientes a sus imprecaciones, hasta a los mas rebeldes espiritus infernales? La vieja rezaba; rezaba sin parar; los mozos permanecian en tanto inmoviles cual si estuviesen encadenados por un sortilegio, y las nieblas obscuras seguian avanzando y envolviendo las penas, en derredor de las cuales fingian mil figuras extranas como de monstruos deformes, cocodrilos rojos y negros, bultos colosales de mujeres envueltas en panos blancos, y listas largas de vapor que, heridas por la ultima luz del crep- usculo, semejaban inmensas serpientes de colores. [Footnote 1: El Moncayo. A mountain of some 7600 feet in height situated near the boundaries of the provinces of Soria and